46. La sombra

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La sombra miró desde la altura de su trono la patética criatura a la que la iluminada llamaba amigo. Estaba andrajoso y sucio luego de varios días caminando casi sin descanso para sus necesidades básicas, guiado por ella misma hacia su presencia. Era casi igual que pescar, una vez que los había cogido en el anzuelo, sólo había que tirar de la tanza y traerlos.

Aunque estaba allí en el trono, la sombra tenía varios de sus hilos desplegados por toda Babia uniendo su conciencia con sus demonios o con nuevos candidatos. Por un lado, sentía cómo Naná finalmente había localizado al traidor Daesuke y salía en su persecución, tendría que terminar eso a la brevedad pero la dejaría divertirse un rato. En otro de sus hilos, varios espías observaban al llamado Joy para finalmente matar a la odiosa peste, pero lo estaban protegiendo como halcones y a esta altura el esfuerzo carecía de sentido. Pero ahora, su atención tenía que estar concentrada en el confundido muchacho que se arrodillaba unos metros más abajo.

—A a a aquí, e e estoy –chilló Emir tartamudeando.

Su vínculo con él era todavía frágil, tenía que hacerlo flaquear y eliminar la lealtad que todavía seguía teniendo con la iluminada. Esto sería divertido.

—A si es, aquí estás –dijo suavemente llamando la atención del chico con su conocida voz.

Lentamente se incorporó y comenzó a bajar los peldaños hacia Emir concentrándose en hacer la caverna lo más lúgubre y oscura posible dentro de la mente del chico. No hay ningún método más eficiente de conseguir lo que uno quiere que con puro miedo. Con una sonrisa observó como el chico temblaba cada vez más fuerte a medida que se acercaba, parecía a punto de orinarse.

—Has venido en busca de poder y reconocimiento, pero tendrás que darme algo a cambio —dijo pausadamente.

—Lo que usted quiera, se lo daré.

—¿Incluso si significa traicionar a tus amigos?

—Ya los he traicionado –respondió Emir aguantando un sollozo

—Eso no fue nada, tendrás que contarme absolutamente todo sobre ellos. Cada plan, cada conversación, cada mueca que haya hecho la iluminada

—Todo.

—Y no oses mentirme, porque si lo haces no podrás decir una única palabra coherente por el resto de tu vida –dijo la sombra con malicia.

Para reforzar su afirmación, le mostró a Emir sus miedos dentro de su cabeza y se deleitó al escuchar los gritos de dolor y de pánico. Arrugó un poco su nariz al sentir el olor a orín que el chico había dejado escapar finalmente.

—Yo soy la sombra, pero no sólo eso. Soy aquella sombra que logró vencer a la iluminada ya una vez. No puedes esconder nada de mí, no te atrevas ni siquiera a pensarlo —dijo dejando finalmente de torturar a Emir.

El chico se desplomó en el piso con los ojos desenfocados, pero la sombra sabía que había sido lo suficientemente blanda como para que no perdiera la conciencia. Caminó a su alrededor, como si fuese una alimaña.

—¡Levántate! –gritó

Emir se levantó gimiendo apresuradamente para evitar cualquier otro tipo de castigo, su mirada aún en el suelo. La sombra se colocó frente a él, su rostro cubierto con una capucha negra; iba de la mano con su personaje. La iluminada podría haber obtenido a Daesuke, pero ella tenía ahora a una fuente de información igual de valiosa, estaban nuevamente a la par en una hoja en blanco. Ojo por ojo, decía el dicho. ¿Cuál sería el siguiente movimiento? No, eso lo dejaría para después. Ahora lo que necesitaba era saber lo que había querido desde el momento en que envió a Daesuke como espía en el grupo de la iluminada. Aquello que, según sospechaba había arruinado a Daesuke y podría incluso crear más problemas.

—Entonces, comenzarás a contarme todo en este mismo instante. Empecemos por esta extraña persona a la que llaman Alina –dijo finalmente sacándose la capucha.

Esa era la última gota para romper los esquemas del chico que tenía enfrente, y lo sabía, lo había dejado para el final a propósito.

—¡Mírame!

Relamiéndose los labios observó cómo los cimientos de todo lo que Emir creía conocer se rompían y disfrutó la mirada de confusión y pánico que acompañaban.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora