Capitulo 40

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 CALEB P.O.V.

 Las semanas pasaron muy rápido para mi gusto.

 Tenía la necesidad de volver a Brooklyn ya que mi abstinencia a Lina crecía cada vez más, pero mi dependencia a mi hogar era, de cierta forma, más fuerte.

 La pasé muy bien esas fiestas con mi familia. Los extrañé demasiado.

 Las dos festividades las pasamos en casa de uno de mis tíos. Al llegar, mi pequeño primo lo primero que hizo, fue llevarme al lavadero, donde se encontraba su gata junto con una camada de gatitos. Quería que los conociera.

 En total eran cinco gatitos, cuatro blancos y el más pequeño, era negro con manchas blancas.

 Los cuatro gatitos blancos eran muy alegres y activos, en cambio, el otro era más tranquilo. Parecía estar alerta por todo y se cohibía si alguien se acercaba.

 Me hizo recordar a Lina, ella era exactamente igual.

 Eso me alegró, ahora entendía porqué a Lina le gustan tanto. Los gatos no son tan malos. El único arisco y grosero era Pelusa. O eso esperaba.

 Por otra parte, tuve varios encuentros con Samantha.

 -¡Caleb! ¡Oh por Dios!- Gritó antes de lanzarse a mis brazos y colgarse en mi cuello para luego repartir varios besos en mi mejilla.

 -Si...hola.- Murmuré mientras las alejaba.- No hagas eso.

 -¿Por qué no? Antes no te molestaba.

 -Pero ahora si lo hace.

 Ella no había cambiado en nada. Seguía siendo igual de atractiva que siempre. Pero estaba seguro que su alma seguía igual de podrida.

 Teo me ayudó varias veces para sacármela de encima, pero en algunas ocasiones se tornaba muy difícil.

 Teo.

 Él se encontró con su familia. Sus padres se horrorizaron al verlo frente a ellos, sin embargo, Holly lloró de la emoción.

 No estaba en sus planes cruzarse con ellos. Él quería evitarlo, pero en esa zona y en esa época, podías encontrar hasta la persona más difícil de ver en el mundo.

 Teo sabía que su primo le ocultaba algo, lo que no sabía era que el estado de Holly era terrible.

 Ella había perdido mucho peso, además estaba sentada en una silla de ruedas.

 Debido al accidente, Holly perdió la sensibilidad en las piernas.

 Cuando Teo la vio así, parecía que su corazón se había partido en dos.

 Aunque ella sabía que no era verdad, Holly le reclamó a sus padres ya que ellos le dijeron que Teo estaba muerto.

 No sabían que decirle, se limitaron a bajar la cabeza avergonzados.

 -Basta, Holly.- Ella miró a Teo con el rostro inundado de lágrimas.- Ellos tienen sus razones.

 -No hay razón válida para hacer lo que ellos hicieron.

 -Debe haber una. No te enojes con ellos.

 -Pero, Teo...

 -Basta. Obedece.- Dijo. Luego sonrió y revolvió los rubios rizos que caían por sus hombros.- Debo irme, pero te prometo que en cuanto tenga tiempo, vendré a verte.

 Ella no quería separarse de Teo, pero tan sólo ver el rostro de mi amigo, notabas lo mal que lo ponía esa situación.

 Hoy, era la última cena que tendríamos con mi abuela en ese viaje.

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