Mi ángel.

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 Miedo, aquella era una palabra que podría utilizarse en muchas situaciones, como cuando te pierdes en un lugar desconocido o como cuando ves una araña, esa sensación asfixiante que te acelera las pulsaciones hasta hacerte temblar, esa sensación que te oprime el pecho y no te permite pensar o actuar con claridad y lo único que deseas es protección. Esto mismo era lo que estaba experimentando Willy en estos momentos, después de despertarse hiperventilando debido a la pesadilla que acababa de tener. Se maldecía a si mismo por haber visto esa película de terror antes de dormir, lo primero que hizo fue correr en busca de seguridad, por supuesto la única seguridad que tenía en casa era su compañero de piso, quien dormía como un oso en hibernación.

Además del miedo psicológico que lo abrumaba hacía un frío que te cagas, prácticamente se había congelado de pies a cabezas al salir de aquella gran bola de mantas que lo mantenía resguardado del frío, su cuerpo no tardo ni un minuto en reaccionar y comenzar a temblar para estimular sus músculos provocar algo de calor, aunque se le hacía difícil apartar su orgullo no dudó ni un instante en colarse en la habitación de su compañero y meterse en su cama con sumo cuidado, quizás muy dentro suyo tenía una luz de esperanza de que el mayor no notase su presencia y no tuviese que dar explicaciones, pero para su mala suerte aquella luz fue apagada de inmediato al ver como Samuel comenzaba a despertar.

- ¿Willy? ¿Que haces aquí?- preguntó somnoliento restregando sus ojos con sus dedos.

- ¿E- eh? y-yo... Duerme, estas soñando, soy una ilusión de tu cabeza- dijo titubeante comenzando a arder de la vergüenza además de la risa que luchaba por contener.

- Que dices tonto si te estoy viendo- comenzó a reír pellizcando su hombro logrando arrancarle un quejido.

- No hagas eso pringa'o ¡duele!-

- Ves como eres real, a los Willy's de mi cabeza no les duele nada- comentó soltando una risa divertida intentando sacarle el doble sentido a la cosa.

- Ninguno como el autentico- bufó arrogante, acaso estaba celoso de ¿si mismo?

- ¿Tú crees? No sé yo eh, los Willy's de mi cabeza hacían muchas... cosas por mi-

- ¿Ah si?

- Si, si.- afirmó con una gran sonrisa- ¿Y bien? ¿Ahora vas a decirme por qué estas en mi cama? No es que me moleste pero..

- Tenía frío- murmuró no muy seguro de sus palabras.

- Hombre, habermelo dicho- dijo divertido arrodillandose sobre la cama despojandose de un tirón de su camiseta sin ningún pudor.

- ¡Que haces!- los ojos de Willy por poco y salen de sus órbitas, de pronto su pulsó se aceleró nuevamente, y está vez no era por el miedo, estaba muy nervioso, y no tenía idea de que hacer, si huir de allí y encerrarse en su habitación hasta morirse o simplemente dejar que las cosas sucedan.

- Dos cosas, quitarte el frío y enseñarte lo que hacen los Willy's de mi cabeza- sonrió con malicia y diversión aproximandose a su indefenso mejor amigo, lento y sin prisa comenzó a rozar su cuello con la punta de su nariz provocando escalofríos en Willy, quien no se oponía a nada y observaba con cautela.

En cuanto los labios de Samuel rozaron su piel y comenzó un camino por toda la extensión de su cuello supo que la segunda opción era la correcta, su cuerpo comenzaba a reaccionar sin poder controlarse y su sangre comenzaba a desviarse a un punto en especifico, probablemente nunca había tenido una erección tan rápido y su compañero apenas lo había tocado.

Samuel sabía que su compañero no era fácil de convencer si no quería algo simplemente lo alejaba y hasta el momento no había hecho más que responder a sus acciones, aquello le brindaba total seguridad para continuar lo empezado, además, no era la primera vez que se encontraban en una situación tan intima. Aunque luchaban por negarlo era evidente el amor que existía entre ambos, tampoco se reprimían demasiado, simplemente dejaban las cosas suceder, tal cual estaba sucediendo en ese preciso instante.

