Ally y yo acabábamos de terminar nuestro turno en un lujoso restaurante cercano a la Universidad donde ambas estábamos estudiando. Eran poco más de las once y había luna llena, las farolas decoradas con coronas y las luces blancas en los arboles iluminaban nuestro camino a lo largo de la acera cubierta de nieve. Nuestros lazos y delantales negros estaban metidos en nuestros bolsillos y nuestras chaquetas de algodón con la cremallera hasta arriba contra el fuerte viento y los remolinos de nieve. Mi gorro tejido estaba puesto sobre mi pelo, manteniendo mis ojeras bien calentitas y alejadas del frío.
Ally era un año mayor que yo, pero no usaba mi estado de alumna de primer año en mi contra. Además, después de sólo un trimestre, estaba a tres cortas horas de ser una estudiante de segundo año, habiendo dejado fuera algunos cursos y luego teniendo una carga académica completa.
Era vergonzosamente inteligente, al menos dentro del mundo académico.
Cuando se trataba de relaciones con chicos, sin embargo, era totalmente ignorante. Ejemplo de ello: Hoy era el comienzo de las vacaciones de invierno y mi primer novio estaba, en ese mismo momento, volando por los cielos en un avión dirigiéndose a Pakistán… Sin mí.
Conocí a Harry el día en que me mudé a Wilson Hall. Me ayudó a descargar mis cajas del auto de mis padres, molestándome todo el tiempo para que le permitiera echarme una mano, ya que tenía demasiadas cosas que llevar hasta mi cuarto.
Pasamos el semestre saliendo juntos, siendo una pareja. Vivíamos en el mismo dormitorio mixto, lo que era conveniente. Comíamos juntos, íbamos a la biblioteca a estudiar, asistíamos a los partidos de fútbol, y teníamos increíbles sesiones de besos.
Había visualizado las próximas vacaciones de invierno como el momento para que lleváramos nuestra relación al siguiente nivel, que estrecháramos nuestros lazos afectivos, que llegáramos a conocernos aún mejor el uno al otro.
Pero justo antes de los finales, el comenzó a preguntarse si en verdad funcionábamos o no como pareja. Estaba aplastada, pero determinada a manejarlo maduramente. Nos abrazamos, lloré, e incluso tuve que admitir que faltaba algo. Pero, ¿Qué exactamente? No lo sabía.
Así llegué a la conclusión de que debes conocer bien a alguien antes de saltar de pleno en una relación, incluso si él es lindo y tiene una sonrisa tremendamente sexy que se eleva lentamente hacia arriba. Así que Harry había sugerido que nos separáramos por un tiempo. Quedamos como amigos. Quizás volveríamos juntos. O quizás, simplemente, él no quería enfrentar la verdad porque era un cobarde.
El tiempo para esta decisión no podía haber sido peor. Pensé que íbamos a pasar todas las vacaciones de invierno juntos, así le diría a mis padres que me quedaría en el campus. Para cuando me di cuenta de que sólo habría un puñado de estudiantes que se quedarían y de que estaría sin Harry, mis padres ya habían empacado todas sus maletas en el coche para salir de viaje a lugar con climas más cálidos.
Si, no era tarde para que tomara un bus, un tren o un avión y me encontrara con ellos en algún lugar, pero seamos sinceros ¿Qué colgado querría pasar las vacaciones de invierno pegado a sus padres?
Estaba claro que yo no. Los quiero, pero el amor es más profundo a distancia.
Así que me quedaba en el campus como planeé al principio, con la única diferencia de que no estaría con Harry. Traté de convencerme de que no me importaba, pero no iba a engañar a nadie. Aquello iba a apestar.
Para llenar el profundo abismo de tiempo, me había apuntado a varias clases para no perder el hilo en los estudios y así, no desperdiciar el tiempo sumida en la soledad. Además, necesitaba trabajar y había pedido unas horas extras. Si podía tomar suficientes turnos y si las propinas de los turistas eran tan generosas como escuché que eran, quizás podría ahorrar para un viaje en las vacaciones de primavera. Ese era mi plan para alejarme de todo y evitar que Harry y yo volviéramos.
