No me mires.

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 Ya tenía todo planeado, vídeos preparados, una pequeña maleta con algo de ropa y poco más, después de todo no tenía establecido quedarme por muchos días, solo pasaba unos días en Londres por temas de nuevos VídeoJuegos y otras cosas. Aunque en parte era una más, de las tantas otras, excusas para pasar un tiempo junto a Samuel.
Cualquier momento en que pudiese estar con él, aunque sea la cosa más absurda del mundo, lo aprovechaba al máximo.
Me considero una persona bastante ansiosa pero a la vez discreta, las ganas de verlo se hacían notar para todo el mundo, excepto para él, cosa que aún trataba de descifrar si era bueno o malo, en fin.

Habíamos quedado en reencontrarnos en Londres ya que sería un mal gasto del tiempo ir el uno a por el otro para dirigirnos hacía allá.
Y así lo hice, tome rumbo a mi destino. Las tediosas horas se hicieron presente, aunque con ayuda de mis audífonos y música el tiempo pasó volando.

Nada más llegar tome un taxi hasta el hotel donde según Samuel pasaríamos la noche. No era la primera vez que estábamos por estos lares, ya teníamos experiencia y sabíamos donde quedarse y donde ni asomarse.

- ¡Hombre compañero!- preguntó el anteriormente nombrado, saliendo de quien sabrá donde logrando darme un pequeño susto.

- Tu tio no te me aparezcas así que me matas del susto macho!- reí observando como un gerente de la recepción se llevaba mi maleta a mi suite junto con la de Samuel.

- Venga tampoco soy tan feo chaval.- bromeó soltando una leve risa- Ven vayamos a pasear un rato por ahí.- no hubo peros de mi parte al sentir como me guiaba con una mano en mi cintura hasta la salida.

- ¿A dónde quieres ir?- suspiré mientras seguía sus pasos entre medio de alguna que otra persona que pasaba por nuestro camino.

- No lo sé.. ¡Oh! ¡Willy! ¡Willy ven aquí deprisa mira!- gritó eufórico dejando sordo a media cuadra.
Y ahí estaba en plan niño pequeño pegado a una vidriera de una tienda de mascotas observando unos perritos a través del cristal.- ¡Ay pero que cosita más mona!-

- ¡Ostras mira que cara de majo tiene ese!- musité sonriendo al pequeño animal que parecía también estar observandome.

- Dan como ganas de chuparles la cara a que si- comentó sin quitar la vista de ellos.

- Podríamos adoptar uno algún día- dije con la intención de ilusionarle y hacerle imaginar como sería aquello.

- ¿El qué?- bromeó divertido, al principio no entendía a que se refería hasta que una imagen de nosotros adoptando un niño se me vino a la mente.

- Es que es tonto el pobre.- reí nervioso intentando apartar esa tonta imagen de mi cabeza.- Ven, mejor vamos al parque.- golpeé de su hombro llamando su atención hasta que finalmente se dignó a seguir mis pasos.

Caminamos a paso lento el uno al lado del otro, extrañabamente cerca y en silencio. La gente poco a poco se fue dispersando hasta quedar prácticamente solos en aquel parque, quizás porque con éste frío nadie tenía planeado salir de sus casas solo para caminar como pringado por un parque.

- ¡Ay mira un vendedor de algodones de azúcar! Comprate uno anda.- no hizo falta insistir demasiado para que Samuel corriera a por uno, después de todo estamos hablando de "El señor gominolas" alias, "El amante del azúcar"

- No tenía morado, así que traje este, azulito como a ti te gusta.- dijo dibujando una deslumbrante sonrisa en sus labios arracando un pedazo de éste y llevandoselo a la boca. ¿Quien se imaginaría que éste hombre tan viril con barba de leñador y tremendos músculos resultaría ser tan adorable como un niño pequeño? Seguramente nadie que lo conozca más que solo de vista.

 La suave briza que recorría hasta chocar contra nuestros rostros y el placentero olor a azúcar en el aire lograba inspirarme calma y mucha paz.
En un momento me sentí en una especie de trance hipnótico sin poder apartar la vista del rostro de Samuel, todo en él me gustaba. Me sentí pequeño y asustado al notar que éste desvió su atención en mi, tal cual de la misma forma en la que yo estaba con él.

"No me mires,
que nos miran."

Repetía una y otra vez una voz en mi cabeza.
Pero no hay nadie observando..

"Nos miran que nos miramos,
miremos que no nos miren
y cuando no miren
nos miraremos."

No lograba entender las palabras en mi cabeza todo iba tan deprisa, nuevamente volví a sentir el pánico invadirme logrando que mi pulso se acelerara más rápido de lo que uno puede contar hasta diez.

Inhale aire lentamente por mis fosas nasales intentando regular mi ritmo cardíaco sin poder apartar mi vista de sus ojos.

"Porque si nos miran
que nos miramos
pueden mirar
que nos amamos."

¡Sus ojos! sus ojos me decían eso.. exhale profundo apartando deprisa la vista hacía un punto fijo en la nada. Aun podía sentir su mirada postrada en mi. La sangre pronto fue subiendo hasta mi cabeza, podía sentirla, como si te tiraran lava en la cara.. mis mejillas y orejas ardían demasiado.
¿Que sucede? Siento ganas de abrazarlo, quiero hacerlo.. pero no puedo.

- Willy, ¿Pasa algo? estas hirviendo chaval- aproximó sus manos hasta mis mejillas.- ven seguro estás por ponerte malito. ¿No eres muy del frío eh?- No respondí nada. Enseguida sus brazos me rodearon y mi corazón saltó en respingo.- Tranquilo, aquí está vegetita para cuidarte.- Sonreí por inercia refugiandome entre su pecho, y como si de magia se tratase toda la ansiedad que llevaba encima desapareció al instante. 

Drabbles WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora