8. El cuerno

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—Han atacado la ciudad de Battousania –anunció Ian a la mañana siguiente.

Los cuatro chicos, Misael, Joy, el Príncipe Mental, Lauria, Ian y varias personas más que Alina no conocía se encontraban en una gran habitación del palacio sentados alrededor de una mesa alargada de madera rojiza y gruesa. A primera hora de la mañana, por alguna razón, Mayra prácticamente la había arrastrado a lo que parecía ser un consejo de asesores para discutir algo que nada tenía que ver con ella.

Un gran murmullo se extendió por la sala ante la noticia anunciada por Ian, y como Alina no entendía de lo que estaban hablando decidió no interrumpir o distraer a nadie para simplemente observar y prestar atención. Ya habría momento de preguntar. De mientras, se entretuvo observando a Ian; sus alas se habían desvanecido y dejando de lado su dorada cabellera y los dos soles como ojos, casi pasaba por una persona normal.

—Fue hace cuatro días. Se infiltraron de alguna forma dentro de Battousania y el ataque comenzó en el círculo interno de la ciudad. Los refuerzos desde afuera no tardaron en llegar y pronto la ciudad era un caos. Volé enseguida para notificarles, sin descansar, noticias formales deberían estar por llegar.

—¿Pero cuál fue el propósito de tal ataque? –preguntó un hombre que más parecía un político que un hombre de armas.

—El cuerno de la valentía de los battousanios. Lo han robado, aunque no entiendo el propósito –explicó Ian.

El murmullo fue más alto esta vez y varias personas se levantaron de la mesa con un sobresalto. A la derecha de Alina, Mayra miraba fijamente un punto indefinido y permanecía en silencio mientras el resto se sumía en susurros nerviosos.

¿Cuerno? De qué demonios estarán hablando, se preguntó Alina, todavía sin animarse a interrumpir. ¿Y qué diablos hago yo aquí?

Lo único que le había explicado Mayra minutos atrás era que tenía que participar, puesto que todo lo que se discutiría estaba relacionado con la misión y era importante que lo supiera, pero realmente Alina sentía que lo único que estaba haciendo era ocupar espacio y gastar oxígeno. Emir, a su otro lado, miraba el mapa de una ciudad desconocida con un montón de líneas y puntos que supuestamente explicaban el ataque, mientras murmuraba para sí mismo. Alina sólo pudo distinguir palabras como "Brillante" y sinónimos.

—¿Por qué? El cuerno es sólo una reliquia, un recuerdo de tiempos pasados, de mitos y leyendas –preguntó el Príncipe Mental intrigado.

—Hmmm... ¿Cuáles fueron los últimos ataques? –preguntó Joy pensativo pero despreocupado sorbiendo te de una pequeña taza de porcelana que Alina se preguntaba si guardaba en el bolsillo de su capa.

—Hace cinco años hubo un ataque en Gael –respondió otro hombre con cara un poco más curtida que el diplomático.

—Hagan memoria, ¿qué fue lo que sucedió en esa batalla hace cinco años? –continuó Joy.

Emir pareció iluminarse con algún entendimiento oculto y comenzó a sacar apuntes en una libreta como loco.

—Atacaron por sorpresa el palacio –respondió una mujer como si Joy estuviese preguntando qué día de la semana era.

—Siiiiii, y que fue lo que se perdió –continuó Joy con el mismo tono pero sin dignarse a levantar la mirada.

—Por favor Joy, dejémonos de vueltas. Todos sabemos que se perdió la luz del creador. Pero, ¿qué tiene que ver con el ataque a Battousania aparte de dos reliquias? –preguntó el Príncipe Mental

—Esas reliquias no sólo son sólo objetos antiguos. Son símbolos. Representan algo tan fuerte que existe una conexión entre ellos y las personas –explicó Misael exasperado por los juegos de adivinanza de Joy–. Si se pierden, las personas quedan afectadas.

—¿Están intentando desmoralizar a las personas al destruir o robar esos objetos? –preguntó Alina sin poder contenerse.

—Eso es exactamente lo que están haciendo —exclamó Joy satisfecho señalando a Alina vigorosamente.

—En el enfrentamiento anterior –comenzó a explicar Misael– se logró una alianza entre los cinco pueblos para luchar contra la sombra. Se creó un cetro que representaba la unidad de los pueblos pero, aunque la persona que lo construyó era el mayor Maestro de las formas que se conocía, el cetro se desmoronó en plena batalla y los pueblos entraron el caos. Toda su esperanza, su valentía, su unidad se destruyó junto con el cetro. Lo tomaron como un mal presagio y las líneas frontales se debilitaron. Los pueblos comenzaron a desconfiar de los otros y pensaban que alguno de ellos había saboteado el cetro. La alianza se desmoronó y el enemigo se vio en ventaja. La mayoría emprendieron la retirada y los que se quedaron fueron masacrados. Fue el desastre más grande jamás visto en una batalla y todo por un mero objeto. Cuando llegó la noticia de que algo había fallado con la iluminada de ese tiempo, fue lo que faltaba para declararnos vencidos. La iluminada luego perdió su propia batalla por primera vez en la historia.

—Entonces lo que intentan destruir es la moral de cada uno de los pueblos, aprendieron del ciclo pasado, pero esta vez usan símbolos de importancia más antigua y más nativa. Para los battousanios es el cuerno de la valentía: su reliquia más importante. Para los gaeleanos la luz del creador, símbolo de esperanza. Atacarán todos los pueblos, con el objetivo de destruir o robar su símbolo más venerado —razonó Elio en voz alta sorprendiendo a todos.

—Enviaremos de forma urgente mensajes a todos los líderes de los pueblos para que preparen sus defensas. Los demonios supremos ya deben saber que hemos descubierto su propósito luego de dos ataques similares, no son tontos, ya no serán precavidos.

—¿Qué piensa hacer el pueblo battousanio respecto al cuerno? –preguntó un hombre con un gruñido.

—Están preparando un contraataque con todas sus fuerzas para recuperarlo si es que no lo han destruido. Ya ustedes conocen cómo son los battousanios... –explicó Ian mientras el hombre sonreía como si hubiera esperado tal respuesta.

—Eso es el problema de jugar con los corazones de la gente, nunca se sabe cómo pueden reaccionar. Es muy peligroso –dijo Misael como si estuviera dándole una clase a un conjunto de niños.

—Enviaremos tropas en su ayuda. Murdock, por favor, encárgate de eso cuanto antes –ordenó el Príncipe Mental al hombre gruñón, quién se levantó con rapidez y se retiró de la sala.

—Mayra, ¿qué opinas de todo esto? Has estado muy callada –preguntó Lauria preocupada.

—Necesitamos ese cuerno. Necesitamos los símbolos más importantes de los cinco pueblos, o mejor dicho, parte de ellos – respondió Mayra con voz nerviosa.

—¿Qué planeas? –preguntó uno de los asesores.

—Haremos un nuevo símbolo de la alianza.

—¿Otra vez? Mayra, no es conveniente repetir los mismos errores, todos desconfiaran de ellos –reprimió Misael.

—No planeo hacer un cetro como la vez pasada. Planeo hacer cinco hechos con parte de los símbolos más importantes de cada pueblo. Uno por cada pueblo, uno en cada brigada, cada uno de ellos vinculado al otro, en un balance perfecto. Uno se rompe, los otros cuatro lo mantienen unido. Nosotros iremos junto con las tropas, ya es hora.

Nadie la criticó, aunque hubo muchas miradas de desaprobación y desconfianza. Alina notó a Mayra secarse las manos bajo la mesa y respirar hondamente. Estaba nerviosa y, al parecer, ni ella misma confiaba en lo que había dicho.

—¿Sabemos cuál es el Demonio Supremo a cargo de la batalla? –preguntó un hombre curtido– Tendremos que planear una estrategia y sería mejor saber cuál es.

—Sabemos si –respondió Ian un poco reacio —Se trata del Demonio Supremo Daesuke.

Y con ese nombre, el ruido de la sala se transformó en un silencio sepulcral. 

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora