Capitulo 47

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  Sus pies colgando, sus brazos inmóviles, sus ojos volteados, la soga ajustada en su cuello.
Una imagen difícil de borrar.
Todo era un caos en su cabeza.
¿Qué iba a pasar ahora? ¿Por qué todas las cosas malas sucedían al mismo tiempo?
Unos suaves golpes en la puerta la centraron. No tardo ni un segundo en abrir la puerta.
Allí se encontraba su padre, con el rostro pálido y el pelo despeinado.
-Debemos irnos. Iremos a un hotel unos cuantos días ¿De acuerdo?- Angelina asintió lentamente.- Prepara tu maleta. Date prisa.
Angelina no dudo ni un segundo en tomar una de las valijas que tenía y puso las pocas prendas que le pertenecían incluyendo la caja donde conservaba los objetos de su primo. Tomó la mochila de su escuela y salió lo más rápido que pudo. Ya no soportaba ni un segundo más en esa casa.
Al pasar por la puerta de la habitación de su abuela, pudo notar como había una cinta amarilla con la frase "precaución " frente a ella y como unas personas vestidas de blanco tomaban fotos de toda la habitación y del cuerpo de su abuela el cual se encontraba cubierto por una manta blanca.
El fuerte escalofrío que la recorrió, la obligo a salir de ahí lo más rápido posible.
En la calle, se encontraba su padre con su madre entre brazos, llorando desesperada.
-¡¿Por qué lo hizo?!- Gritó entre llantos mientras mojaba la camisa de su marido con sus lágrimas.
Jamás la haba visto de esa forma.
Tan triste.
Tan destrozada.
Y todo por su abuela.
Marie amaba a su madre con locura al fin y al cabo.
(...)
Tres días.
Eso fue lo que tardaron en entregar el cuerpo de la difunta.
Ese fue el tiempo en que Angelina faltó a clase.
Eso fue lo que tardó en caer en la realidad.
Su abuela estaba muerta.
Se había suicidado en su propio cuarto. En su propia casa. Después de casi matarla a golpes.
Se acercó a paso lento al ataúd para "despedirse". Había decidido ser la última en acercase. Sus padres creyeron que era porque necesitaba  más tiempo para decir adiós, pero en realidad se estaba preparando mentalmente para verla por última vez.
Secó el sudor que caía por su frente con la manga de su abrigo. Las heridas en su espalda no mejoraron, de hecho, la mayoría estaban infectadas, pero aún podía mantenerse en pie, lo cual para ella, le indicaba que estaba bien.
Ella no sintió impresión alguna al ver el cuerpo de su abuela en ese cajón. Parecía que dormía por una borrachera más.
Su piel estaba muy pálida. Sus labios formaban una línea recta, jurando que jamás volverían a soltar otra ofensa. Sus decrépitas manos estaban entrelazadas sobre su abdomen, como si estuvieran satisfechas del trabajo que hicieron con su primo y con ella todo estos años.
Sin poder evitarlo, una incontrolable ira la envolvió.
Ahogó un grito y puso su manos en el borde del ataúd clavando sus uñas en el. Angelina se inclinó sobre el cadáver y se repitió mentalmente que debía controlarse, que había mucha gente, pero las palabras comenzaron a fluir solas.
-Te odio. Arruinaste mi vida desde el momento en que puse un pie en tu asquerosa casa. Desde que te atreviste a levantarme la mano. Desde que me privaste de mis derechos.- Se detuvo tratando de bajar los niveles a su furia sin éxito.- Aún no comprendo porqué, que fue lo que te hicimos. Solo éramos unos niños.- Varias imágenes de ella golpeándolos de niños cruzaron por su mente provocando que un enorme nudo se formara en su garanta.- ¡No tenias derecho para hacernos eso!- No le importó que la gente presente se voltear a ver el espectáculo que estaba haciendo.- Espero que estés feliz el esta muerta y que ya no tengas que cargar conmigo. Ahora tendré la libertad que un día me quitaste. Ya no habrá hambre ni miedo. No habrá golpes. Ya no voy a esta horas encerrada. Me alegro que estés muerta.
-¡Angelina!- Sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar esa voz.- ¿Qué te pasa?- Preguntó sorprendida Marie.- ¿Cómo te atreves a hablarle de esa forma a tu abuela?
-Ella no es mi abuela. Es un monstruo.
Ya no le importaba nada, necesitaba que ellos lo supieran. Tantos años atrapada por esa bruja, ahora podía respirar un poco de libertad.
-Angelina, basta.- Su padre tomó su brazo y la alejó el ataúd. Hizo un ademán dando señal a los empleados del cementerio para que enterraran a la difunta.- Hablaremos de esto en casa.
Angelina miró fijamente como las palas tiraban grandes cantidades de tierra dentro del pozo, llenándolo de a poco, impidiéndole la salida a su abuela. Jamás la volvería a ver en su vida, lo cual le daba un gran alivio.
-Marie.- Una voz ronca llamó a sus espaldas. Al voltease, Angelina pudo sentir como la sangre de su cuerpo se congelaba y su corazón se detenía por completo.
-Gabriel.- Los ojos de Marie se llenaron de lágrimas y corrió hacia el hombre que formó parte de las pesadillas de Angelina.- ¿En dónde estabas? ¿Cómo pudiste dejar sola a mamá?
-Lo lamento, Marie. No tuve otra opción.- Él la abrazó con fuerza mientras que su hermana mojaba su camisa con lágrimas.
Si bien no lo veía en años, su tío Gabriel no parecía demasiado emocionado de estar allí.
Su madre parecía ser el único ángel en la familia, sin contar a su abuelo.
-Angelina, vaya. Como has crecido.- Angelina no pudo evitar mirarlo con odio.
No había cambiado mucho. Solo un par de años en su rostro y un par de kilos en su cuerpo. Sin embargo, su lasciva mirada ya no era la misma, no obstante, Angelina prefirió no confiarse.
Él se acerco a ella con la intención de abrazarla, pero un enorme escalofrío la obligó a aferrarse al torso de su padre con fuerza.
De cierta forma, tuvo la misma sensación que tenia cuando era pequeña y un extraño se le acercaba.
-Saluda a tu tío, Gabriel.- Ella negó y enterró su rostro en el pecho de su progenitor.
Automáticamente, las imágenes de ese horrible día aparecieron en su mente. Pudo sentir de nuevo como sus manos trataban de escabullirse entre su ropa, como las palabras y las propuestas eran susurradas en su oído. Recordó como su propio tío intentaba robar su inocencia de a poco.
-Por favor, papá. Que se vaya de aquí.- Murmuró. Ella no quería verlo ni escucharlo. Jamás creyó que lo volvería a ver.
-¿Qué sucede?
-Por favor.- Sollozó la chica.
-Lo lamento, Gabriel, pero será mejor que te alejes.
No escuchó ninguna respuesta por parte de su tío, pero pudo confirmar, cuando su padre la envolvió con sus brazos, que ese hombre no volvería a acercarse.
En el auto, Angelina tuvo la mala suerte de compartir el asiento trasero del auto con Gabriel, ya que su madre le ofreció una taza de café y de paso, ponerse al día con su vida.
Él mantuvo su distancia y se limitó a hacer un par de preguntas.
-¿Y cómo llevaste la vida con esa mujer?- Preguntó de forma amistosa. Angelina lo fulminó con la mirada y se encogió de hombros.
Pudo notar un destello de culpa en sus ojos, pero prefirió ignorarlo.
-No es de incumbencia.
-¡Angelina!- Exclamó su madre.
-Tranquila, Marie. Comprendo que guarde un poco de rencor.
-De todas formas, ella debe hablar con respeto. Jamás le enseñamos a hablarle así a otro mayores.
Su padre miró de reojo al hombre con desconfianza por el espejo retrovisor. De cierta forma, algo malo sucedía.

-Entonces estuviste en California todo este tiempo.- Repitió Marie mientras le entregaba una taza de café a su hermano.
Cuando llegaron al hotel, Angelina le preguntó si la dejaba irse a la cama. Ella no se lo permitió alegando que no había visto a su tío en años.
Así que sólo se sentó en el sillón y se concentró en ignorar a todos.
Estaba extremadamente cansada. Necesitaba acostarse con urgencia, necesitaba limpia las heridas, las cuales debían estar infectadas en ese punto.
