Capitulo 2

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 Unos fuertes golpes en la puerta me despertaron.

 -¡Despierta idiota, llegarás tarde!-gritó mi abuela. Ese era mi despertador todos los días.

 Me dolía todo el cuerpo y sentía los brazos y las piernas muy pesadas. Lentamente me puse boca abajo y me arrodillé en el colchón. Miré por la ventana. Por lo que se veía sería un lindo día.

 Me levante de mi cama y me acerqué al espejo de cuerpo completo, regalo de mi mamá en mi último cumple años, y pude ver las marcas en mi cuerpo. Perfecto. Voy a tener que ponerme el doble de maquillaje que normalmente uso.

 -Gracias abuela.- Susurré sarcásticamente.

 Levanté la camiseta a la altura de mis costillas y en el lado izquierdo, tenía un enorme moretón. Terminé de sacarme la camiseta y vi mis brazos y mis piernas. Los cortes en mis brazos ya se habían cicatrizado. En mis piernas habían unos cuantos moretones y marcas que mi abuela provocó con su cinturón.

 Busqué ropa de los cajones y fui a bañarme y prepararme para la escuela.

 Al terminar, fui a mi habitación y me paré enfrente del espejo para empezar a tapar las marcas. Tomé mi maquillaje y saqué lo necesario. No es que me guste maquillarme, pero no me queda opción. No me parece cómodo cuando la gente se me queda viendo en la calle porque estoy llena de marcas y moretones, tengo que taparlas.

 Cuando terminé con los brazos, seguí con las marcas en mi cara. Use mucha base en mi ojo izquierdo, pero pude taparlo completamente. También use un poco de rimel  y deliñador. Bueno, puede que si me guste un poco el maquillaje.

 Arreglé mi pelo y me puse el uniforme reglamentario. Una camisa blanca, una falda azul oscuro, una corbata y los zapatos negros. También usaba medias largas para tapar mis piernas.  Tomé mi mochila y la campera que mi primo Jake me regaló antes de irse y salí de mi habitación. En la cocina ya se encontraba mi abuela para revisar mi uniforme.

 -Párate derecha.- Dijo seriamente. Obedecí rápidamente y se puso a revisar a ver si encontraba algo fuera de lugar. Camisa planchada y sin ninguna mancha. Falda dos dedos sobre las rodillas y zapatos limpios y lustrados.- Bien, largo de mi casa.- Dijo señalando la puerta de la sala. Hoy no desayunaría. Di media vuelta y salí del departamento.

 No como nada desde el desayuno de ayer. Por suerte tenía un poco de dinero que la Sra. Simons me había dado como agradecimiento por haberla ayudado a subir las bolsas del supermercado cuando se rompió el elevador del edificio. 

 La señora Simons, es una mujer muy buena. Ella sabe lo que mi abuela me hace ya que, como vive en la puerta de enfrente, puede escuchar todo claramente. Trató de llamar a la policía en más de una ocación, pero yo le rogué para que no lo hiciera, porque sería una pérdida de tiempo. Mi abuela saldría de alguna forma y lastimaría a la señora Simons, y no quiero involucrarla. No lo hace desde la última vez que se lo pedí, pero eso no significa que le gusta escucharme gritar, por eso a veces interviene y amenaza a mi abuela con llamar a la policía. También sabe que paso días sin comer, por eso pone excusas para darme dinero para comprarme algo. Algunas veces, me ayuda a desinfectar las heridas que mi abuela provoca. Adoro a la señora Simons.
(...)
Al llegar a la escuela, me dirigí a mi casillero para dejar todos los libros que usaría en el año y me fijé que materia me toca. Historia. Puse el libro en mi mochila y fui al salón con la mirada siempre en el piso. Subí las escaleras hasta el tercer piso y entré al salón correspondiente.

 En una esquina a la izquierda, estaba Vanessa Gillies. Gracias a ella nadie se acerca a mi porque siempre le gustó correr rumores sobre mi en toda la escuela. Su padre era dueño de una empresa y siempre lo presumía a todos. Estaba sentada al lado de su novio Chris Nicholson, capitán del equipo de basketball. Él también disfrutaba molestarme. Siempre me molestaba o humillaba en frente de todos. Algo que, desgraciadamente, ya estaba acostumbrada.

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