Capitulo 41

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 LINA P.O.V.

 Observé mi reflejo en el espejo luego de que Let me "acicalara como a un mono", como dijo Chris.

 Let hizo un buen trabajo con el maquillaje, pero no lo suficientemente bueno como el que suelo hacer yo. Pues, ella dijo que si iba a conocer a la familia de mi novio, debía verme lo más natural posible.

 El problema era que al haber pasado la noche en vela con Chris, dejó una enormes ojeras debajo de mis ojos. Si bien Let las cubrió, no fue los suficiente para hacerlas invisibles. Con maquillaje y todo, aún era muy notorias.

 Aún así, no dije nada y me preparé mentalmente para la noche que se avecinaba.

 -De acuerdo, pequeña.- Dijo Chris en la puerta.- Recuerda, no estés nerviosa y sé tu misma.- Let frunció el ceño y negó.

 -Si vas a ser tú misma con personas que no conoces, intenta hablar y no cohibirte demasiado.

 -Haré mi mejor esfuerzo.- Dije tratando de sonar segura, pero por dentro, los nervios me estaban carcomiendo.

 Ya había estado en la casa de Caleb, pero esa iba a ser la primera vez en la que estaría toda su familia y si bien ya conocí a la mayoría, sólo me faltaba Charlotte, la cuñada de Caleb y por lo que él me contó, tenía razones para estar nerviosa.

 Tomé varias respiraciones y oculté mis manos en las mangas de mi campera mientras doblaba la esquina que me levaría a la casa de Caleb.

 Él insistió en ir a buscarme, pero yo me negué. No quería que se acercara al departamento con Chris en él. Además, el autobús me dejaba a dos calles. Me ayudarían a calmarme.

 No funcionó como esperaba, ya que cuando llegué, me planté frente a la puerta con el corazón en la garganta. Estaba aterrada. No podía moverme para nada.

 Se veía tan grande, bonita y llena de vida. Ese era un hogar.

 Froté la punta de mi nariz para alejar un poco el frío de ella. Estaba roja, dando la impresión de ser un pequeño tomate.

 Acomodé mi gorro de lana y me armé de valor para acercarme a la puerta y tocar el timbre.

 Lo primero que vi, fue una cabellera rubia y una flamante sonrisa.

 -¡Chica en apuros!- Exclamó Teo antes de estrecharme entre sus brazos. Sonreí abiertamente y le devolví el abrazo.

 Debía admitir que había extrañado su energía positiva.

 -Hola,Teo.- Él me soltó y me dejó pasar.

 -Caleb se está bañando. Enseguida baja.- Asentí y froté mis brazos mientras miraba a mi alrededor.

 Todo era tan cálido y vivo. Con fotos colgadas en las paredes, muebles antiguos y demás.

 -Dame eso.- Teo me ayudó a sacar mi mochila de mis hombros, mi gorro, bufanda y campera y los guardó en un guardarropa.- ¡Está aquí!- Exclamó.

 El primero en recibirme fue Pelusa, quien se acercó a mi maullando con la cola levantada.

 Inmediatamente me incliné para cargalo y acariciar sus orejas. Él era la cosa más adorable que había visto.

 -¡En la cocina!- Teo me rodeó con sus brazos y me llevó hacia el otro lado de la casa.

 Allí se encontraba una mujer rubia. Aparentaba tener unos veinte y tantos años. Era una mujer muy hermosa.

 Bajé la mirada en cuanto se volteó. Me habían contado muchas cosas de Charlotte que por fin pude confirmar lo que decían. Ella intimidaba sólo con su presencia.

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