Jamás había experimentado tanto dolor como en esos días. Trató de respirar lentamente, pero sus magullas costillas no ayudaron en nada. Ahora que estaba tranquila, su cuerpo dolía el doble. Era como si un calambre había entumecido todo su cuerpo.
-¿Quieres alguna cobija, Angelina?- Ella miró a su padre y asintió.
Él se puso de pie y salió de la sala.
-Aún no comprendo como fuiste capaz de irte de un día para el otro. Gabriel, mamá te necesitaba.- Él bajó la mira culpable.
-No tuve opción, Marie.- Lina negó  y desvío la mirada. Tenía el pulso de soltar todo en ese momento, pero algo se lo impedía.
-Ya vuelvo.- Dijo su madre tomando el plato que antes contenía galletas y se fue a la cocina a reponerlas.
-¿Y bien? ¿Ella siguió golpeándolos?- Miró de reojo a su tío y suspiró.
-¿Y tú? ¿Seguiste abusando de menores?- Él alzó las cejas, sorprendido por el arrebato.
-Angelina...- Se acercó un poco a la chica.
-No te acerques a mi.- Él se detuvo por un segundo y luego asintió.
-Créeme que jamás me arrepentí de algo en toda mi vida. Luego de que mamá me corrió, me fui a California y me interné voluntariamente en un centro de rehabilitación. De verdad, mi cuerpo está limpio hace años.
-¿Y eso debería importarme?
-No voy a hacerte daño, Lina. Prefiero morir antes de volver a hacer algo como eso. Y, lo sé, jamás vas a perdonarme pero puedo asegurar que no volveré a tocarte. Ni siquiera para saludar. Lo que hice fue horrible...
-Lo que me hiciste a mi y seguramente a un incontable número de chicas.
-No...- Negó y entrelazó sus dedos.- Por más que me repugna decir esto, tú fuiste la primera y la última persona a la que toqué sin consentimiento.- Lina no pudo evitar la mueca de asco en su rostro.
¿Por qué sus padres tardaban tanto?
Necesitaba que volvieran, se sentía desprotegida en la misma habitación en la que se encontraba él.
-Yo sólo vine al funeral de mi madre. Sólo para eso. Prometo que jamás sabrás de mi luego de esto. A menos que le suceda algo a mi hermana y ella me necesite.- Asintió lentamente.
Se alegraba saber que no volvería a verlo.
-Lina...- El rostro de su tío cambió rápidamente.- Tu rostro.- Señaló las heridas.- ¿Fue ella verdad?- Ella bajó la mirada y no respondió.- Ella jamás se detuvo.
-No... y empeoraba cada día.
-¿Marie lo sabe?- Negó sin dudar.- ¿Y qué éstas esperando?
-Aquí tienes.- Dijo Alonso cubriéndola con una cobija.- ¿Te sientes bien? Estas muy fría.- Preguntó mientras acariciaba el pelo de su hija.
-Si, sólo... tengo frío.
Luego de eso, sus padres y su tío hablaron un poco más. Se pusieron al día, hablaron de sus vidas, sus relaciones entre otras cosas que no le interesaban en absoluto.
Angelina se sentía en un pozo. Sentía un peso menos encima al saber que la anciana ya no estaría pisando sus talones, pero otro peso subía al mismo tiempo. Aún no le decía a sus padres lo que sucedía, sus heridas se infectaban cada vez más y ya no se sentía capaz de soportar el dolor.
Además, aún estaba el problema con Caleb y otros cientos más se sumaban.
Se sentía peor que antes.
-¿Les puedo dar un consejo?- Preguntó su tío segundos antes de irse. Sus padres asintieron.- Cuiden y escuchen atentamente a Angelina. Ella sufrió mucho mientras ustedes no estaban.- Marie frunció el ceño confundida y miró a su hija.
Una vez que Gabriel se fue, Marie se cruzó de brazos y se paró frente a Angelina.
-Bien, Angelina. Ahora dime.- Dijo tomando asiento en la mesa de café frente a ella.- ¿Qué fue ese espectáculo en el cementerio?
-Marie, no creo que debamos hablarlo ahora.
-Ya... basta, Alonso ¿Por qué la odiabas? ¿Esa es la forma de agradecer todo lo que hizo por ti y por Jake?
Angelina puso los ojos en blanco y sonrió de lado ¿Lo que hizo por ellos? ¡Por favor!
-No tengo nada que agradecerle a esa mujer.
-Basta ya, Angelina.- Interrumpió su padre.- Ahora si estoy molesto. Tu abuela accedió a cuidarlos todos esta años. Todo lo que tienes y aprendiste es gracias a ella. Deja tu actitud de adolescente egoísta de una vez.
-Papá, ella jamás hizo nada bueno por Jake y por mi.
-¿Bromeas?- Se puso de pie enojado de repente y comenzó a dar vueltas por la sala.
-¿Cómo puedes decir eso?- Continuó su madre.- ¿Cómo pudiste ser capaz de decir esas cosas en su funeral? ¡¿Es qué no piensas?!
-¡Ella jamás pensó antes de golpearnos a mi primo y a mi!- Se puso de pie ignorando el desconcierto de su madre.- ¿Crees que lo que tengo en el rostro realmente fue en el autobús? ¡No! Fue ella porque descubrió que estoy saliendo con alguien!
-¡¿De qué hablas?! ¡Ella jamás te levantó la mano!
La furia de su madre era palpable a metros de distancia, pero no era tan grande como la de Angelina.
Estaba cansada de ocultarlo. Ella estaba diciendo la verdad. No era la mejor forma, pero al menos lo estaba haciendo.
-¡Eso tú no lo sabes! ¡Jamás estuvieron presentes!- Marie se acercó a su hija con los ojos envueltos en furia.
-¿Cómo te atreves a hablar de esa forma? ¡Ella era tu abuela! ¡Ten un poco de respeto!
-¡Una mujer como ella no se merece mi respeto!
-¡Basta!- Se interpuso Alonso cansado de tanto grito.- Angelina, no puedes mentir de esa forma, mucho menos con tu abuela.
-Papá, estoy diciendo la verdad. Sólo dejen que les explique.
-No hay nada que explicar. Tu comportamiento fue horrible. Fue muy mal educado de tu parte. Jamás te enseñamos a mentir.
-¡Exactamente! Por eso tienen que creerme. Tengo pruebas.-Dijo esperanzada de que sus padres la escucharan.
-¡No tienes nada!- Angelina miró a su madre sorprendida.
-¡Si las tengo! Si tan sólo me dejaran enseñarles.- Su padre negó.
-Basta, Angelina. Pídele perdón a tu madre y olvidemos todo esto.- Ella miró dolida a su padre.
Él siempre está de su lado ¿Por qué no quería escuchar?
-Pero, papá. Mira.- Angelina comenzó a quitarse su abrigo, pero a penas soltó el primer botón, un golpe chocó su mejilla.
El golpe fue tan fuerte, que las heridas que tenia en su boca, volvieron a abrirse, llenando su boca de sangre en pocos segundos.
El ardor en su mejilla comenzó al mismo tiempo que en sus ojos y en su pecho.
-Marie... ¿Qué...?
-No vuelvas a difamar a mi madre ¡Jamás en tu vida vuelvas a hacerlo!- La mano de la mujer picaba debido al impacto. Estaba igual de roja que la mejilla de su hija.
Su corazón se partió en mil pedazos. Se supone que los padres deben confiar en sus hijos ¿Por qué ellos no lo hacían?
Angelina sonrió incrédula mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas, dejando que un hilo de sangre se deslizara por la comisura de su boca.
Escupió un poco de sangre y señaló su mejilla mientras miraba a su madre.
-Soporté palizas que jamás podrás imaginar ¿Crees que esto me dolió?- Angelina puso los ojos en blanco y negó.
-Angelina, ve a tu habitación- Ordenó su padre.
-Me duele más que no me crean. Que siempre ignoren la realidad. Creyendo que mi abuela me lo dio todo. Cuando la realidad en la que estoy es peor que cualquier infierno.
-¡Vete a tu habitación!- Su padre estaba furioso. Todos lo estaban.
Miró a su madre por ultima vez. En sus ojos sólo había furia.
Angelina negó y acomodó su abrigo antes de caminar con la frente en alto hasta la habitación de hotel, con lágrimas rodando por sus mejillas.
Una vez dentro, cerró la puerta con seguro y se dejó caer al piso lentamente.
-¿Cómo se atreve?- Escuchó a sus padres hablar a lo lejos.
-Cálmate ¿Quieres? ¿Por qué la golpeaste?
-¿Qué más quería que hiciera? Es de mi madre de quien habla, Alonso.
-Pero no tenías por qué golpearla. Jamás promovimos la violencia en esta familia ¿Por qué hacerlo ahora?
-Debía hacerlo. No puede hablar de esa forma de la persona que cuidó con tanto esmero. Mucho menos en su propio funeral. Es que mi madre tenia razón. Angelina es una chica mal agradecida. Ella lo repitió muchas veces.
-Lo sé, pero...
-¿Pero qué?
-¿No te parece raro? No es la primera vez que Angelina la acusa de haberla golpeado.
-¿Estas  defendiendo a esa niña?
-No, sólo digo que es sospechoso.
-Alonso, eso es lo mas cínico que has dicho ¿Crees que lo que dice es cierto? Mi madre era una mujer mayor ¿Cómo hubiera podido hacerlo?
-Yo sólo estoy diciendo.- Alonso soltó un fuerte suspiro.- Sólo... deberíamos... hablar con ella.
-No hay nada de que hablar. Después de esto, jamás volveré a confiar en ella ni en nada de lo que diga.- Sus pasos se escucharon por el pasillo y la puerta se cerró de golpe unos segundos después.
-Maldita sea.- Murmuró mi padre.
¿Ahora que debía hacer?
Su abuela muerta. Sus padres no querían escuchar. Let seguramente no volvería a hablarle.
Tomó su celular y buscó el contacto de Caleb.
Si traba de hablar con él, tal vez lograría arreglarlo todo.
Secó sus lágrimas y apretó el icono verde.
El tono sonó varias veces más hasta que finalmente la envió al buzón de voz.
Trató de hacerlo varias veces, pero en todas las ocasiones obtenía la misma respuesta.
Decidió dejarle un mensaje. Solo dos frases.
"Lo siento. Te amo."
Él ya no la quería creer, era lo mas normal. Así que cumpliría con su capricho. Al fin y al cabo, no era la primera vez que se quedaba sola.
Las gotas de lluvia golpearon con fuerza la ventana de la habitación en la que se alojaba Angelina.
Desde hace varias horas, la mente de la chica se había desconectado hacia un largo tiempo. Ella había decidido reevaluar su vida y comenzó a creer que las posibilidades de ser feliz de nuevo eran muy escasas. La promesa de Jake estaba muy lejos de hacerse realidad.
  ¿Cómo se suponía que día ser feliz luego de pasar lo que ella había pasado?
Además... ¿Vivir con el nivel de confianza que le tenia a sus padres  en ese momento?
Miró al techo en busca de una respuesta, pero nada apareció milagrosamente.
Sentía que su vida ya se había acabado... de hecho, sentía que su vida se había acabado cuando esos ladrones acabaron con la vida de su primo...
(...)
Luego de pasar la noche en vela, Angelina salió de la habitación con el bolso que había preparado antes de irse de su casa.
Sus padres le informaron que ya podían volver al departamento.
Ella no quería volver a ese lugar, sino embargo, sus padres ya no la escuchaban. De nada servía discutir, ella debía hacer lo su ellos decían.
A penas cruzó el umbral, un escalofrío recorrió su cuerpo y los recuerdos de aquella última fatídica tarde comenzaron a golpearla.
Bajó la mirada y fue directamente a su habitación sin levantar la mirada. Al pasar frente a la antigua habitación de su abuela, apretó el paso sin poder evitar recordar la soga ajustada en el cuello de la anciana.
Cuando cerró la puerta de su habitación con seguro, se quedó unos segundos mirando el lugar. Estaba tal y como lo había dejado.
Negó y comenzó a buscar su uniforme. Sus padres decidieron volver con la intención de que Angelina volviera a la escuela cuanto antes.
En la mañana que siguió, se vistió como acostumbraba y ató su pelo en dos pequeñas trenzas. Por alguna razón estaba sudando más de lo normal y su pelo le molestaba demasiado.
Cuando salió al pasillo, recordó que su abuela ya no estaba allí para revisarla. De todas maneras, no dejo que su uniforme estuviera en malas condiciones.
Sus padres se encontraban en la cocina, los dos con la mirada clavada en sus desayunos. Miró a su madre de reojo y recordó la bofetada que le propinó. Tuvo que cubrir su mejilla con maquillaje debido a que un moretón quedó en ella.
A decir verdad, los moretones que ya tenia hace tiempo no daban señal de borrarse al igual que el de su mejilla. Le resultado extraño ya que no acostumbraban a tardar tanto en borrarse.
Sin decir nada, se puso su abrigo, tomó su mochila y se preparó para salir.
-¿No piensas desayunar?- Preguntó su padre cuando la vio preparándose. Angelina se detuvo y se volteó a mirarlo. Negó lentamente mientras mordía su labio inferior.- Debes hacerlo.
-No quiero.- Miró de reojo a Marie, quien se rehusó a levantar la mirada. Alonso suspiró cansado
-De acuerdo. Pero no te saltes el almuerzo, Angelina.
Ella asintió sabiendo que mentía.

Los pasillos de la escuela se sentían muy raros. Se sentían como antes, cuando no tenia ni un solo amigo en el mundo.
Estaba sola de nuevo.
No había hablado con Let desde la vez en el baño. No tenía ganas de acercarse a Chris. No veía a Teo por ningún lado y Caleb no quería verla.
Su corazón se sentía estallar. Al final se había acostumbrado a sus muestras de afecto, tanto que ya las extrañaba.
Los recesos los pasó en el patio, sentada debajo de un árbol, mirando un punto fijo en el piso.
¿Cómo podría tener una vida normal cuándo todo estaba tan mal?
Luego de conocer a Let, Teo y Caleb, no volvió a quedarse sola en el receso y el almuerzo, siempre estaba riendo por las ocurrencias de sus amigos.
Nunca se imaginó que su vida se convertiría en eso si su abuela desparecía. Se imaginaba un mundo lleno de color y alegría. Sin embargo, su mundo se había ido abajo en tan solo un minuto. Todo estaba silencioso y gris.
-Mira quien esta aquí.- Angelina levantó la mirada y frunció el ceño al ver a Vanessa frente a ella.- Me enteré lo que hacías con Chris en la biblioteca. No me sorprende de ti debido a tu reputación de zorra, pero si me sorprende de Chris. Tiene gustos raros.
-Si yo fuera tú, pensaría las cosas antes de decirlas.
-¿Qué debería pensar? Chris me dejó por ti. Es humillante, pero mucho mas para Caleb. Él estaba tan enamorado de ti. Lo ilusionaste en vano.- Angelina se puso de pie cansada de escuchar tantas estupideces.
-Supongo que esta es mi oportunidad. Un chico despechado es fácil de manipular.
-No te acerques a él.- A ella no le gustaban los celos, sin embargo, no podía evitarlo si se imaginaba a Vanessa y a Caleb juntos. Esa idea no le gustaba para nada.
-¿Por qué? Al fin y al cabo, me quitaste a Chris.
-Yo no te quite a Chris. Y me parece muy descarado de tu parte decir eso luego de engañarlo con un centenar de chicos.
-¡Él lo hizo primero!
-Suficiente.- Teo apareció de la nada y se puso de pie a un lado de Angelina.- Vete.- Vanessa puso los ojos en blanco y bufó.
-No te metas en esto. Ella engañó a tu amigo.
-¿Y qué? Caleb no me dirá con quien debo hablar.- La rubia miro sorprendida al chico unos segundos antes de negar y voltearse para irse.
Angelina volvió a tomar asiento sin decir nada.
-¿Cómo estas?- Preguntó Teo mientras tomaba asiento a su lado.
-¿Cómo crees que estoy?
-Me lo estoy imaginando, pero prefiero escucharlo de ti.- Angelina suspiró y miró a Teo. Él la miraba con atención, pero no estaba enojado.
-Estoy mal... muy mal.
-Entiendo. Caleb exageró un poco. Pero estaba muy enojado. Recuerda que ya le hicieron esto antes.
-No es sólo él.- Murmuró.- Además, yo no lo engañé con Chris. Jamás lo hice.
-Lo sé. Él me lo contó. Sé que él vive en el departamento de Let. Lo descubrí una vez que fui a su casa. Lo encontré besando a su novio en la cocina.- Angelina lo miró incrédula.- Let creyó que no estaba en casa. Casi se muere cuando los vio allí. Pero no dudó en explica rápidamente. Chris también lo hizo y me explicó que relación tiene contigo. Le creo... a él, a Let y te creo a ti. Pero Caleb no quiere hacerlo y cuando te nombré, no quiso escucharme y se enfureció aún más.
Lina clavó las uñas en el pasto y arrancó un poco. Si Caleb no escuchaba a Teo era su fin. Jamás lo recuperaría.
-Ellos... te dijeron... otra cosa?- Preguntó la chica temerosa de que Teo ya supiera la verdad.
-¿Otra cosa? ¿Cómo qué?
-No, no... nada.- Él asintió y suspiró mirando al piso.
(...)
Secó sus manos con una servilleta y se miró al espejo. Se sentía muy mal. Pero no pensaba volver a su casa.
En el pasillo se esforzó por encontrar a Caleb, pero no tuvo éxito. Ahora comprendía lo que Caleb sentía cuando ella lo evitaba.
En la clase del señor jones, Caleb no se volteó en ningún momento, sin embargo, Angelina no quitó la mirada de su espalda en toda la clase.
-Señorita Deluca, preste atención. Luego puede mirar a su novio todo lo que quiera.- Angelina se sonrojó al instante mientras que Caleb sólo se limitaba a apretar su lápiz casi partiéndolo.
En el receso, Angelina fue hasta la biblioteca, lugar donde había visto entrar a Caleb.
-Recorrió los pasillos dispuesta a insistir y pedirle que la escuchara. No se iba a detener hasta que Caleb volviera con ella.
-¿Pero qué te pasa?- Angelina se detuvo en un pasillo y se escondió detrás de un librero al escuchar la vos de Caleb.- Aléjate de mi.
-No seas estúpido, Caleb.- La respiración de Lina se detuvo al escuchar a Vanessa- Ella te engañó con Chris. Ya déjalo.
-Por más que me haya engañado, no quiero que me toques. Me repugnas.
-No digas estupideces. Debemos hacer esto.
-¿Con qué punto? Lo que tenía con Lina se acabó. No tiene sentido hacer nada estúpido para demostrar cuan dolido estoy.
-Claro que debes hacerlo. Es tu oportunidad para lastimar a esa loca ¿Qué no escuchaste cuando te dije que no es la primera vez que lo hace?
-¿Y piensas que voy a creerte? No necesité mucho tiempo para entender que eres de las peores mentirosas de esta escuela.
-No estoy mintiendo.- Hubo una pausa bastantes larga, donde Angelina comenzó dudar y se asomó un poco para ver que ocurría. Allí estaba él acorralado contra uno de los libreros, mientras que Vanessa pasaba las manos sobre la corbata del chico intentando parecer seductora.
-Lo lamento. No debo creerte. Angelina me dio pruebas suficientes para saber que soy el primero.
-Sólo vamos a hacerlo. Solo una vez.
-No lo sé... no contigo.
-Vamos... lo hiciste una vez.- La mano de Vanessa se empuñó en la camisa de Caleb.
-Estaba ebrio.
Angelina inclinó un poco la cabeza para ver la escena y se encontró con Vanessa jugando con la corbata del uniforme de Caleb.
-No tiene nada de malo hacerlo sobrio. Sólo será una vez. Te lo prometo.- Caleb la miró dudoso un par de segundos. Se veía como si se estuviera debatiendo con él mismo.
Vanessa no lo dejó decir nada y se acercó más rozando lentamente sus labios con los de su chico, el cual no se negó, permitiendo que la rubia cumpliera con su cometido y lo besara apasionadamente.
Angelina dio un paso hacia atrás, asqueada por la imagen y con el corazón hecho trizas, con lo ojos llenos de lágrimas.
¿Por qué Caleb cedió? ¿Por qué lo hizo? Él sólo tenia que irse.
-Espera...- Caleb alejó bruscamente a Vanessa y negó.- No... no te acerques.- Él se alejo de ella y comenzó a acercarse al pasillo para salir de la biblioteca.
Angelina no podía moverse, tenia los pies clavados en el piso, pero se esforzó y se escondió en el librero que tenía a su lado.
Caleb, por su parte, se alejó confundido rascando su nuca.
No entendía que debía hacer y ahora se sentía culpable por lo que sucedió con Vanessa. Debía aclarar su mente y hablar con Lina.
Angelina, por otro lado, se quedó sentada en la biblioteca mordiendo su labio inferior pensando en qué debía hacer.
Estaba más que claro que Caleb ya no quería nada. Lo amaba demasiado, pero ver esa escena le rompió el corazón.
Finalmente decidió que si Caleb la había dejado, ella no podía reclamarle nada, lo que le dolía más.
Caminando lentamente por la calle con la mente perdida, Angelina reevaluó su vida.
Sentía que estaba mucho más cómoda con su abuela viva, aunque la golpeara hasta casi matarla y le prohibiera el alimento. Al menos en ese momento, la mayoría de las cosas estaban en orden. Ahora, sin embargo, todo se había dado vuelta. Parecía que volvía a ser invisible para el mundo, incluso para sus padres.
En la cena, Angelina no se atrevió a tocar su plato, solo se quedó mirando la comida.
-Angelina ¿Estas bien?- Las palabras de su padre fueron solo un susurro que no escuchó.- Lina... estás sudando.- Alonso  tocó la frente de su hija y se horrorizó al notar que la piel de la chica estaba ardiendo y que pequeñas gotas de sudor caían por su rostro.-¿Por qué no dijiste nada? Ve a darte una ducha ahora.- Ordenó, sin embargo, Angelina no se movió de su lugar. Estaba totalmente perdida.
Alonso tomó el brazo de su hija haciendo que esta reaccionara. Ella miro confundida a su padre y lo siguió hasta el baño. No comprendía porque la había llevado allí. Se había perdido todo lo que había dicho. Estaba confundida cuando vio que abrió el grifo y dejaba que la bañera se llenara de agua. Luego salió y la dejó allí sola.
Angelina miró el agua unos segundos, hasta comprender lo que su padre quería.
Se quitó la ropa lentamente, casi soltando un alarido cuando tiró su camiseta y noto que esta se había pegado a las heridas de su espalda. La quitó con cuidado mientras mordía su labio inferior. Al hacerlo, logró ver la cantidad de sangre que había perdido. Decidió dar la camiseta por perdida y la tiró a la basura.
Estuvo dos horas en la bañera mirando como el agua se teñía de rojo. No se movió de allí hasta que el agua se congeló y su piel se arrugó.
Notó su cuerpo totalmente débil. Casi no podía mantenerse en pie. Se sentía horrible.
Frente al espejo se dio cuenta como su cuerpo se consumió en pocos días y como el moretón que le hizo su madre no se había borrado ni un poco.
Aún no podía creer que su madre la había golpeado.
Fue hasta la cocina con la intención de tomar agua. Jamás se imaginó que vería esa imagen de nuevo. Muchos menos en esa persona.
-¡¿Estas loca, Marie?! ¡¿Por qué?!- Pregunto Alonso. Su madre estaba totalmente borracha.
Tres botellas de licor vacías yacían sobre la mesa llevando recuerdos a Lina. Recuerdos que quería olvidar.
-Fue ella, Alonso.- Murmuró Marie.- Ella la mató.
-¿Qué?
-Angelina mató a mi mamá.- Dijo la mujer sollozando.- Ella lo hizo.
Angelina apretó sus puños y se apresuró a volver a su habitación donde se encerró.
"Angelina la mató "
¿Realmente Ruth se suicidó por culpa de ella o realmente estaba desquiciada?
Demasiadas preguntas comenzaron a aflorar en su mente, revolviendo su cabeza, enloqueciéndola.
-Mira lo que le hiciste a tu madre.- Angelina se paralizó al escuchar esa voz. Se volteó lentamente y casi le dio un infarto al verla allí.- Primero yo y luego tu madre. A este paso matarás a toda tu familia.- Las uñas de Angelina se clavaron en sus palmas al ver a su abuela de pie detrás de ella, de brazos cruzados, mirándola con desprecio.- ¿Por qué no te matas tú? Se arreglaran todos los problemas de una buena vez.
Angelina se arrojó a la cama y se cubrió con las mantas aterrada por las imágenes que le daba su mente.
"¿Por qué no te matas tú? "
Volvió a repetirse en su mente.
...
¿Por qué no hacerlo?



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