15. Festejos

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Finalmente llegó el anochecer y luego de despertar a Mayra a la que había vencido el sueño, los dos chicos y Alina fueron a encontrarse con Rashieka guiados por la misma camarera que los llevó hasta la habitación. La mujer los esperaba fuera de la casa de gobierno, subida a su caballo adornado con brocados dorados y telas rojas, lista para partir. Haciendo caso omiso a la muestra disconformidad de los chicos de tener que subir nuevamente a un caballo, Rashieka les comentó que la fiesta se celebraría en uno de los pastizales para que todos en la ciudad pudiesen acudir.

Efectivamente la ciudad estaba desierta y la reciente destrucción la hacía aún más desolada. Sin embargo, minutos antes de llegar al pastizal se pudo ver el reflejo de las fogatas y se comenzó a escuchar el creciente murmullo de las personas y la música. Absolutamente todas las personas de la capital y algunos que habían ido exclusivamente a ella se encontraban presentes. Era la fiesta más inmensa que cualquiera que Alina hubiese asistido u oído hablar. La gente reía, bailaba, comía y bebía contenta, pero se hizo un gran silencio cuando vieron llegar los caballos. Rashieka se abrió paso hasta llegar al centro del tumulto y bajó del caballo con gracia para subirse a una de las mesas de madera que tenía cerca, ante la sorpresa de Alina.

—¡TIEMBLAN LOS EXTRANJEROS ANTE EL PODER GUERRERO DE LOS BATTOUSANIOS Y SUS ALIADOS! –gritó a todo pulmón Rashieka levantando su espada.

Todos gritaron en respuesta levantando sus puños al aire y Alina sintió en su interior que la alegría y las ganas de festejar crecían dentro de ella contagiada por la euforia de su alrededor.

A unos cuantos metros se distinguía una multitud más acumulada de gente que en ningún otro lado y, ante la duda Emir, un grupo de battousanios que allí se dirigían se iluminaron y sin dar muchas explicaciones arrastraron emocionadamente al grupo de viajeros. Al verlos llegar, los battousanios les abrían el paso a carcajadas y gritos alegres deseosos de mostrarles con orgullo el espectáculo que los había juntado.

En el centro del círculo formado, varias mesas habían sido juntadas para formar una improvisada tarima y sobre ella bailaba y cantaba una battousania al son de unos pequeños tambores e instrumentos de cuerdas.

—Es Aiko, la bailarina más famosa de nuestro pueblo –explicó con orgullo un battousanio señalando a la mujer.

Era, como todas las Battousanias, alta y con curvas pronunciadas. Vestía una falda roja con bordes blancos que tenía dos grandes tajos a los lados que dejaban ver sus esbeltas y marcadas piernas. Una pequeña camisa atada bajo sus pechos dejaba ver su ombligo que se movía de forma sensual. De sus manos pendían unas cintas blancas de casi tres metros que bailaban por los aires alrededor de ella acompañando su ritmo.

Era claro que Aiko amaba cantar y bailar, y lo demostraba moviéndose sin parar y cantando con una gran sonrisa en su rostro una melodía alegre, mientras las cintas de sus manos recorrían los aires sin tocar nunca el piso.

Alina se encontró, sin proponérselo, aplaudiendo al son de los tambores, y luego, bailando al ritmo de la música junto a todas las personas que la rodeaban. Bailaba y reía a carcajadas, alentando a Aiko y sintiendo una calidez y alegría que hacía tiempo no sentía y se olvidó de las atrocidades que había visto en el campo de batalla. Se olvidó por un momento de su familia, de su mundo, del miedo de estar loca, de la verdadera razón por la que Mayra la tenía a su lado. Por un momento, esta misión no le pareció tan descabellada.

En uno de sus hombros sintió un par de toques y al voltear vio a Emir que le hacía señas con una de sus manos para que lo siguiera. La verdad era que no quería irse, hacía tiempo que no estaba tan contenta y realmente disfrutaba ver a Aiko bailar, pero lo siguió de todas formas todavía con una sonrisa aunque un poco sudada del baile. Emir se sentó en unas mesas de madera armadas apresuradamente y le acercó una jarra de cerámica con lo que parecía ser cerveza.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora