Capítulo 59.

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LA IDEA DE TI



—¿Estás bien? —pregunta cuando empezamos a andar por la comunidad—. Luces... triste.

Dejo salir un largo suspiro y meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta.

—Supongo que decirle a tu familia que vas a morir hace eso —respondo.

Dante se queda en silencio unos segundos, pero luego asiente.

—Lo lamento —musita—. No ha debido de ser fácil.

—No lo fue —admito. Me le quedo observando—. Tú también lo sabías, ¿cierto?

—Cuando llegamos aquí nos dijeron que tú aún no sabías sobre el sacrificio y que no debíamos mencionarlo. A ninguno de los tres nos pareció bien mantenerlo en secreto, pero no podíamos desobedecer ya que no nos encontramos en nuestros territorios —explica—. Lo siento.

—Está bien. No es tu culpa —farfullo—. Todos estaban obedeciendo órdenes...

—También lamento que tengas que hacerlo. Jera y tú... —Dante sacude la cabeza y el pelo que lo lleva suelto se le balancea sobre los hombros—, son tan jóvenes. Da un poco de vergüenza que los más adultos dependamos tanto de dos chicos tan jóvenes como ustedes. Deberíamos ser nosotros quiénes nos ocupemos de las cosas más complicadas.

Le doy un leve codazo en el brazo.

—¿Por qué hablas como si tuvieras cuarenta años? —bromeo—. Sólo eres un par de años mayor, no te creas tan adulto.

El alfa sonríe suavemente.

—Supongo que me estoy juntando demasiado con los Primeros, se me pegan los años —responde. Me hace reír—. Pero soy honesto con esto, Mack: realmente lamento que tengan que morir a causa de nosotros —dice con tono serio—. Desde que escuché sobre los sacrificios, no pude evitar pensar que los alfas y los más viejos debían de hacer algo para evitar todo esto. Ahora que soy uno, no puedo evitar sentir que he fallado en proteger a otros que son más jóvenes. En cambio, soy yo el que está siendo protegido.

—Creo que si hubiese algo más qué hacer, ya lo habrían encontrado —repongo—. Pero veámoslo de este modo —digo volteando a verlo—: mi muerte les dará dieciocho años más para buscar una forma de mantener a Fenrir sellado y evitar la muerte de otros dos jóvenes. —Le pongo una mano sobre el brazo—. Te dejaré esa tarea a ti para que puedas salvar a la próxima reencarnación.

Dante me mira con tristeza, pero se las arregla para sonreír un poco.

—Te lo prometo, bambina.

Camino un rato más con el alfa italiano, hablando de otras cosas hasta que se hace la hora de la cena. Nos dirigimos ambos al comedor, allí le pido a Angie para llevar, así puedo cenar con Jera. Entonces, me despido del alfa y me pongo en marcha a la cabaña del chico. Cuando llego, Jera se está terminando de vestir, tiene el cabello húmedo y la camisa a medio poner cuando he abierto la puerta.

—¡Perdón! —exclamo.

Él se ríe y termina de ponerse la camisa.

—Estoy llegando a la conclusión de que vas a seguir entrando así hasta que me pilles desnudo. —Extiende ambos brazos—. Sólo pídelo, no tengo problemas.

—Debes de sentirte mucho mejor si estás con tus comentarios otra vez —balbuceo, aunque siento las mejillas calientes—. Te traje la cena —digo alzando la bolsa con nuestra comida.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora