65. Primera mirada a la sombra

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Estoy besando a un chico, estoy besando a un chico, estoy besando a un chico, pensaba Alina mientras se arrepentía al instante de sorprender a Dai de esta forma, y a sí misma, en un momento TAN poco oportuno.

Quedó inmóvil durante varios segundos, o lo que parecieron varios segundos, presionada junto a los labios del chico temiendo tener que volverlo a mirar estando tan avergonzada. Dai estaba petrificado, y aunque las emociones de confusión aún seguían emanando de él, también sentía como el chico quería que lo tragase la tierra en ese mismo instante.

Luego alerta.

Con un rápido movimiento Dai la apartó y la colocó con uno de sus brazos a su espalda mientras empuñaba la espalda con la otra. Naná lanzó un grito de impotencia y atacó a ambos con furia desmedida y poco elegante. Con un par de movimientos certeros Dai la desarmó rápidamente demostrando que el poder de la mente no lo es todo, especialmente si uno se enfrenta a alguien con más poder que el propio. Sin titubear, Dai le clavó la espada en el abdomen retirándola rápidamente cuando Naná se desplomó, su belleza nunca siendo eclipsada, ni siquiera por la muerte.

Dai mantuvo inseguro a Alina a su espalda durante unos segundos para luego voltearse y señalarla con la espada sangrante como si fuera una continuación de su dedo índice.

—Hablaremos de todo esto más tarde –dijo volteándose nuevamente hacia la entrada, su rostro ruborizado como una remolacha.

Alina sonrió y lo siguió.

—Tuve que hacerlo, si llegaba a llamar la atención de la sombra para pedirle más poder estaríamos siendo torturados en este mismo instante –explicó de golpe enfrentándola nuevamente.

—¡Deja de señálame con una espada chorreando sangre! Estaba de acuerdo con eso de hablar sobre todo esto en otro momento. Tenemos que apresurarnos –contestó ella dándole un leve empujoncito hacia la entrada.

Alina no podía negar que las imágenes que la Demonio Supremo Naná le había mostrado eran perturbadoras al punto que le darían pesadillas, pero no era momento de pensar en ello. Si sobrevivían tendrían una larga charla con Dai al respecto y analizaría si podría superarlo.

Corrieron por los pasillos y apresuraron el paso cuando comenzaron a escuchar gritos. Los pasajes entre las cavernas parecían un laberinto, y Alina perdió el rastro a los pocos minutos de estar corriendo detrás de Dai. Cuando finalmente vio una enorme caverna abrirse paso frente a ellos, Alina estuvo a punto de lanzar un grito de victoria si Dai no se hubiese parado de golpe frente a ella.

—¡ELIO, CUIDADO! –sintió a Hikaru gritar.

Alina se adelantó a Dai y vio de primera mano cómo Elio, acuclillado frente a Mayra y el rostro hinchado de llorar, se volteaba con la espada en mano atacando a Emir quién se acercaba corriendo con una daga en la mano. Alina perdió el equilibrio cuando las emociones de Elio estallaron descontroladamente en el momento que se dio cuenta que había atravesado a Emir con la espada. Su grito fue desgarrador y retumbó a lo largo de la caverna. A su lado, Mayra estaba a punto de extinguirse, y a unos metros Hikaru se hizo un novillo llevando las rodillas a su mentón.

Llegaban tarde. Para ayudar a Emir, para darle fuerzas a Mayra, para detener a Elio. Alina quedó mirando la escena estupefacta y sin saber cómo proceder, habían perdido. No había forma que Mayra pudiese vencer a la sombra en este estado de miseria absoluta.

Dai se posó a su lado y tomó su mano izquierda con su derecha, entrelazando los dedos y presionando fuerte. Al principio Alina pensó que lo había hecho para darle apoyo, pero la idea se esfumó cuando sintió su terror. Enseguida, escuchó los pasos haciendo eco en las paredes de la caverna.

—Larguémonos de aquí –susurró Dai en su oído tirando de su mano.

Alina negó con la cabeza y soltó su mano para comenzar a empujarlo hacia la entrada.

—No puedo dejarlos aquí, tú vete Dai. Por favor –susurró intentando convencerlo.

Dai afirmó su posición en el piso y tomó nuevamente la mano de Alina intentando esconderla detrás de él haciendo señas para que mantuviera el silencio.

A través de una de las entradas, una figura encapuchada se acercaba sin apuro, pero Alina podía distinguir ya el vacío que generaba a su alrededor. Mientras Mayra brillaba una luz de esperanza al punto de ser venerada como una diosa, la sombra parecía llevar consigo lo opuesto, alentando los peores sentimientos y pensamientos que Alina había tenido a lo largo de su vida. No era que fuese oscura, o negra, sino que su mera presencia daba ganas de perder toda la fe y la confianza que alguna vez tuvo.

La sombra se acercó a través de la entrada, iluminando su esbelta figura y comenzó a acercarse hacia Mayra, ignorando por completo al resto de los acompañantes. De todas maneras, Alina sentía cómo Dai la cubría contra el poder de la mente a través de su palma previniendo un ataque.

—Daesuke, nos encontramos nuevamente. Si sigues vivo cuando esto termine me encargaré personalmente de hacer tu existencia miserable.

Alina se tensó, pero no por la amenaza ni por el creciente pavor que la sombra generaba, sino por la voz extremadamente familiar. Dai presionó un poco más su mano, intentando transmitirle algo que no entendió.

Lentamente, como practicado mil veces para generar el mejor efecto en los espectadores, la sombra se sacó la capucha y dejó que la luz de las antorchas iluminase su rostro. Alina no pudo contener las palabras.

—¡¿QUE DEMONIOS SIGNIFICA ESTO?! –gritó con su corazón en la garganta sin poder contenerse.

Maestra del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora