Epílogo

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—¿Estás preparada? –le preguntó Joy entusiasmado, su jovial actitud recuperándose luego de más de un año de la batalla.

—No, para nada –respondió Alina sintiéndose incómoda y nerviosa–. ¿Estás seguro que no te harás daño?

—Espero que no, si ven que entro en trance péguenme con algo –dijo Joy volteándose.

Se encontraban en una amplia habitación del palacio, vacía al punto que cada sonido retumbaba a lo largo de las grandes paredes. La recámara donde Joy practicaba sus experimentos estaba desprovista de todo mobiliario y adornos, lo ayudaba a controlarse y a concentrarse, pero eso significaba que no había estufa. Alina tiritaba de frio, o de nervios, o de ambas, no lo sabía.

A su lado Dai y Suke también parecían nerviosos, pero no se alejaban mucho de ella. Su relación con Dai se profundizaba cada día, lentamente es verdad, pero a un paso cómodo para ambos. A insistencia de Suke, quién decía que no tenía por qué vivir sus intimidades en su cabeza, ambos hermanos habían practicado cerrar su conexión durante algunos momentos. De todas maneras, eran extremadamente unidos, y los tres estaban usualmente juntos.

Pesadillas acosaron a Alina durante varias semanas con las visiones que la Demonio Suprema Naná le había mostrado tiempo atrás en la caverna. Se despertaba en un grito cada vez, pero con el tiempo, largas charlas y promesas tranquilizadoras por parte de Dai y Suke las fue superando. Los tres querían mirar hacia el futuro, no hacia el pasado.

Durante todo este tiempo, habían vivido de la cortesía del palacio. El Príncipe Mental no se cansaba en aclararles que siempre tendrían un lugar si así lo deseaban, pero los tres estaban convencidos de que era momento de seguir con sus vidas. El problema era encontrar un lugar y una profesión que permitiese al ex Demonio Supremo Daesuke vivir en paz. Ya la encontrarían, estaba convencida.

—¡Quiero ver! ¡Quiero ver! ¡Déjenme estar adelante!

Hikaru se hizo paso entre los tres para pararse frente a ella y estar en la primera fila del espectáculo. Alina no pudo hacer nada más que sonreír al niño y posar las manos en sus hombros en una muestra de afecto. Hikaru había recobrado sus ánimos, pero con los extraños era aún más reservado que nunca y no se dejaba ver en público sin su capa y capucha. Sólo con sus más íntimos amigos dejaba su hermoso rostro al aire. Su relación con Marina no había mejorado, haciendo que el palacio volviese a ser más silencioso y con menos risas. La niña estaba claramente arrepentida de su primera actitud al ver el rostro expuesto de su amigo, pero Hikaru no daba tregua y se mantenía completamente alejado, evitándola en todo momento. Opal, sin embargo, se había convertido en un amigo inseparable.

A pesar de su corta edad, le habían ofrecido a Hikaru un puesto como asesor del Príncipe Mental, argumentando que su teoría sobre la relación entre las logias, la iluminada y la sombra había sido correcta e innovadora. La única condición era que continuara investigando varios temas de interés de Babia, en conjunto con Joy.

—¿Ya empezaron? –preguntó una voz melodiosa pero no mágica a su espalda.

Mayra y Elio entraron tomados de la mano a la habitación intentando mirar si sus amigos estaban tapando algún portal. Ellos eran otra pareja que buscaba algún rincón de paz en Babia para poder vivir tranquilamente, pero el estigma de ser la antigua iluminada y la antigua sombra era grande de esconder.

Su relación con Mayra había mejorado a pasos agigantados luego de aquél primer acercamiento y ya casi ni pensaban en los días cercanos a la batalla. Había sido un poco difícil aceptar a una Mayra que podía sentir envidia de otras mujeres y no tenía problemas en pisotear insectos, pero realmente se sentía como que una parte faltante de la chica había retornado. Era ahora uno más de ellos, no una entidad lejana y casi inalcanzable, sino una adolescente normal.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora