Un hombre con camisolín azul y una libreta en su mano, tomó asiento a su lado.
-Hola, Angelina. Soy el doctor Murphy. Yo seré tu psicólogo ¿De acuerdo?- Ella no dijo nada, sólo se limitó a mirar por la ventana.- Vendré dos veces por semana para ver tu estado y cuando te den el alta podrás visitar mi consultorio ¿Qué te parece?- No contestó ni se movió. Parecía que ignoraba su presencia.- De acuerdo... ¿Podrías decirme como te sientes en este momento?- Él preparó su bolígrafo y su libreta para comenzar a anotar, pero al notar que la chica no decía nada levantó la mirada.- ¿No quieres hablar?... ¿Segura?... De acuerdo, supongo que aún no lo asimilas. Pero, te puedo decir que hablar de tu inquietudes con alguien más va a ayudarte mucho. Descargar las tensiones a través de una conversación es mejor que ingerir cualquier otro medicamento.- Angelina, por primera vez, miró fijo al médico.
Él no corrió la mirada, pero se sintió angustiado ante eso. Los ojos de la chica le demostraron lo rota que estaba. Sólo mostraban dolor y desesperación. Angelina estaba destrozada.
-Angelina. Yo puedo ayudarte. Lo prometo. Te ayudaré a aclarar tu mente, tus pensamientos, pero debes colaborar. Sólo debes esforzarse para conseguirlo. Ten asegurado que todo lo que te ocurrió, no volverá a molestarte. Ya eres libre, Angelina.- Ella comenzó a sollozar suavemente, pero no emitió ni una sola palabra.- Voy a volver en dos días y cuando lo haga. Espero que me digas aunque sea tu nombre. Tu voz será la única que puede ganar esto.- Dijo antes de ponerse en pie.- Y por favor, deja que las enfermeras te curen. Dejará de doler cuando permitas que te toquen.
Ella no contestó, tampoco emitió ningún sonido.
El psicólogo se retiró del lugar dejándola sola con sus pensamientos.
Quería llorar, pero le dolía tanto la cabeza que lo evitó.
No soportaba a nadie. Se irritaba a con facilidad. No toleraba que la miraran con pena.
Detestaba la hora de la visita. Odiaba que sus padres, Caleb, Teo, Let, Chris y Wyatt se plantarán enfrente del cristal y la miraran con tristeza.
No deberían estar así. Antes de intentar quitarse la vida, la mitad de ellos no querían verla o la tacharon mentirosa. Quería irse lo más rápido posible y alejarse de ese lugar horrendo. Intentar comenzar de cero.
Aunque después de eso, sentía que todo sería mucho más difícil.
(...)
Tres semanas después de estar ingresada en el hospital, por fin la transfirieron de cuidados intensivos a una habitación común, donde podía tener visitas, las cuales no debían estar detrás de un cristal.
Sus heridas ya se había cicatrizado y ya había comenzado un tratamiento para borrar las cicatrices lo más que podía. Pero aún debía quedarse, ya que aún debía subir de peso y debía mejorar la infección en sus riñones.
La bacteria estomacal ya había desaparecido, lo cual agradecía enormemente ya que le provocaba fuertes dolores. Las sesiones con el psicólogo habían avanzado, le dijo como se sentía y porque había intentado hacer eso, sin embargo, no le dijo lo que su abuela habían hecho y sólo hablaba con él. A su familia y a sus amigos no les dirigía ni una sola palabra, ni la mirada. Estaba avergonzada y enojada.
Sus padres jamás la había escuchado, la trataron de loca, de mal educada. Estaba decidida a alejarse de todo en cuanto la dejaran salir de ese lugar.
Faltaban cuatro meses para graduarse, sin embargo, no había logrado ingresar a ninguna Universidad. Tampoco tenía muy definido que carrera quería seguir. Así que había pensado en conseguir un empleo hasta que pudiera ingresar en alguna Universidad, para luego irse de Brooklyn y comenzar su vida de cero.
El ruido de la puerta la trajo de nuevo a la realidad.
De esta, apareció Teo con una gran sonrisa y una bolsa de compras en sus manos.
-Hola mi chica en apuros.- Dijo antes de cerrar la puerta y acercarse a Lina.- Me dijeron que hoy estabas de mal humor, así que pensé ¿Que mejor que venir a molestarte?- Angelina frunció el ceño y se volteó, dándole la espalda.- ¿Me vas a ignorar?- Ella no se volteó, pero si pudo sentir como Teo tomaba asiento en los pies de la cama.- Me sorprende que aún pienses que voy a dejarte en paz cuando me ignoras. No lo lograste antes y no lo harás ahora.
Eso es un punto para Teo. Si antes no pudo alejarlo, mucho menos podría hacerlo ahora. Así que puso los ojo en blanco y se sentó para mirarlo arqueando una ceja, dando a entender que su visita no le gustaba nada.
-Mírame como se te de la gana. Sé que en el fondo estas feliz de que viniera. Y te alegrará saber que vine con un regalo.- Le tendió la bolsa a Lina con una enorme sonrisa y esperó paciente a que ella se fijara que había en ella.- Sé que son tus preferidos.- Lina abrió los ojos sorprendida y miró a Teo.- Si los escondes, las enfermeras no se van a dar cuenta que traje esto de contrabando.- Era verdad, no podía comer chocolates hasta que su estómago mejorara y las enfermeras seguramente iban a regañarla si los encontraban. Sin embargo, Teo se había encargado de llenar la bolsa hasta el tope de todo los chocolates preferidos de Lina.
Ella suspiró cansanda y se acercó a Teo para darle un pequeño abrazo, pero cuando estaba por soltarlo él la apretó un poco más.
-Extrañaba verte dando un abrazo.- Dijo contento provocando una pequeña sonrisa en su rostro.- Y me alegra mucho más que el primer abrazo que das, es a mi.- La soltó lentamente y le sonrió.- Chica en apuros, no es divertido si estas aquí todo el día. Recupérate rápido así me ayudas a molestar a Let en la escuela ¿Si?- Ella asintió lentamente y sonrió.- Eso quería ver. Una sonrisa en tu bello rostro. Ahora si podré molestar a Let y a Caleb.- Soltó contento.- Ahora sé que me prefieres a mi.
Bueno, debía admitir que la visita de Teo no era del todo molesta. No podía evitar adorar a ese chico.
-Ahora sólo me falta hacerte hablar. Y lo voy a hacer. En algún momento querrás que me largue y no lo haré hasta que me lo pidas.- Teo se cruzó de brazos y arqueó una ceja.- ¿Quieres me vaya?- Lina negó sin dudarlo lo cual sólo provocó que el pecho de Teo se inflara de orgullo.
Pasaron la tarde entre bromas de Teo e intentos fallidos para que ella soltara una palabra. Sin embargo, no quiso rendirse y siguió intentándolo hasta que Mark lo corrió de la habitación ya que debían controlar a Lina.
-Debes estar contenta, Angelina. Estas a dos kilos de conseguir tu alta.- Levanto un sobre y lo agitó para que Lina lo viera.- Aquí están los resultados de tus estudios. Tus riñones ya están como nuevos. No sufrieron gran daño, sólo fue la infección que afortunadamente controlamos, así que sólo queda esperar a que subas los kilos restantes y podrás comenzar tu vida de cero. ¿Qué te parece?- Ella hizo una mueca y miró sus manos
¿Comenzar una vida de cero?
No estaba segura de poder hacerlo. Ni siquiera sabía por donde comenzar. Debía graduarse y luego comenzar a estudiar alguna carrera de su agrado o conseguir un empleo. Lo cual no le entusiasmaba mucho ya que se sentía muy torpe como para mantener uno sin problema.
Ni siquiera sabía que iba a pasar con ella y sus padres. Tenía entendido que el señor Adam había puesto una demanda en contra de sus padres. Lo cual no comprendía ya que le había dicho muchas veces que sus padres no lo sabían. Que ella lo ocultaba. Y que sus padres confiaron mucho en su abuela como para creer tal atrocidad.
-Tu expresión me dice que no te gusta la idea ¿Verdad?- Lina asintió lentamente sin mirar a su médico.- ¿Tienes miedo, no es así?- Volvió a asentir mientra sentía como se formaba un nudo en su garganta.- Te entiendo. Es aterrador salir al mundo y tratar de olvidar un capítulo tan traumatizante. Pero aquí estas y es por algo. Lograste sobrevivir. Tienes una segunda oportunidad. Podrás comenzar de nuevo, vivir sin violencia física ni psicológica y te ayudará a ver la vida de una manera diferente. Si realmente fue tu abuela la causante de todo esto, entonces ya debes estar tranquila. Ella ya no está aquí, Lina.- Mark puso su mano en el hombro de la chica y apretó un poco.- Eres libre de hacer lo que quieres sin tener miedo a regresar a casa.