Sin previo aviso Samuel atrapó sus labios con cierta desesperación, cosa que al menor le costó seguir el ritmo pero enseguida correspondió. Sus labios encajaban a la perfección como dos piezas de rompecabezas que se completaban, reconocían el sabor de sus salivas a la perfección.

Ambos intentaban desvestir al otro con toda la rapidez posible, nunca habían deseado tanto sentir su piel desnuda rozarse con la de su compañero. Actuaban con velocidad, se arrancaban la ropa y se tocaban con violencia, de un momento a otro habían pasado de ser aquellos mejores amigos de YouTube a unos animales en celo.

Samuel prácticamente había reventado los labios de Willy por las constantes mordidas que le daba, los besos tenían un sabor metálico, probablemente se trataba de su sangre.
El menor comenzó a gemir cuando sintió la mano del mayor estimular su miembro sobre la tela de su pantalón, el cual pronto comenzó a desabrochar hasta finalmente deshacerse de él.

Willy abrió las piernas dejando que Samuel hiciera lo suyo, este lo comprendió de inmediato deshaciendose de su pantalón lo más rápido posible para luego posicionarse sobre su entrada.

- Chupa- le exigió extendiendo tres dedos hasta su boca.

- No, solo hazlo-

- Te voy a lastimar chiqui-

- Los Willy's de tu cabeza no sienten dolor, déjame demostrarte que soy mejor que ellos- gimió encaprichado logrando arrancarle una risilla a su compañero.

- Dime si duele mucho- susurró resignado, cuando algo se le metía en la cabeza nadie podía hacerlo cambiar de parecer, Samuel sabía muy bien eso. Lentamente se introdujo en él haciendo todo lo posible para que no le doliese pero aquello era casi imposible, un gemido lastimoso se escapó de la garganta del menor y enseguida se detuvo.

- Estoy bien, estoy bien- musitó como si quisiera convencerse a si mismo de aquello.

- Necesito hacerte el amor Willy- gimió ante la estreches de su cuerpo sintiendo como sus paredes hacían presión contra su pene.

- Hazlo- murmuró entrecortado acostumbrandose a la sensación.
Se miraron unos segundos en silencio, no era necesario decir más nada, el amor en sus miradas era muy real y necesitaba ser manifestado.

Samuel comenzó a embestirlo lento y profundo intentando controlar sus impulsos de hacerlo fuerte, mientras hundía su cabeza sobre el hueco entre su hombro y cuello absorbiendo su olor característico entre fosas nasales, olía a flores, fresco y húmedo como una mañana después de una tormenta de lluvia.
Su piel aun se encontraba fría debido a la desnudez y a la baja temperatura, aunque su cara estuviese ardiendo cosa que indicaba que probablemente dentro de si no lo sintiese, eso lo tranquilizaba.
Ante los ojos de Samuel, Willy era un ángel, el más hermoso de todos, el más frágil, el más delicado y dulce de todos, su ángel. Porque aunque no tuviese alas él sabía como hacerlo volar.

Pronto sus embestidas se hicieron más fuertes, entrando y saliendo con rapidez, escuchando los gemidos descontrolados del contrario que rogaba por más, sus expresiones de placer posiblemente eran lo más cercano a la cuarta maravilla del mundo, y Samuel agradecía profundamente ser el único que podía observar aquella maravilla tan de cerca y cuantas veces que quisiera.

- Prometeme que nunca se lo harás a nadie como a mi- gimió el menor en un hilo de voz aferrandose con fuerza a la espalda de Samuel. El climax se aproximaba.

- ¿De verdad crees que habrá alguien más después de ti en mi vida?-

- Solo q- quiero estar seguro de que me amas- masculló entre dientes retorciendose de placer ante las últimas embestidas.

- Te amo tanto, que si algún día planeas irte me arrancaré el corazón y te lo daré para que te lo lleves contigo, porque es tuyo.- El corazón de Samuel había hablado por él y Willy lo supo.

Finalmente sellaron sus labios con un suave beso que decía más que mil palabras, un te amo a labios cerrados, y con la última estocada ambos llegaron al tan preciado orgasmo. 

Drabbles WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora