Navidad.

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 Navidad. 

 Bonita época, donde todo el mundo se preocupa más por el hecho de adornar la casa a tiempo en vez de alimentar al perro o ir a visitar algún pariente o conocido enfermo.

 Época donde hasta los menos creyentes tienen su árbol navideño lleno de brillantes y llamativas luces de diferentes colores rodeandolo, asegurandose de llamar la atención de cualquier invitado ya que tienen la medalla al hipócrita con más espíritu navideño que verás en tu vida. 

 Después de todo ese era el punto ¿No es así? 

 Preparar una cena enorme con invitados que odias pero como comparten lazos sanguíneos contigo tienen que compartir este momento, mientras preparas más comida de lo normal, lo cual es innecesario porque al día siguiente sobra y no sabes qué demonios hacer con ella. Malgasto de dinero y energías.. Feliz Navidad.  

Y luego estaba yo, intentando ignorar el hecho de que me encontraba siendo parte de esta bola de infelices convirtiendo una tradición en algo comercial.

 No tenía planeado ceder, realmente no iba hacerlo. Pero con Samuel uno nunca sabe qué es lo correcto y qué no lo es. 

"Oye Willy, ¿Qué me dices si vamos a por un árbol navideño?" mencionó relamiendo sus labios, lucia inquieto y ansioso. Sabía que de verdad esperaba que cediera luego de haber insistido durante todo el episodio de Apocalipsis Minecraft. Reí de mi mismo al creer que lo olvidaría y dejaría de molestar con eso, pobre e inocente Willy de hace unos minutos. 

"No piensas parar nunca ¿eh?" le digo con mala gana intentando huir hacía 'donde sea que Samuel deje de acosarme' y no volver hasta que Navidad haya pasado. 

"Vamos, no es la gran cosa solo quiero que me acompañes" dice más cerca y trato de seguir con mi plan de huida pero es demasiado tarde, me ha tomado entre sus brazos y no hay manera de escapar. 

"Quita. ¡No quiero! Le tengo fobia a la estúpida decoración Navideña" me excuso sacudiendome con violencia, y sé que es lo más ridículo que dije este día pero me niego a reír de mi mismo. 

"No seas tonito anda, ven conmigo, me hace ilusión" logro notar como su voz comienza a suavizarse y por inercia dejo de sacudirme. 

"Estoy cansado, sabes que esas cosas no son lo mío. Puedes ir tú solo" me sorprendo a mi mismo reduciendo el tono de mi voz por uno más tranquilo y dulce. 

"¡No! Quiero ir contigo, la gracia de las compras es hacerlas en pareja sino no tiene sentido" me dice, como si fuera algo obvio que está escrito en los diez mandamientos y de pronto me siento ignorante aunque es estúpido porque sé que lo ha inventado. 

 Él puede, realmente puede ir solo pero no quiere, entonces sonrío porque me siento rodeado por un aura donde solo existe Samuel y su tonto capricho con que le acompañe, y ya no es tonto en absoluto, es tierno. 

"Mmh. Quizás... tal vez yo pueda ir" ronroneo como si de pronto ese Grinch en el que estaba convertido se haya reducido a un tieso gatito que se sostenía de sus manos que se encuentran sujetos a mi cintura. 

"¿De verdad? Por que si realmente no quieres simplemente lo dejamos estar" murmura cual niño pequeño intentando ser comprensivo con su madre, pero no le sale del todo bien, sé que quiere ir y destrozaría sus ilusiones al no ir entonces suspiro y asiento con delicadeza. 

"Supongo que puedo obviar mi fobia por un momento e ir contigo imaginando que estamos yendo solo a por una pizza" bromeo divertido haciendole reír.

 Puedo sentir como sus brazos me rodean con más fuerza y su cuerpo se acopla más al mío mientras sus húmedos labios se posan sobre mi nuca siguiendo un camino hasta llegar a mi cabeza. 

 Suave, su trato siempre es suave. 

 De pronto me veo a mi mismo volteando sobre mis talones para poder sentir esos delgados labios tibios sobre los míos. Me siento vulnerable al ver como se separa por breves momentos simplemente para acariciar mi nariz con la suya. 

 Todo parece tener más color ahora y por un momento pienso que quizás la Navidad sería digna de festejar si todos se sintieran como yo en estos momentos. Protegido, feliz, querido y rodeado, literalmente, por alguien que de verdad quiero. Nada de mierdas materiales ni caras, simplemente el calor hogareño. 

"Sabes, comienzo a pensar que tú eres mi Navidad" le digo, y ni siquiera pienso si tiene sentido o Samuel podrá entenderlo pero sonrío de todos modos y me aferro más fuerte a sus hombros. 

"Tú eres mi regalo entonces" dice seguro, como si de verdad entendiera el por qué de las cosas, otra de las razones por las que lo quiero: no me cuestiona.

"¿Entonces tengo precio?" finjo estar ofendido en busca de pelea pero este se ríe. 

"Si tuvieras un precio definitivamente no sería con dinero la forma en la que se pueda comprarte" 

"¿Con qué sería? Con un zurullo" le digo, e inevitablemente me río de mis propias tonterías.

"No, eso darían por mi" dice entre risas y pronto creamos una horda de risas sin fin siendo demasiado tontos como para mantenernos serios por largos ratos.

"Dime con qué" insisto con dificultad de tanto reír. 

"La única forma de comprarte sería con cariño ¿Sabes? Y como eres un gatito de esos que no se dejan tocar serías solo mío porque te he comprado hace tiempo chiqui" dice arrogante logrando que riera duro. 

"Deberías hacer un vídeo tutorial, sabes, enseñarle a la gente a soltar tanta mierda en un solo momento" 

"¡Ves! A eso me refiero. Gatito salvaje." instintivamente rodeo los ojos y me suelto de su agarre comenzando a caminar directo a la salida mientras oculto una gran sonrisa a costa suya. 

"Anda, mejor vamos a por tu estúpido árbol navideño antes que comience arrepentirme" 

 Y quizás el hecho de estar con Samuel hacía que la Navidad me guste tan solo un poco, porque quizás él le devolvía el sentido a mi espíritu navideño con sus cálidos abrazos y abrumadora felicidad ingenua y ajena a la maldad exterior y eso es justo lo que necesito. 

Drabbles WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora