Luego de horas de extrema concentración y una migraña que parecía que iba a reventar su cabeza desde adentro, Alina fue de a poco dejando de ser consciente de que estaba usando su poder para diferenciar a los dos hermanos. En el correr de un par de días, se convirtió en una tarea instintiva. Los dos hermanos seguían siendo indistinguibles en su físico y en la mayoría de sus acciones, pero Alina ahora sentía las diferentes almas con sólo mirarlos. No les confesó que los reconocía, si querían jugar, jugaría y sería la líder. Tendrían que descifrarlo por ellos mismos.
La primera pista fue un nombre, no podía llamar a los dos Dai. Había evitado dirigirse a ellos por un nombre desde que había descubierto que eran dos hermanos y no uno. No se sentía cómoda con eso. Según la historia, los hermanos compartían un nombre, pero por las dudas prefirió confirmarlo. Por supuesto, la respuesta fue la esperada: un par de miradas de desdén y un poco de confusión.
—¿Qué quieres decir con el nombre de cada uno? Somos Daesuke.
Alina les creyó. Los dos Dai eran diferentes personas, como cualquier par de hermanos, sólo que debido a su conexión, sus sentimientos y acciones a veces se entremezclaban. Habiéndose tratado los últimos doce años, al menos, como una única persona, Alina suponía que los límites entre ellos habían quedado un poco difusos, incluso para ellos mismos. Comenzó a sospechar que realmente pensaban que eran una sola persona en dos cuerpos, algo que se propuso corregiría de a poco.
—Suke, el que pesque el pez más chico se encarga de limpiarlos. Sigo oliendo a pescado desde que me hicieron destriparlos ayer —le dijo sin preámbulos mientras caminaban juntos hacia el arroyo.
—¿Cómo me has llamado? –respondió Suke verdaderamente confundido.
—Bueno, no puedo llamarlos a los dos Dai, ¿o sí? Antes eran Daesuke, ahora son Dai y Suke.
—No somos ni Dai, ni Suke, somos Daesuke y si te molesta destripar los pescados entonces quizás sea tiempo de que sigas tu camino. No eres muy útil por aquí.
—Quizás si me acompañaran. Saben bastante bien que me perdería a los dos días y moriría de hambre unos días después. No tengo donde ir.
—No es mi problema.
Esa debería haber sido la primera pista para que los dos hermanos notaran que podían distinguirlos, pero orgullosos como dos Dais, ni siquiera se les cruzó la posibilidad y continuaron intentando marear a Alina con sus juegos. Alina los ignoró. Esa debería haber sido la segunda pista.
No había mucho para hacer alrededor del campamento y lo que había para hacer, lo hacían Dai y Suke sin necesidad de coordinarse con palabras. Alina nunca fue una persona de pasar mucho tiempo sin hacer nada, especialmente si eso la llevaba a recordar cosas que no quería o preocuparse sobre cosas de las cuales no tenía control. Así que a pesar de dos hermanos reacios, Alina comenzó a acercarse a cada uno de ellos hablándoles hasta el cansancio.
El primer momento que Alina consideró una victoria comenzó no tanto como una. Alina se levantó un día y se dio cuenta de que olía... mucho. No recordaba la última vez que se había bañado, eso debió darle algún indicio, y su ropa todavía seguía teniendo olor a humo, sudor y, con horror, descubrió manchas de sangre. Casi entró en pánico al darse cuenta que no tenía otra cosa que ponerse y salió despavorida de la cueva.
—Voy al río, ninguno de los dos se atreva a acercarse –dijo a Suke que se encontraba intentando avivar el fuego.
—Mhm –fue su única respuesta
Entró al río sin titubear para sentir menos frío, como siempre le dijo su madre cuando iban a la playa. El agua estaba helada, por lo que no ayudó mucho. De todas maneras intentó ser lo más rápida en el aseo quitándose toda la ropa sucia sin darse tiempo para sentirse avergonzada y tirando las prendas hacia la orilla.
No tenía jabón así que refregó su piel con las manos fuertemente hasta que enrojeció y la mayor parte de la mugre desapareció. Su pelo era otro tema, era una maraña de nudos y pensó en lo sentado que daba el shampoo y acondicionador cuando estaba en su casa. Daría todo ahora por una ducha caliente con shampoo, acondicionador y crema para peinar. Bueno, si era honesta, no todo.
Paso sus dedos por su pelo en un intento fútil de deshacer los nudos pero sin éxito. Definitivamente no se encontraba en uno de sus momentos más atractivos y, aunque no era una de esas chicas que su autoestima da vueltas sólo en su apariencia física como su hermana, se sintió un poco deprimida al imaginar su aspecto.
Sin jabón era poco posible que pudiese limpiar bien sus ropas, pero decidió enjuagarlas de todas maneras. Tomó las prendas de la orilla y las refregó las unas con las otras firmemente y, como descubrió a los pocos minutos, en vano. Estaba a empezando a sentir el frio y la ropa continuaba igual de sucia.
Frustrada, tiró las prendas nuevamente a la orilla lanzando un grito de impotencia y luchó contra las lágrimas para no ponerse a llorar. Ahora estaba mojada, con frío y sin ropa. No podía ir desnuda por el bosque a juntar ramas para prender un fuego y calentarse, y tampoco podía ir al campamento con los dos hermanos. Aparte de poco atractiva, ahora se sentía extremadamente incompetente y maldijo el mundo, la situación, los hermanos, la sombra, Mayra; maldijo a todos por no tener jabón, shampoo y acondicionador.
Dando golpes enojados al agua, que nada de culpa tenía, caminó hacia la orilla para ponerse la ropa mojada y sucia tiritando de frío... y malhumor. Justo cuando levantaba su camisa le pareció que algo se movía en la primera línea de árboles del bosque y tapó su cuerpo lo mejor que pudo buscando algo en la orilla con lo que defenderse. Lo vio intentando huir entre los árboles sin hacer ruido.
—Tu... Tu... ¡asqueroso pervertido! –gritó y comenzó a tirarle piedras que encontraba a su alrededor a Dai, mientras sentía su vergüenza iluminar sus mejillas.
—¡Te escuché gritar y pensé que había peligro! –se excusó saliendo al descubierto con sus brazos en alto intentando tapar su cara– En realidad, deberías agradecerme por venir en tu ayuda
—Toma esto como agradecimiento, ¡babosa en carne humana! –contestó Alina tirándole piedras.
—¿¡Puedes parar el histeriqueo?! No vi nada, me asome cuando escuché el grito y cuando vi que te estabas bañando me volví ... AUCH... ¡Para ya!
—Me imagino, ¡mugre asquerosa!
—¡¿Piensas que me interesa ver tu escuálido cuerpo?! –insistió ahora comenzando a enojarse en serio– ¿No te has dado cuenta que tenemos cosas más importantes en las que preocuparnos que observarte a ti?
Alina sintió una pequeña punzada en su estómago y su visión se puso borrosa por unos segundos hasta que sacudió un poco su cabeza y se irguió con la frente en alto.
—Entiendo, tienes razón. Ahora puedes irte para que me pueda vestir o tengo que hacerlo frente a ti, si tanto te da.
—Haz lo que quieras –dijo, pero comenzó a caminar en la dirección opuesta al lago.
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Maestra del Alma
FantasyAlina despierta en un mundo diferente al suyo y mientras intenta determinar si está loca o no, se ve sumida en una guerra ancestral liderada por una enigmática chica llamada Mayra. Recorriendo este extraño mundo al que llaman Babia en busca de aliad...