Hogar. Dulce hogar.

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 Pensaba que ir a casa con mis padres en Madrid cerraría un poco aquel vacío lleno de soledad dentro de mi, pero en realidad solo había empeorado.

 Hacía frío, mucho frío pero decidí que tenía que volver a casa. Comenzaba a perder la cabeza estando lejos de mi hogar, extrañaba el dulce aroma a azúcar volviendose caramelo, el olor a fresco y vainilla mezclado con flores silvestres. 

 Por alguna razón aquellos aromas no se encontraban en ninguna otra parte que no fuese casa.

 Willy llamó cada vez que se aburría, un total de nueve veces donde me contaba lo que estaba haciendo justo en ese momento como si me narrase su vida, y no me importaba en absoluto escuchar sus tonterías me agradaba escuchar su voz familiar contando cosas como:

"Está tapada la entrada con nieve y solo tengo fideos caducados para cenar, no me parece justo que tenga que pasar por eso solo ¿Sabes? Tú ahí tan tranquilo con tus padres y yo aquí comiendo un caga'o" 

"¿Crees que podríamos vivir en Latinoamerica? Dicen que allá hace un calor de la leche"

"Podríamos al menos tener un perro en esta casa para cuando te vayas no me sienta tan solo macho" 

 El realmente podría haber salido o reunirse con amigos pero no lo hizo, se quedo allí como si estuviera esperandome y me permití pensar que tal vez eso era amor. 

 Dejarlo solo tampoco le hacía mucha gracia, lo único que recibía de su parte era una queja tras otra, cosas que él podía hacer por si mismo pero acostumbraba a que lo haga por él, como prepararle un café o comprarle chucherías por si se le antoja en la noche, como recordarle que debe abrigarse más porque sus defensas son bajas.

 Aunque al regresar fingía haberla pasado de maravilla. Le conocía muy bien, sabía que quizás habría dormido en mi habitación o que quizás me haya llamado estando acostado justo en mi cama.

 Al entrar en casa pude percibir como el calor hogareño me rodeaba, intenté no hacer ruido había demasiado silencio quizás Willy se encontraba durmiendo, no había señales por ninguna parte de él grabando o con visitas. 

 Camine prácticamente con la punta de mis pies hasta mi habitación y ahí estaba él, envuelto entre mis mantas en forma de bolita cual gatito intentando entrar en calor. Sonreí tanto que mi cara comenzó a doler, me encontraba completamente embobado en esa escena, probablemente tomarle una foto hubiera sido una buena idea pero tropecé con mi maleta y le desperté. 

 Torpe. Nunca perdía el toque.

"¿Samuel?" su voz sonaba ronca y más grave de lo normal. 

 "Hola chiqui" me apresuro a responder y él pronto se pone de pie, aún está algo adormilado pero se apresura a caminar hacía mi manteniendo el equilibrio como puede, tambalea un par de veces y trato de no reír porque sé que viene a por un abrazo. Extiendo mis brazos tan grande como puedo y quizás estamos siendo más dramáticos de lo que deberíamos pero ahí estamos, como si fuera una de esas escenas de reencuentro en cámara lenta que tiene toda película.

 El impacto de su cuerpo chocando contra el mío logra hacerme retroceder un paso mientras siento sus brazos rodearme sobre mis hombros con fuerza, mi respuesta es la misma, lo presiono con mis brazos y simplemente nos quedamos así, unidos por un cálido abrazos sintiendo por un momento o dos como nuestros aromas comienzan fusionarse, como si esa fuese nuestra forma de reconocernos. 

 El olor a caramelo flores y vainilla comienza a penetrar mis fosas nasales y sé que estoy en casa otra vez. Ya no hay vacío ni frío, me siento seguro y cálido. 

"¿Como has estado?" le pregunto apartandome ligeramente para poder observar sus pequeños ojos iluminarse. 

"Pues, tenía frío. Hace mucho frío cuando te vas." puedo sentir su voz suavizandose e inevitablemente presiono mis dedos sobre su cintura, puedo notar que trae uno de mis sweaters puesto, pero a diferencia de mi a él le queda algo suelto. 

"¿Entonces decidiste usar esto para sentirme cerca?" le pregunto señalando el sweater y enseguida comienza a reír avergonzado sin embargo asiente un par de veces. 

"Pues me gusta como te ves en él, te queda mejor que a mi de hecho"  

"Lo sé, lo sé. A mi todo me queda bien" dice arrogante y ahí está el Willy que conozco. 

"Madre mía, ahí está mi Willy el humilde" entonces él ríe y me dejo contagiar con la misma. Ambos reímos y me aprovecho del momento para besarle. 

 No hay resistencia, nunca la hay por su parte. Siempre corresponde de la misma forma en que yo le busco como si estuviera listo todo el tiempo pero nunca se atreve a pedirlo. Sin embargo sé que lo quiere, lo sé al ver sus ojos y sus pestañas comenzando a barrerse con delicadeza, lo sé al verlo remojar sus labios repetidas veces al mirarme hablar.

 Sus labios se mueven al compás de una melodía que empieza suave pero no tarda en subir de tono, una melodía adictiva y pegadiza que no se quita de tu cabeza por varios días hasta que la vuelves a escuchar. 

 Ambos nos volvemos torpes intentando buscar más contacto, como si fuesemos dos jóvenes inexpertos que aún no tienen idea de como controlar sus hormonas. Pero es divertido, es divertido cuando luchamos entre los dos para ver quién es más rápido acariciando al otro.

 Willy nunca pierde. 

 Sus manos se escurren con eficacia y antes de que siquiera pueda detenerlo mi piel comienza arder, como un papel al que le tiraron alcohol y le acercaron una llama de fuego. 

 Willy era esa llama. 

 Pronto nos encaminamos entre besos húmedos y caricias torpes, entre risas nerviosas y forcejeos tontos hasta caer tumbados sobre mi cama, donde ambos reímos duro sin tener un verdadero motivo. Respiramos hondo y nos quedamos allí tumbados, uno encima del otro en una forma peculiar pero realmente cómoda. 

 Cerré mis ojos sintiendo mi cuerpo relajarse bajo el delicado tacto de sus dedos sobre mi cabello, aspire hondo logrando percibir de nuevo ese aroma y supe que se trataba de Willy. Él olía a caramelo flores y vainilla, él olía a mi hogar. 

 Realmente pensaba que podría pasar tiempo lejos de Willy, la verdad es que ninguno de los dos podía estar sin el contrario, porque la presencia de uno en la vida del otro era indispensable, y quizás realmente no había forma de que podamos separarnos algún día pero eso no importa ahora. Ahora solo importaba que me encontraba en mi hogar de nuevo. 

 Me encontraba con Willy. 



Drabbles WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora