Capítulo 55

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Unos estruendosos ruidos llamaron su atención y miró la puerta asustada. De esta, aparecieron Chris y Wyatt con globos, bolsas de regalo, un enorme oso de peluche y a los gritos.
  -¡Feliz día de alta!- Gritaron los dos al mismo tiempo, mientras Wyatt lanzaba papel picado a su paso.- ¡Ten!- Chris lanzó el osos de peluche sobre ella, el cual la aplastó, ya que era tres veces su tamaño.
Con esfuerzo, lo hizo a un lado y respiró hondo. Wyatt ató los globos a los pies de la cama y Chris se sentó a su lado.
-¿Estás contenta por salir de este manicomio?- Ella no contestó pero si se encogió de hombros.
-Estamos muy emocionados de que por fin salgas de aquí. Tenemos muchos planes para festejar ¿Que te parece?- Ella miró a Wyatt arqueando una ceja.
¿Cómo iba a decirle que la fiscalía había decidido que no podía salir de la casa hasta que no la autorizaran?
El detective tenía videos y testimonios, pero no encontraron ningún objeto ni ninguna muestra de ADN que demostrará que allí ocurrían actos violentos.
Claramente no iban a encontrar nada de eso, ya que su abuela solía esconder los "elementos de tortura". Ni siquiera ella sabía dónde estaban.
¿Sangre?
Jamás encontraría. Siempre limpiaba muy bien cada rincón de la casa después de las palizas. Incluso solía limpiar con un cepillo de dientes las uniones de las baldosas del piso y entre las maderas. Era un trabajo largo y agotador, pero siempre quedaba impecable. No quedaba no una sola gota de sangre.
-Debes venir a casa. Let aprendió a cocinar Frikadellen, y le queda delicioso.
-Chris tiene razón, Lina. Arlet está comenzando a llevarse muy bien con la cocina. Debemos festejar allí.- Sonrió un poco abrió una de las bolsas que le había dado Chris.
Let iba a visitarlas todos los días después del trabajo. Los primeros días no paraba de llorar, se culpaba constantemente con lo ocurrido, alegando que no debía insistir, si no arrastrarla fuera de ese departamento. Hasta que, luego de una semana, entendió que no fue su culpa. Lina decidió quedarse en el departamento, ella decidió proteger a Let.
De alguna manera logro hacerlo, aunque en el fondo, sabía que seguía sintiéndose culpable, solo que ya no lo repetía.
-¡¿Por qué no me esperaron?!- Gritó su amiga desde la puerta.- ¡Malditos desgraciados! Yo también quería gritar "feliz día de alta"
-Ay, no seas dramática, Let. Ya estás aquí ¿No? Grita ahora.- Dijo Chris antes de que Let se lanzará sobre su amiga.
-¡Hoy te vas! ¡Hoy saboreas la libertad! ¿Cómo te sientes?- Tomó sus manos y sonrió.- ¡No me contestes!- Cubrió la boca de Lina con su mano.- Déjame ver tu cara cuando salgas ¡Estoy tan feliz!- Lina soltó una pequeña risa mientras veía a su amiga saltar en la cama mientras empujaba a Chris y a Wyatt.
-¿Qué es todo esto?- Marie entró a la habitación sorprendida por todo el escándalo que había.
Rápidamente, Angelina borró su sonrisa y soltó las manos de su amiga.
-Hola, señora Deluca.- Saludó Wyatt y fue directo a darle un abrazo. No importaba que tan mal se había comportado con su hija, la gente aún la amaba. Logró ganarse el perdón de todos, menos el de su hija, quién, hasta ese momento, seguía ignorándola.- ¡Hoy se ve espléndida! ¿Qué crema utiliza para tener el cutis tan suave?
-Oh...- Marie sonrió al mismo tiempo que se sonrojaba.- Bueno, yo...
-Lo lamento, señora Deluca. Ya nos vamos así puede pasar tiempo con Lina.- Dijo Chris mientras tomaba a su novio del brazo y lo arrastraba fuera de la habitación.
-¡No! Espera. Hoy iba a decirme el secreto.
Cuando los chicos desaparecieron, Let apretó las manos de su amiga y siguió a sus amigos, dejando así a la madre a solas con su hija
Marie se acercó y tomó una de las bolsas
-Tienes muy buenos amigos.- De la bolsa, sacó un bonito abrigo rojo con botones negros.- Y con un gusto muy bueno.
Lina se cruzó de brazos y miró al oso que le habían regalado.
El ambiente se sentía pesado.
Realmente odiaba cuando su madre iba a verla. No podía mirarla a la cara. Ya no sentía la misma alegría que sentía antes al verla.
Marie bajo todas las bolsas y las acomodó en un rincón y luego tomo asiento frente a ella.
-Hablamos con el fiscal. Te dejarán salir del departamento siempre y cuando estés acompañada. Eso quiere decir que puedes salir con tus amigos, pero en horarios limitados o en caso de que te inviten a quedarte, siempre deben estar en una casa. No sean irresponsables como para decirme que se van a quedar en una casa y luego se van por ahí para hacer travesuras. Por el momento, también, te quedarás con nosotros en el departamento hasta que se consigan las pruebas necesarias. Luego tomarán una decisión.- Angelina frunció el ceño y bufó. No quería ir con ellos.- Se que no te gusta la idea, Lina. Tienes todo el derecho a estar enojada con nosotros, pero aún eres menor de edad y has pasado por una situación difícil. No quieren separarte de nosotros y nosotros no queremos que nos separen de ti...- Marie mordió su labio y tomó con suavidad la mano de su hija.- Yo de verdad lo lamento, Lina... Yo... Yo no...- Marie se quebró y se arrojó al regazo de su hija entre llantos.- Jamás creí que mi madre fuera capaz de hacer esto. Te arruiné la vida. Yo lo permití.- Lina intentó aguantar las lágrimas, pero al ver esa imagen, se le hizo imposible, así que al final, acompañó a su madre con su lamento.- Yo sé que me odias, me lo merezco. Pero por favor, no nos alejes. Por favor, no lo hagas.
Angelina comenzó a sollozar junto con su madre. Ambas soltaron todo  su dolor entre lágrimas y súplicas que duraron lo suficiente como para que se quedaran dormidas como cuando Lina era una niña y lloraba por miedo a las tormentas. Las dos abrazadas. Protegiéndose entre ellas de todo mal que se le acercara.
Lina amaba a su madre, pero había hecho cosas que le hacían difícil perdonarla. Sabía que era el amor que Marie le tenía a su madre lo que la cegaba, pero no debió comportarse de esa forma. Debió escucharla y ayudarla. En su lugar, la golpeó y la regañó por difamar a su difunta abuela.
Angelina ya no sabía qué hacer.
Quería perdonar a sus padres, pero no se sentía capaz de hacerlo. No era algo fácil de hacer como decir. Sin embargo, no se sentía capaz de guardarle rencor toda la vida. Sólo necesitaba un poco de tiempo.

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