26. Lorien

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En un minuto no estaban, y al siguiente aparecieron, silenciosos y risueños. A la derecha de Alina, un grupo de hermosos seres de baja estatura, enjutos pero de movimientos gráciles y delicados se dejó ver. Con una sonrisa, el más entrado en años sin llegar a ser viejo, se adelantó hasta ellos como si nada hubiese pasado y revoleando la mano con un estudiado movimiento, hizo una complicada reverencia ante el grupo y copiada por el resto de su compañía.

—Bienvenidos al hogar de la madre de todos los seres vivos en nuestra querida Babia. Los estábamos esperando, mi nombre es Gair, gobernador de Faerl. Es un honor tener a la iluminada y sus acompañantes con nosotros —explicó mostrando su reluciente sonrisa.

—Hubiésemos llegado antes si no nos hubiesen puesto tantas dificultades —repuso Elio con brusquedad.

—Me disculpo por los jóvenes, tienen una tendencia a divertirse a costa de extraños, pero supongo que entenderán la inocencia de la juventud —replicó Gair quitándole importancia.

—¿Inocencia? Si eso fue inocencia yo soy el próximo iluminado —murmuró Dai entre dientes.

—Por supuesto que entendemos, pero sus pequeños juegos nos han costado dos preciados días de viaje que debemos recuperar cuanto antes si queremos tener éxito en este enfrentamiento —dijo Mayra con frialdad.

—Ohhh estoy seguro que un grupo tan capaz como el suyo será capaz de recuperar el tiempo perdido y de realizar el trabajo que se requiere de todas maneras —contestó Gair mientras su grupo emitía agudas sofocadas risitas—. Pero basta de cháchara, por favor denme el gusto de guiarlos hacia el pueblo dónde se está realizando una fiesta en su honor.

—No tenemos tiempo para fiestas —repuso Elio secamente.

—También se hablarán de otros asuntos relevantes mientras todo se prepara, muchacho —contestó Gair dirigiendo una filosa mirada hacia Elio, sin rastros de sonrisa.

Siguieron al grupo de pequeños seres, tan ágiles que a los recién llegados les resultaba difícil mantener su paso. Los faerlingas brincaban pisando los lugares óptimos con sus pies descalzos para atravesar el bosque de la forma más silenciosa, rápida y segura. A su vez, les daba la destreza para voltear sus cabezas, mirar a cada uno de los invitados, lanzar pequeñas risitas y comentar entre ellos palabras ininteligibles. Alina notó que varias de las faerlingas miraban con regularidad a Elio antes de estallar en tontas risas al unísono, y que cada vez que esto ocurría, sentía que alrededor de Mayra crecía algo espeso.

A los diez minutos de travesía los guías pararon de golpe su marcha y comenzaron a mirar intrigados las copas de los árboles como si hubiesen escuchado algo. Los recién llegados se miraron los unos a los otros levantando sus hombros en señal de confusión. Finalmente, dos faerlingas emocionadas exclamaron unas palabras incomprensibles para Alina mientras señalaban la copa de uno de los árboles.

—Siempre le gusta llamar la atención —explicó Gair entusiasmado mientras lanzaba una risotada.

A Alina, las faerlingas le recordaban a las fanáticas de los conciertos cuando los cantantes salían a escena. Sólo les falta unas remeras y vinchas con el nombre de una banda y desmayarse en los próximos treinta segundos, pensó.

De la copa de los árboles comenzó a surgir una hermosa melodía, como si los arboles cantaran con el movimiento de sus hojas, como pequeñas campanitas sonando al mismo tiempo. Pétalos de flores rosados comenzaron a llover mientras una figura flotaba lentamente desde el cielo hacia el grupo de espectadores.

Un faerlianga. Así que supongo que esto es una ilusión. Pensó Alina, Dirigió su mirada hacia Dai, que con una mueca de extremo desprecio observaba al ser que bajaba desde lo alto haciendo caso omiso de los pétalos de flores que golpeaban su cara. Sí, definitivamente es una ilusión. Centrando su atención en las fans, concluyó que debía de ser alguna celebridad local ya que las muchachas se encontraban en un estado de emoción incomparable mientras que los chicos observaban el acontecimiento con admiración.

Era un muchacho, no más alto que ella misma, flaco pero musculoso, de piel tostada y ojos marrones claro, que se movía con una elegancia notable aunque un poco exagerada. No era natural como la elegancia en los movimientos de los eleutherianos sino forzada.

El chico sonrió al grupo, envió un cálido saludo a las fans, y se dirigió a Mayra con su más cautivante sonrisa.

—Es un placer conocerla mi bella dama —dijo tomando su mano y haciendo ruborizar a la chica.

Misteriosamente, ninguno de los faerlingas parecía embobecido por la luminosidad de Mayra.

—¿Quién eres tú? —interrumpió Elio separando a ambos de forma brusca.

—Mi nombre es Lorien —dijo realizando la misma complicada reverencia que Gair con una gigante sonrisa en su rostro—. Y tú debes ser Elio. Busqué información sobre ustedes para asegurarme de hacerlos sentir a gusto—. Me imagino que aquél muchacho de sagaz mirada es el inteligente Emir, y que esta chica, es la intrigante y misteriosa Alina —dijo lanzándole una seductora guiñada—. Y, por su puesto, nosotros ya nos conocemos no es así Daesuke —dijo de forma divertida mientras se acercaba con su paso ligero a la boca del león.

—Aléjate de mí insecto —repuso Dai furioso.

—Siempre el mismo descortés de siempre, Daesuke, o debería llamarte Demonio Supremo —dijo provocadoramente mientras caminaba lentamente a su alrededor—. O quizá el más poderoso de todos los magos de la mente. Bueno, tu poder al parecer no es tan grande como tu fama, dado que eres un esclavo de una simple joya de mi creación —dijo finalmente dando un pequeño golpecito con su dedo índice en la joya que colgaba en el cuello de Dai.

Alina sintió una fuerte sacudida de su alrededor y por un momento pensó que Dai, cuyas pupilas se encontraban más finas de lo normal, iba a estallar. No fue así. El chico enrojeció de rabia pero Lorien se fue rápida pero despreocupadamente del alcance del peligroso muchacho antes de que fuese demasiado tarde.

—Lorien. Lorien. ¿De dónde me suena ese nombre..? ¡Ah! ¡Lorien de Faerl! Aquél cuyo poder se compara con el Demonio Supremo Daesuke! —exclamó emocionadamente Emir.

—En persona —confesó—. Pero, como acabo de demostrar, mi poder no se compara, sino que supera al de su amigo el demonio Daesuke.

—Se dice que eres la única persona capaz de derrotarlo, estudié durante mucho tiempo la mejor manera de hacer uso de tu poder en esta batalla... claro que ya has ganado la parte de derrotar al demonio... así que con más razón aún puedes ser un aliado poderoso para la batalla final...

—¡Emir! ¡Cállate! —gritaron Mayra y Elio al mismo tiempo reprochando su indiscreción.

—Oh, lo siento —respondió Emir tímidamente.

—Puedo ver que eres un muchacho de lo más inteligente. Ahora si me lo permiten, me gustaría escoltarlos hasta nuestra adorada ciudad—dijo mientras con una nueva reverencia ofrecía su brazo a una desorientada Mayra que lo tomó con torpeza ante el disgusto de Elio.

Reanudaron la marcha al instante y pronto Emir y Lorien acapararon la conversación del grupo. Uno hablaba tanto como el otro, parecía una competencia de quién se hacía escuchar más.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora