Capitulo 7

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 -¿De cuál vas a querer?- preguntó mamá.

 -Menta granizado por favor.- Respondí.

 Ella sonrió y fue a pedir nuestros helados, en cambio yo fui a a buscar una mesa cargando las pesadas bolsas. Cuando llegué a una, solté todas las bolsas y me senté en una de las sillas. Son las cuatro de la tarde y mi mamá me ha despertado a las nueve de la mañana para que fuéramos al centro comercial, le encanta ir a comprar ropa y mucho más si va conmigo, hemos estado caminando y comprando por horas y por fin mi mamá escuchó mis silenciosas plegarias para que descansáramos un poco, decidió tomar un descanso antes de seguir comprando. Mi mamá es algo así como una compradora compulsiva. 

 Estoy tan cansada, mañana tengo que ir a clases. Mi mamá quería ir de compras ayer, pero al verla cansada le dije que lo dejáramos para hoy así ella y papá descansaban un poco. Ella trabaja mucho y se merece un día de descanso antes de correr a cada vitrina que vea.

 Cuando volvió, pude observar como algunos hombres ponían sus miradas lujuriosas sobre ella. No los culpo, mamá es una mujer hermosa. Es alta y sus ojos resaltan mucho, ojos que yo heredé; su pelo negro llega hasta su cintura y su cuerpo esta muy cuidado. No aparenta treinta y nueve años. 

 A mi papá no le molesta que la miren, es más, presume a mamá. Dice que mientras nadie la toque, no tiene problema en que la admiren, en cambio mi mamá, no le gustan que las mujeres lo miren, es muy celosa y se molesta mucho cada vez que alguna mujer se acerca de cualquier forma a él, por eso su secretaria es una vieja amargada que esta casada con un hombre desde los veinte años. Las escenas de celos que mamá le arma a papá son muy graciosas y más cuando saca temas que no tienen nada que ver con la situación. 

 - ¿Y bien?- Preguntó mamá cuando tomó asiento frente a mi.- ¿De qué me perdí estos meses?

 - Nada en realidad, lo único interesante que pasó fue el regreso a clases.- Respondí.

 - Oh cierto...- Mi mamá fue interrumpida por una mesera que trajo nuestro pedidos. Cuando se fue, mamá retomó la conversación.- ¿Cómo va eso? ¿Te siguen molestando?- Eso es una de las pocas cosas que sabe mi mamá.

 Una vez la llamaron porque unos chicos me tiraron pintura en mi cumpleaños número quince y cuando quise correr, resbalé con la pintura que quedó esparcida en el piso, golpeé la cabeza contra el piso y quedé inconsciente. Los directivos llamaron a mis padres y tuve que contarles que en la escuela me molestan constantemente. Bajé la mirada antes de contestar.

 - Bueno, en realidad...

 - ¡Chica en apuros!- Fui interrumpida por una voz. Era ese chico, como se llamaba... Mateo, no Teo. Si Teo.- ¿Cómo estás?- Preguntó alegremente.

 - Bien.- Respondí tímidamente.- ¿Y tú?

 - Alegre como siempre.- Contestó sin borrar su sonrisa, la cual estaba contagiándome. 

 - Ella es mi madre.- Dije señalándola.- Mamá, él es Teo, él me ayudó en... algo.

 - Un gusto señora.- Dijo Teo estrechando la mano de mi mamá.

 - El gusto es mío Teo, mi nombre es Marie.- Contestó ella.

 - Angelina. ¿Ese idiota a vuelto a molestarte?.- Borré la pequeña sonrisa que se estaba formando en mis labios y lo miré. ¿Por qué tuvo que preguntar frente a mi madre?. Tenía pensado mentirle, ahora tendré que darle explicaciones. 

 - Yo... 

 - ¡TEO AYÚDAME!.- Gritó una chica rubia, que estaba a unos cuantos metros cargando un montón de bolsas.

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