El pulso que se sintió era igual al que despedían Dai y Suke cuando usaban su poder en grandes cantidades de golpe o cuando perdían su control, pero mil veces más fuerte. Frente a ellos, donde la mayoría de los soldados reales de la sombra se aglomeraban en la entrada principal a las cavernas, un gran agujero en el piso se abrió engulléndolos a todos en un mar de gritos.Mirándolo mejor, no era un agujero, era un portal, una de las ventanas de Joy pero gigante, que abarcaba casi toda la brigada de soldados que defendían la entrada principal a las cavernas. Alina no entendía, Joy había dicho que no podía hacer más que pequeños portales y que no podía transmitir seres vivos. ¿Qué era esto frente a ella? ¿Le había mentido respecto a poder volver a su mundo? ¿Había sido engañada?
Sintió también la confusión y admiración del ejército, cuyos ánimos ahora ansiaban la batalla. A una señal y grito de la iluminada, atacaron. Los gaeleanos y battousanios comenzaron a correr con un grito de guerra; el Príncipe Mental y Rashieka a caballo, con sus cetros en una mano y espada en la otra, encabezaban el ataque brillando como luciérnagas en la noche. eleutherianos se elevaron a los aires con sus arcos, carcajes a la espalda, también enfocándose en las aglomeraciones más cercanas a la entrada, usando el poder del viento para desviar las flechas que le lanzaban arqueros escondidos. Distinguió cómo la ilusión de los faerlingas creaba desconcierto en el enemigo, haciéndoles ver atacantes donde no había, dando la oportunidad a los soldados de la iluminada para ser más eficientes.
—Joy, déjalo ir. ¡SUELTALO! –gritó Murdock fervientemente.
Alina se acercó un poco a ellos para descubrir a Joy con los ojos en blanco y sacudiéndose en espasmos incontrolables. Su nariz y sus oídos sangraban y Alina no sentía ninguna emoción provenir de él. Asustada, se acercó aún más y sin piedad le pegó una fuerte cachetada a Joy, intentando con su poder hacer que nuevamente el hombre volviese en sí. Por suerte tuvo el efecto que quería puesto que Murdock parecía a punto de ensartarla con su espada por atreverse a poner una mano en Joy.
El hombre volvió en si apenas, pero lo suficiente para cerrar su descontrolado poder y hacer desaparecer el portal. Sus piernas perdieron su fuerza pero fue sujetado por el firme brazo de Murdock. Tras un gemido de dolor, Joy se volteó y vació su estómago, y llevándose sus manos a la cabeza comenzó a gritar descontrolado. Joy sufría un dolor físico y sentimental.
Murdock lo levantó como si pesase lo mismo que una pluma y se encaminó a un caballo que uno de los soldados sostenía de las riendas esperando expectante; sin mirar atrás departieron en sentido opuesto a la batalla. Aunque Alina sentía la confusión de todos excepto Mayra, nadie dijo nada.
—¡AHORA! ¡VAMOS! –gritó la iluminada y el grupo despegó hacia la entrada principal.
Alina corrió como nunca antes lo había hecho, su vida dependiendo de ello, Dai a su lado con una larga espada desenvainada, Elio, Mayra y Hikaru frente a ellos. Al acercarse a la batalla comenzaron a correr por el gran espacio que Joy había despejado y que los soldados intentaban mantener así, con mucho esfuerzo.
De todas maneras, varios demonios los alcanzaron, siendo cortados sin piedad por Elio o Dai, o lanzados, o tambaleados por el poder de la tierra y del viento de Mayra. Uno de los demonios con un grito de locura intentó cortar a Hikaru, quien logró esquivarlo para luego dar paso al ataque de Elio desasiéndose del hombre con un gran movimiento de su espada.
Cuanto más se adentraban en la batalla, más sangrienta y cruel se volvía. Alina vio como caían o desmembraban hombres en ambos bandos. En un momento, frente a ellos calló un eleutheriano desde los cielos, sus hermosas alas manchadas de sangre quebrándose con el impacto. Volteando la cabeza, pudo ver como algunos agujeros en el piso se abrían dando paso a cientos de demonios que salían de adentro de la tierra donde habían estado escondidos en las trampas de las que Dai había hablado.
Alina quería gritar, las emociones que sentía tanto propias como ajenas le daban náuseas y lo único que quería era acurrucarse en el piso y llorar desconsolada. Pero no emitió sonido alguno y se enfocó únicamente en correr. Cuando vacilaba o sentía que no podía seguir, Dai la empujaba por la espalda recordándole lo que estaba en juego y volvía a seguir adelante.
Su costado empezó a doler y su respiración a fallar, pero quedaban pocos metros para la entrada de las cavernas. A su lado Dai gritó y llevó su mano al brazo donde un gran tajo había aparecido de la nada pero no se detuvo, Suke había sido herido. Varios de los enemigos a su alrededor, caían ante el uso del poder de Dai, pero en menor medida que en otras ocasiones, seguramente su poder enfocado en Suke ayudándolo en la batalla cuerpo a cuerpo.
A unos metros de su objetivo, varios demonios intentaron atacar a Dai y Alina separándolos un poco del resto del grupo, pero fueron despachados por Dai con destreza y poder. Mayra, Hikaru y Elio entraron a la caverna al fin, pero cuando Dai y Alina se acercaron, el piso tembló y desde encima de la montaña varias rocas y tierra cayeron con un estruendo cerrando la entrada y atrapando a los que habían entrado.
Alina quedó inmóvil desorientada por un segundo mientras Dai lanzaba una sonora maldición. La agarró del brazo y la arrastró hacia la izquierda, hacia la batalla, con la espada en mano abriéndose camino. Dai tomó el poder de Suke y mientras corrían, tanto enemigos como amigos caían de rodillas en un grito de pavor abriéndoles paso hacia una pequeña abertura.
Entraron rápidamente, Alina pidiéndoles a todos los dioses que no los siguieran. Al parecer la habían escuchado y ambos cayeron rendidos al suelo respirando entrecortadamente. Dai se mantuvo unos minutos en el piso con los ojos cerrados, seguramente ayudando a Suke a salir de algún aprieto. En su mejilla un nuevo tajo había aparecido y parte de su labio se estaba hinchando.
—Es una trampa, ¿no es así? –preguntó cuando Dai se hubo incorporado.
—Sí. Esta es la segunda entrada más cercana de las que conozco, y por más que sea bueno luchando, el camino hacia aquí fue demasiado fácil –dijo cansado.
Estaba preocupado, tanto por él como por ella.
—Dai, vuelve. Conmigo no tienes chance afuera, pero sólo puedes sobrevivir la batalla. Yo seguiré adelante. Ve a ayudar a Suke.
—No te me hagas la iluminada en este momento, no tenemos tiempo para sentimentalismos baratos. Suke está bien, está al lado de Rashieka ayudando a los battousanios con nuestro poder para que puedan hacer el mayor daño. Si te dejo aquí no vivirás ni cinco minutos –respondió él cortante.
Juntos miraron el túnel que se abría paso frente a ellos y se mantuvieron en silencio durante unos minutos. Dai comenzó a caminar y Alina, aferrándose de su trenza, lo siguió hacia la oscuridad que los deparaba.
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Maestra del Alma
FantasíaAlina despierta en un mundo diferente al suyo y mientras intenta determinar si está loca o no, se ve sumida en una guerra ancestral liderada por una enigmática chica llamada Mayra. Recorriendo este extraño mundo al que llaman Babia en busca de aliad...