Alina se impulsó para correr detrás de Mayra pero fue detenida bruscamente por Dai.
—¿Estás loca? ¡Si la sigues morirás en la colisión entre ellas! –le gritó aferrando su brazo por miedo a que escapara.
—¡Creo que entiendo la conexión entre ambas, creo que las puedo ayudar! ¡Sácame las garras, Dai! –gritó Alina en respuesta sacudiéndose e intentando zafarse.
—¡Si no puedes no sobrevivirás! ¡Nadie lo ha hecho nunca! –continuó él desesperado intentando convencerla.
—Dai, créeme, puedo salvarlas, pero necesito ver a la sombra y confirmarlo.
Dai vaciló, aun aferrando el brazo de Alina, pero luego suspiró y la soltó resignado, sus manos temblando visiblemente.
—Realmente crees que puedes ayudarla –dijo una voz sofocada desde el suelo.
—Sí, hay una conexión entre ellas que creo entender. Creo que puedo hacer algo, no sé si será lo mejor, pero creo que hay una forma para que Mayra no se desvanezca –explicó pensando en el núcleo del alma de Mayra.
—Entonces vámonos ya –dijo Elio y sin decir una nueva palabra, salió corriendo detrás de Mayra.
—Son muchos "creo", Alina. Suke está usando nuestro poder para ahuyentar a todos de las inmediaciones de la entrada, no es bonito de ver pero el resto de los pueblos está ayudando —dijo Dai volviéndose hacia la entrada de la caverna.
—Hikaru, quédate aquí, te vendremos a buscar cuando todo esto termine –dijo Alina apiadándose del niño y dándole un beso en la cabeza encapuchada.
Sin esperar respuesta, Dai y Alina salieron corriendo detrás de Elio con sus nervios de punta. En el camino cruzaron a varios demonios que huían de la batalla heridos o simplemente habiéndoles ganado la cobardía, pero no les ocasionaron problema alguno y los dejaron seguir en su camino. Alina se atrevió a pensar que la batalla estaba yendo a su favor.
Elio corría varios metros delante de ellos, pero ya no se distinguía ni a Mayra ni a la sombra. Apresuraron el paso cuando comenzaron a escuchar los gritos de la batalla retumbar por los pasillos. La luz del sol proveniente de la entrada encandiló los ojos de Alina, cegándola por un segundo, pero continuó corriendo a pesar de sus ojos llorosos.
La batalla continuaba, pero se había armado un claro frente a la entrada de varios metros de diámetro que se agrandaba a medida que los soldados y demonios corrían despavoridos por alguna ilusión cortesía de Dai y Suke. El césped se encontraba aplastado y con manchas de sangre, miembros, espadas y cadáveres esparcidos aquí y allá. El ambiente apestaba con olor rancio y putrefacto, pero Alina hizo caso omiso a todo excepto a dos figuras en el centro del claro.
De vez en cuando alguno de los demonios intentaba acercarse a ellas, desenfrenado a causa de alguna poderosa ilusión por parte de la sombra con el objetivo de defenderla, pero eran exterminados de a uno por los eleutherianos volando sobre los límites del círculo.
Elio se acercó corriendo, intentando por algún impulso irracional ponerse entre la iluminada y la sombra, pero Mayra lo envió volando hacia uno de los límites del círculo intentando protegerlo contra su propio corazón.
La sombra lanzó un grito de odio y a Alina le pareció que incluso lloraba de pavor. Sin perder el tiempo, intentó disuadir a Dai para que la dejase allí y fuese a buscar refugio con Suke. Intentó palabras de cariño, insultos, sarcasmo e incluso mentiras. Pero Dai se mantuvo a su lado ignorándola como si fuese un mosquito.
—¡Deja de chillar y haz lo tuyo! –respondió simplemente exasperado.
Alina llevó nuevamente su mirada al centro del claro, usando su poder para poder ver finalmente el alma de la sombra. A su lado, Hikaru apareció jadeando. Alina no podía dejar de concentrarse en las dos aglomeraciones de energía para llevar al niño a un lugar seguro, así que imploró a todos los dioses que salieran vivos de todo este embrollo.
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Maestra del Alma
FantasyAlina despierta en un mundo diferente al suyo y mientras intenta determinar si está loca o no, se ve sumida en una guerra ancestral liderada por una enigmática chica llamada Mayra. Recorriendo este extraño mundo al que llaman Babia en busca de aliad...