LINA P.O.V.
-¡Largo!- Mi abuela me empujó fuera del departamento y cerró la puerta con fuerza. Solté un suspiro mientras miraba el piso.
Bueno, al menos puedo regresar al anochecer, sólo que no sé que hacer en el tiempo que queda.
Apreté las mangas de mi campera y comencé a caminar fuera del edificio mientras pensaba en los lugares a los que podía ir el resto del día. Hacía mucho frío como para estar en la calle dando vueltas.
Tal vez podría ir a parque de la ciudad, aunque hace frío el sol calienta lo suficiente. El bar de Bobby es otra buena opción, pero gasté mi dinero en el almuerzo en la escuela para que Let no hiciera preguntas.
¿A dónde puedo ir?
Caminé unas cuantas calles pensando un lugar donde quedarme, hasta que pasé frente una pescadería. El olor a pescado fresco me recordó un lugar; un lugar al que no voy hace mucho tiempo.
Caminé hasta una parada de autobuses y esperé a que llegara el indicado para llevarme con mi viejo amigo.
(...)
El recorrido duró una hora, pero valió a pena.
Caminé los pocos kilómetros que me separaban de mi destino y crucé el pequeño "bosque" que ocultaba la vista del hermoso lugar.
Al fin llegué al lago que estaba a las afueras de la ciudad. Jake y yo solíamos venir aquí y yo no abandoné ésta costumbre, sólo que no he tenido oportunidad de venir estos últimos meses.
Respiré profundo y olor a flora y tierra mojada entró en mis fosas nasales provocando que, automáticamente, me relajara. Amo éste lugar.
Me acerqué lentamente hasta el viejo muelle, mis pasos hacían crujir a madera, el tiempo y la humedad están acabando con este muelle. Me senté al final de éste con las piernas cruzadas y miré al agua esperando que el tiempo pasara y el viejo Adam apareciera, ya casi era la hora en la que él acostumbra pescar.
El agua del lago estaba algo turbia, hay mucho viento en ésta época. Traté de calentar mis manos ocultándolas dentro de las mangas de mi campera y esperaba que mis viejas botas hicieran lo mismo con mis pies.
Ya era otoño, las tardes suelen ser muy frías y la escasa ropa que tengo puede abrigarme, pero a veces no es suficiente. Espero que mis padres puedan venir antes que el invierno comience así mi madre decide comprarme ropa para época; con suerte podré ocultar algunas prendas para que mi abuela no las vea.
-Piccola, creí que te habías olvidado de mi.- Volteé la cabeza y miré al hombre que estaba detrás de mi con una pequeña sonrisa.
-¿Cómo creíste eso Adam?- Me puse de pie y me acerqué rápidamente a Adam quien no dudó en envolverme en sus brazos. Apoyé mi cabeza en su pecho y sonreí un poco más al sentir los latidos de su corazón.
-No has venido en meses.- Dijo con su hermoso acento italiano.
-No he tenido tiempo, mi abuela no me ha corrido de la casa últimamente.- Respondí encogiéndome de hombros.
-Dannati vecchio pazzo. (Maldita vieja loca).- Murmuró mientras se alejaba un poco y tomaba sus cosas. Ayudé a Adam a sentarse en el borde del muelle para luego preparar su caña de pescar.
El viejo Adam es un hombre muy bueno. Emigró al país cuando él tenía veintiséis años y desde ese entonces vive en una cabaña que se encuentra a unos cuantos metros del lago. A él le encanta éste lugar, es tranquilo.
Aunque tiene sesenta años no los aparenta, parece mucho más joven, como si recién estuviera entrando a los cincuenta y tantos. Su pelo apenas y tenía canas, su piel casi ni tenía arrugas y tenía una vida mucho más saludable que la mía. Él suele decir que es así porque vive alejado del estrés de la ciudad y la rutina, vivir en un lugar así lo relaja, estar apartado de los problemas y preocupaciones. Estar alejado de todos.
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¡Esto Es Vida!
RomanceTodos tenemos secretos, no importa de que clase, todos los tenemos. Angelina tiene su propio secreto, uno muy oscuro, pero jamás lo comentó con nadie ya que si lo revela su vida correría riesgo, y pasó por mucho como para tirar todo por la borda...