Era verdad.
Ella podía volver a casa sin el miedo de que su abuela estuviera del otro lado esperandola para darle una paliza. Tenía un peso menos encima. Finalmente era libre. Y aunque estuviera sola, se esforzaría por salir adelante.
Unas horas mas tarde, el señor Adam apareció en su habitación, alegre de poder verla otra vez.
-Hola mi Piccola.- Dijo este mientras la abrazaba.- ¿Cómo estás hoy?- Ella se encogió de hombros y miró por la ventana.- Hoy hablé con el inspector. Encontraron varias cosas en el edificio. Y un amigo tuyo declaró varias cosas. No sabía que un amigo tuyo lo sabía.
Chris.
Él era el único que conocía su situación con su abuela. Él seguramente contó todo lo que sabía. Eso la alivió un poco. Al menos no tenía que contar todo con lujo de detalle. O eso esperaba.
-¿Cómo lo supo? ¿Tú se lo contaste?- Lina negó rápidamente- ¿Te descubrió?- Lina asintió y cruzó los brazos. Quería hablar, pero por alguna razón no se sentía capaz de soltar alguna palabra.- Tantos años de secretos para que el chico que solía molestarte, te descubriera. Debo hablar con él. Al menos saber que tanto sabe.
Tomó una bocanada de aire y cerró los ojos.
-Él...- Soltó con voz temblorosa.- Él... vio como... como mi abuela me golpeó... en el supermercado. Luego él... nos siguió y descubrió las palizas que ella... Que ella me daba.
Adam la miró sorprendido. Era la primera vez que hablaba desde que despertó. No siquiera hablaba con sus padres. Cuando sus ellos estaban en la habitación, ella los ignoraba completamente y cuando estaba Caleb, sólo rogaba internamente que se largara. No quería verlo. Sin embargo, él iba todos los días a visitarla.
-Piccola... hablaste.- Dijo Adam con una gran sonrisa. Ella asintió y mordió su labio inferior.- ¡De verdad hablaste!.- Él se acercó y la abrazó contento de haberla escuchado. El echo de que ella no dijera nada lo preocupaba mucho. Temía que se convirtiera en la pequeña Lina. La que tardó mucho tiempo en confiar en él.- Estoy tan feliz, Piccola. Es un gran avance ¿Es la primera vez que hablas con alguien más aparte del psicólogo?- Ella asintió con una pequeña sonrisa y suspiró.- Ahora que lo hiciste, habla con tus padres. Lo necesitan. Y el fiscal necesita que ellos confíesen.
-Señor Adam. Ya basta... por favor.- Dijo cansada.- Levante la demanda... por favor. Usted sabe que ellos no lo sabían.- Miró triste al anciano y se acomodó para tenerlo de frente.- Usted más que nadie sabe que... que Jake y yo lo ocultabamos... para que no nos separaran. Y tampoco iban a creerlo... Era una mujer mayor ¿Cómo iban a pensar que era capaz de hacer eso?- Se detuvo y carraspeó. Su garganta dolía. Fueron muchos días sin hablar.- Por favor señor Adam.
-Aunque Levante la demanda, de todas maneras tu padres tienen que creerte. Y sin pruebas que sólo la Fiscalía puede conseguir, ellos no lo harán. Cuando ellos entiendan que realmente era tu abuela la que los golpeaba, pensaré en levantar la demanda o no. Se merecen pasar un mal rato. No importa que ellos estaban ausentes por temas de trabajo. Tú eres su única hija. Se supone que eres su prioridad. Y aunque su trabajo esté en la otra punta del país, ellos jamás debieron dejarte sola con tu abuela. Una niña debe estar con sus padres. No debe vivir con desconocidos. Alguien debe hacerlos pasar un mal rato para que puedan entender.
Ella miró los pies de la cama frunciendo el ceño. No creía necesaria la demanda para hacerlos entender. De echo, ni siquiera quería hacerlos entender. Sólo quería alejarse de ellos. Olvidarse que tenia padres y vivir sola. Sin preocupaciones, sin miedos y sin dolores.
Vivir la vida.
Como una persona normal.
(...)
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¡Esto Es Vida!
RomanceTodos tenemos secretos, no importa de que clase, todos los tenemos. Angelina tiene su propio secreto, uno muy oscuro, pero jamás lo comentó con nadie ya que si lo revela su vida correría riesgo, y pasó por mucho como para tirar todo por la borda...