Drabbles Wigetta

Apostemos.

La capturadora dejó de grabar y el vídeo dio por finalizado. Y ahí nos encontrabamos, uno al lado del otro mirando a la pantalla aun encendida con el juego pausado. Me resultaba divertido e incluso gracioso que siempre al terminar de grabar no sepamos que decir, porque claro, ya no nos encontramos expuestos a un publico y podemos ser quienes queramos, pero ¿Quienes queríamos ser?

- ¿Que quieres hacer ahora?- Willy rompió el silencio, aunque su vista se mantenía en sus manos.

- ¿Que te parece si jugamos otra partida? Pero..

- Me parece bien- interrumpió y al instante se quedó en silencio al ver que aun no terminaba de hablar.

- Pero apostemos, para que sea más interesante- la malicia en mi tono de voz era evidente pero esperaba que pudiese ignorar eso y ser parte de mi tontería.

- Vale, ¿Que quieres apostar?- este mantenía una sonrisa divertida en su rostro, esas sonrisas inocentes que sabes que esconden más de un pensamiento.

En el fondo, Willy es un pervertido. Y quizás no tan en el fondo.

Acosar

- Para que sea interesante, el que pierda que se quite una prenda- intenté como pude mantenerme neutral ante mis palabras, casi imposible debido a su mirada de "¿Qué estás diciendo, enfermo?"

- ¿Qué dices?- su risa no se hizo esperar, y la mía tampoco.

- Vamos es solo un juego ¡Willy! Por mi, ¡Por favor!- recordaba una vez haber escuchado a mi madre decir que mis berrinches son imposible de ignorar.

- ¡Tío no quiero que me veas mis chichas!- chilló cruzandose de brazos, ¿De verdad acaba de decir eso?

- Ya las he visto compañero, más de las veces que puedo recordar. ¡Nadie más que yo está para ver tus chichas!- con ayuda de un gran puchero logré que este riera y asienta con resignación. El puchero era clave con Willy, nunca pudo decir que no, y yo estaba más que satisfecho con eso.

- Vale, pero una condición, no puedes tocar- dijo sonriente como si acaba de tener la mejor idea del mundo. Será miserias.

- Sabes, me gusta que tus condiciones se apliquen como si ya dieras por hecho que vas a perder- Bingo, punto para mi, cero para el orgullo de mi compañero.

La primera partida dio su inicio, y como era de esperarse, Willy fue el primero en perder. Y vaya que estaba disfrutando mi apuesta de no ser por su absurda condición de "ver y no tocar sus chichas"

- ¡Me cago en todo tío odio este juego!-

- Cumple la apuesta, no es culpa del juego que seas un parguela-

- ¿Qué quieres que me quite?- preguntó serio llevando ambas manos a su delicada cintura.

Acosar

- Eh, no lo sé quítate la remera- me vi a mi mismo presionando mis puños contra mis rodillas mientras este se quitaba lentamente la prenda como si de un strepper se tratase.
Inevitablemente mordí mi labio inferior reteniendo un jadeo al ver su cintura al descubierto. Me preguntaba si tenía una obsesión por aquella parte de su cuerpo, porque comenzaba a desquiciarme el no poder tocar aquella zona.

- Bueno, vamos a ver que pasa ahora- suspiró y tomo asiento nuevamente como si aquello que acaba de suceder solo fue un producto de mi imaginación,

¿Lo fue?

La siguiente partida fue rápida, prácticamente no tuve tiempo de tocar el mando y mi muñeco ya estaba muerto. Escuché la risa de Willy retumbar contra mi oído, entonces caí en cuenta de que el reto de la apuesta también se aplicaba a mi persona.
Ensordecí al sentir la sangre subir a mi cabeza y mi pecho retumbar con fuerza, me encontraba al borde del colapso por los nervios y Willy no paraba de observarme con maldad.

¡Estoy expuesto!

- ¿Que quieres que me quite?- murmuré mirando hacía todas las direcciones posibles poniendome de pie en frente suyo. Tenía que mantener la calma y de ninguna manera perder mi dignidad.

- Puedes quitarte todo si quieres, pero puestos a elegir, quítate la camisa que se te ve muy apretada- dijo entre risas disfrutando completamente la situación. Respiré hondo y conté hasta tres en mi mente, entonces me quité la camisa y su risa enmudeció.

Me paralicé al verle completamente serio sin hacer nada más que observar mi abdomen sin una pizca de disimulación. Me sentí violado por su mirada, y me agradaba la sensación de poder captar el deseo en sus ojos.
Reí divertido y tomé asiento sin decir nada.
Ninguno dijo nada.

La última partida se hizo presente y esta duró un poco más que las anteriores, me esforcé por la victoria y finalmente lo conseguí, ya que antes de estar al borde de la muerte rocé mi pie contra el suyo y este bajó la guardia dandome lugar a matar su muñeco sin mucho problema.

- ¡Tu tío! ¡Hiciste trampa!- se quejó exaltado comenzando dar vueltas por la habitación.

- Me recuerdas al gatito de mis abuelos, cuando se enfada se remueve para todas partes igual que tú- reí escandalosamente al verlo fruncir el ceño ante mi comparación.
Se parecía demasiado.

- Mira igual busco el gato y te lo estampo en la cara-

- Anda no me seas, sé bueno y cumple la apuesta- me vi a mi mismo poniendome de pie en frente suyo tomando de sus manos.

- No quiero, es injusto- se quejó en un puchero dandome la espalda, enseguida le abrace y comencé a mecerlo entre mis brazos, mientras este fingía que quería irse pero en realidad no se movía de su lugar.

- Pero perdiste chiqui, tienes que hacerlo- insistí llevando mis manos hasta el elástico de su pantalón.

- Lo haré, pero con una condición- murmuró tomando de mi mano, no comprendí hasta que la guío con la suya hasta su miembro y comenzó a masturbarse con esta. Reí despacio ante sus insinuaciones tan descaradas, pero cedí ante la tentación, y sin apartar su mano sobre la mía comencé a jalar de su pene, desde la base hasta la punta.

Este no tardó en retorcerse sobre mi y liberar unos grititos dignos de actor porno. Llevé mi otra mano hasta su boca y obligué a que chupara mis dedos, quien obedeció sin chistar. Adoraba los momentos en los que podía tenerle así, completamente a mi merced, momentos que nadie vio porque este era nuestro sucio juego cuando las cámaras se apagan y nadie más que el sol y la luna podían juzgarnos.

Para cuando Willy acabó en mi mano decidimos que el juego había terminado y la apuesta se rompió, después de todo, ambos rompimos reglas.
En realidad, rompimos las reglas desde que nos conocimos.