LINA P.O.V.
Media hora después, comencé a sentirme mejor; ya no sudaba ni temblaba, pero si tenía mucho frío, y como Rachel vio que la fiebre bajó, dejó que volviera a clases.
Como era la hora del almuerzo, caminé hasta el comedor, tenía un poco de dinero que la señora Simons me dio cuando la acompañé al supermercado. Fue uno de esos día en el que mi abuela me corre de la casa y no me deja volver hasta que anochezca y como estaba lloviendo me quedé en casa de la señora Simons y me pidió que la acompañara ya que debía llevar muchas bolsas.
Formé y la cocinera me sirvió papas y una extraña carne... no me quejé ya que peor es nada.
Busqué una mesa donde poder comer, pero no había ninguna, o al menos, ninguna donde me aceptaran. Recorrí el lugar con la mirada hasta que encontré una mesa, era como para cuatro personas y estaba en una esquina, a su lado estaba el gran ventanal que daba al patio trasero de la escuela; estaba alejada de todos, simplemente era perfecta. Me senté contra el ventanal y comencé a comer lentamente.
Cuando iba por la mitad del plato, dejé el tenedor sobre la mesa y tomé un poco de agua. Estaba por dejar la botella cuando un flash me cegó; froté mis ojos con mis manos y cuando logré ver con claridad me encontré con Vanessa tecleando en su celular. Tragué en seco y escondí mis manos en las mangas de mi campera.
-¡Miren todos!- Gritó Vanessa llamando la atención de todos los estudiantes, que inmediatamente posaron sus miradas en nosotras.- ¡La loca anoréxica esta comiendo!.- Todos clavaron su mirada en mi. Me encogí en mi asiento y me crucé de brazos mirando con odio a Vanessa.- No me mires así. Al fin y al cabo las voces en tu cabeza de loca tiene razón. Eres una gorda cerda.- Dijo enarcando una ceja.
Iba a replicar cuando el chirriante sonido de la silla que estaba a mi lado me interrumpió, desvié mi mirada hacia ese lugar y observé como alguien dejaba su bandeja sobre la mesa.
-¿No tiene que hacer otra cosa que hacer Vanessa?- Preguntó Teo mientras tomaba asiento a mi lado.- No lo sé, algo como seducir a algún profesor para que apruebes tal vez.
Vanessa entreabrió sus labios indignada y observó a su alrededor cuando se escucharon algunas risas detrás de ella, se cruzó de brazos y entrecerró los ojos.
-¿Y tu no tienes que actuar como payaso para llamar la atención de alguna chica desesperada?.- Preguntó retóricamente con sus manos en su cintura y sonriendo con malicia.
-No estoy en mi descanso.- Contestó sonriendo alegremente, provocando así, que Vanessa borre su sonrisa por completo.- Si no te molesta, quiero almorzar y tu perfume de puta me da nauseas, retírate por favor.- Vanessa lo miró en silencio unos segundos con el ceño fruncido y mirándolo como si fuera un alíen.
-No sé porqué la defiendes, no vale la pena, está loca y...
-No Vanessa tu estás loca si crees que llegarás a algún sitio con tu maldita actitud.
-Mi actitud es completamente normal, no como la actitud de la zorra esta.
-La única zorra que veo aquí está parada frente a mi, y tu actitud no es normal, es obvio que estás enferma del cerebro, aquí la única loca que hay eres tú.- Mordí mi labio inferior para que Vanessa no se diera cuenta que estaba a punto de reírme. La sonrisa de Teo se ensanchó más y levantó un brazo.- ¡Todos conmigo! ¡Loca! ¡Loca! ¡Loca!.- Teo gritó fuerte y apuntó a Vanessa mientras que todos los demás lo siguieron. Es la primera vez que todos hacían algo contra Vanessa, por lo general solo se ríen, pero esto es totalmente nuevo.
-¡Me las vas a pagar Gisbert!.- El grito de Vanessa se oyó sobre todos lo estudiantes, quienes guardaron silencio cuando Vanessa golpeó la mesa con su puño cerrado. Su rostro estaba rojo de la ira y su respiración era agitada, nunca la había visto tan enojada; hasta me dio miedo verla, así que bajé la mirada a mi regazo.
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¡Esto Es Vida!
RomanceTodos tenemos secretos, no importa de que clase, todos los tenemos. Angelina tiene su propio secreto, uno muy oscuro, pero jamás lo comentó con nadie ya que si lo revela su vida correría riesgo, y pasó por mucho como para tirar todo por la borda...