51. Sádica

7.6K 920 17
                                    

Una Maestra del alma, eso sí que era interesante... Y preocupante.

La sombra caminaba por su caverna luego de haber exprimido la mente de Emir durante varias horas. Podía sentirlo en uno de sus hilos, la sensación de seguridad extrema de que esta chica era clave en la batalla que se aproximaba, sin importar en qué bando se encontrara. Al lado de la iluminada sería un inminente peligro, a su lado, sin embargo, sería la clave del éxito.

Sonrió ampliamente al imaginarse ganando nuevamente. Era verdad que la sombra no tenía un objetivo en particular con ganar la batalla y juntar demonios bajo su poder. Simplemente, adoraba la sensación de tener al mundo bajo su control y soñaba con alguna vez ser venerada como una diosa, como algunos ya lo hacían con la iluminada. También tenía que admitir que realmente disfrutaba con la desgracia ajena, no había nada más estimulante que ver el sufrimiento o hacer sufrir a una persona enteramente bajo tu control. Hacía sentir a uno poderoso, y eso era una adicción difícil de controlar.

Sádica, la habían llamado a lo largo de la historia. ¿Era sádico el niño que se reía cuando su amigo se tropezaba de forma poco elegante? ¿Era sádica la mujer que hacía sufrir a un amante sólo para sentirse halagada y hermosa? ¿Era sádico el hombre que despedía a un empleado de su granja para aumentar su ganancia? ¿Dónde estaba el límite de ese llamado sadismo y la ambición?

La verdad era que tampoco le importaba, seguramente sólo le importaba a la iluminada, el resto de las personas era más oscuro de lo que ella se imaginaba. Era tan fácil reclutar demonios, especialmente en aquellos débiles de mente, el problema era que tenía que ser quisquillosa con aquellos que seleccionaba para poder controlarlos fácilmente. Hacía excepciones con personas con un poder extremadamente fuertes, como lo había sido Daesuke y como lo sería ahora la Maestra del alma, cuyo vínculo era frágil y difícil de controlar.

Buscando el hilo que la unía con la Demonio Supremo Naná, la sombra llamó su atención y le hizo ver lo que quería adulándola con imágenes de ella permanentemente hermosa y joven. Le recordó que la misma sombra tenía casi un centenar de años y no había envejecido más allá de la adolescencia, le transmitiría el secreto en breve.

Ingenua mujer...    

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora