17. El lado oscuro de Battousania

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Alina miró al caballo frente a ella con aprensión. Nuevamente le esperaban dolorosos días de caminata y noches a la intemperie, ahora con el agregado de un Demonio Supremo que controlar y vigilar. El cuerno de la valentía había sido enviado vía portal a Joy y sería devuelto al cabo de un par de días, luego que una pequeña parte de él hubiese sido removida, directamente a Rashieka.

Aunque se había esperado una partida vitoreada por los battousanios, la mayoría de ellos miraban desaprobadoramente como el Demonio Supremo se encontraba suelto a su lado. Algunos escupían en el suelo al mirarlo, otros hacían una muestra de desagrado, incluso hubo un par que se manifestaron en contra de que se hubiese dejado en libertad a Daesuke pero fueron acallados por una sola mirada de la iluminada.

—¿Saben qué sería bueno? –dijo en voz alta Alina– Si alguien inventase una carreta que se mueva sola con el poder del vapor de agua, o fuego, o algo así.

Battousania no era exactamente un pueblo de inventores, eran más buen el músculo de Babia, pero Alina se propuso repetirlo en todos los pueblos hasta que alguien decidiese inventar los autos. Si iba a vivir en este mundo prefería no tener que andar a caballo todo el tiempo. Daesuke le hizo una mueca de desconcierto y se subió al caballo con la gracia que a Alina le faltaba.

Sin vítores, sin festejos ni palabras de aliento el grupo se abrió camino hacia fuera de la ciudad.

Avanzaron en silencio, incluso una vez que hubiesen pasado la segunda muralla que rodeaba los plantíos y pastales. Mayra a la cabecera con Elio, Emir en el centro mirando hacia atrás de forma nerviosa, Alina ya sintiendo el dolor en las piernas y Daesuke por último tanteando cuán separado podía estar de Alina.

Sólo para distraerse, Alina apuró su caballo a modo de alcanzar a Elio y Mayra, sintiendo el grito de protesta de Daesuke mientras hacía a su caballo acelerar para no ser arrastrado hacia el suelo por la fuerza del collar y la pulsera.

—Eres demasiado insolente. No pueden tenernos de por vida unidos por estas baratijas y cuando todo esto termine y la saquen te ahorcaré con mis propias manos –amenazó cuando logró alcanzarla.

—¿No te cansas de gruñir todo el tiempo? –preguntó ignorando el comentario

—Alina, tú no eres la indicada para dar clases de simpatía –dijo Elio a su lado con una sonrisa.

—Elio, estás comparando a Alina con el Demonio Supremo Daesuke –dijo Mayra–, creo que estás siendo un poco drástico.

Emir sólo seguía lanzando miradas nerviosas hacia Daesuke, y casi se cae del caballo cuando el demonio se abalanzó sobre él para asustarlo haciéndolo casi llorar. Ante las carcajadas del demonio, Elio miró a Mayra mientras lo señalaba y acotó:

—¿Ves? ¿El demonio ya se está riendo, cuantas veces has visto a Alina sonreír?

—¡Bien! Ahí lo tienen, soy más malhumorada que la mano derecha de la sombra. Quizás la sombra sea mi nueva mejor amiga.

Mayra miró con reproche a Elio que simplemente se encogió de hombros. Daesuke por su lado parecía considerarlo una opción viable.

—Voy a extrañar un poco ese pueblo, ellos si me hicieron divertir bastante durante la fiesta. ¿Vieron a Aiko bailar? –preguntó Alina volteando a mirar por última vez Battousania antes que desapareciera tras los árboles.

—¿Divertirse en Battousania? ¡¿Cuánto de la ciudad has conocido?! –preguntó el demonio un poco enojado.

—Algo...

—¿Cuánto conoces de los battousanios? –volvió a preguntar el demonio tanteando un poco más.

—Algo...

—¡¿Pero dónde has vivido hasta ahora?! ¿Adentro de un repollo?!

—¡Perdón por no saber el código procesal de los battousanios!

—¡¿El qué?!

—Este va a ser un viaje largo —susurró Elio.

—No sé qué idea romántica tienes de los battousanios, pero no todo es cuerpos musculosos en la vida por si no te has dado cuenta –acusó el demonio.

—¿No? –dijo Alina en su mejor voz de porrista

—¿Has visto algún anciano en tu estadía? ¿Alguien enfermo? ¿Minusválidos?

Alina fue a responder algo cortante cuando calló de golpe. No había visto a ninguna personas como las que había mencionado Daesuke, nadie mayor de cincuenta, nadie enfermo. Además, para ser un pueblo guerrero todos parecían tener sus miembros intactos. Volteó a mirar a Emir en búsqueda de respuesta pero el chico se encontraba alejado ofendido porque nadie lo había defendido contra Daesuke.

—Aquellos considerados débiles son apartados de la sociedad, viven del otro lado de la colina, cerca de la casa de encierro, en condiciones miserables. Lo honrado, según su cultura, es suicidarse cuando notan que sus fuerzas ya no los dejan luchar, o participar en un duelo a muerte con otro Battousanio. En realidad, cuando no están en guerra incluso entre ellos mismos, se organizan campeonatos y torneos periódicamente para mantener el estado físico. Los débiles son alentados a participar o son relegados a los barrios bajos en vergüenza y poniendo en duda el honor de sus seres queridos —explicó suavemente Mayra tomando la iniciativa.

—¿Nada sabías de esto? ¿De dónde vienes exactamente? –preguntó Daesuke con desconfianza.

—De adentro de un repollo al parecer –respondió Alina pensando en que no todo es tan bonito como parece después de todo.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora