―¿Crees que no he pensado en quedarme? ¿En dejarlo todo por ella? La amo. Nunca había sentido algo así por nadie y se me rompe el corazón cada vez que veo esa mirada vacía cuando le menciono lo de mi regreso a Paquistán. No sé qué hacer. Quiero disfrutar mis últimos días aquí con ella, pero de repente, parece como si todo se hubiera ido al garete. No sé si realmente es ella la que lo pasa peor, o soy yo―Zayn soltó un largo suspiro y acarició el regazo de Hamlet―Nunca te enamores, perrito, y mucho menos de alguien que vive en la otra punta del mundo.
¿Estaba insinuando Zayn que se arrepentía de haberse enamorado de mí? Sentí un nudo en el estómago. Tenía que interpretar aquello de alguna manera, pero no tenía idea de cómo hacerlo, así que cogí aire y no dudé al hacerlo: abrí la puerta de la habitación y di un paso hacia dentro. Una pequeña ráfaga de viento chocó contra mí y me sacudió varios mechones del cabello, llamando la atención de Zayn, quien inmediatamente guió su mirada oscura por todo mi cuerpo.
―Hola―Dije con suavidad antes de ruborizarme. Traté de que mi tono fuera serio, pero escapó con dulzura de mis labios. Mi mirada atravesó la de Zayn.
―____―Él hizo una mueca―¿Eres consciente de lo sexy que te ves con mi camiseta puesta?
Entonces sonreí. ¿Cómo no iba a hacerlo? A pesar de todo, no podía estar molesta con él por más de dos horas. Era demasiado. Lo necesitaba.
Zayn golpeó con ternura el trozo de colchón vacío que quedaba a su lado.
―Ven aquí.
Me estremecí cuando escuché la orden con aquel sexy acento escapar de su boca. Me mordí el labio y luego sonreí, alzando la mirada. Caminé hasta él y me subí a la cama. Gateé por ella, acercándome a Zayn. Soltó un gemido cuando me coloqué sobre él, ojos frente a ojos.
―Te quiero…―Murmuré entonces, y volví a bajar la mirada―Siento lo que ha ocurrido antes. Yo no… Lo siento. Lo he fastidiado todo.
―No―Zayn me ahuecó la mejilla con una mano y me obligó a mirarlo a los ojos―No has fastidiado nada. La culpa ha sido mía.
―Pero…
―No hablemos más de eso, ¿vale? ―Me pidió con ojitos de perrito. Entonces recordé a Hamlet y eché un vistazo rápido a la habitación. Había bajado de la cama de un saltito y se había revuelto entre las mantas que había en la cestita donde dormía, escondiendo la cabeza en un cojín de plumas―Esta noche no.
Lo miré a los ojos e instintivamente incliné la cabeza hacía él. Zayn capturó mi labio inferior y saboreó el momento.
No me recreé a la hora de meter las manos bajo su camiseta y arrancársela de encima, dejándolo con aquel perfecto torso moreno desnudo frente a mí.
Le acaricié el pecho mientras lo besaba y sentía sus manos deslizarse por mis piernas desnudas, pues solo llevaba su camiseta puesta. Luego subió por mi cintura y tiró de la cinturita de las braguitas, arrancándome un jadeo. Levanté los brazos y Zayn me quitó la camiseta. Sus ojos se posaron sobre mi bra y seguidamente se fueron hasta el tanga que me había puesto expresamente para que aquello ocurriera.
―____...―Casi parecía hipnotizado.
―No me pareció bien que tú me regalaras algo tan precioso como lo es Hamlet y que tú no recibieras nada a cambio―Susurré, a punto de cerrar los brazos sobre mi cuerpo. Me sentía avergonzada y el calor se acumulaba en mis mejillas rápidamente. ―Imagine que esto te gustaría.
―____, me encanta―Sus ojos bailaban con entusiasmo. Brillaban. Sonreí y le acaricié el hueco que quedaba entre el hombro y el cuello. ―Me encantas―Y volvió a besarme.
Con un movimiento habilidoso, rodó sobre mí y me colocó sobre el colchón sin dejar de besarme. Me miró a los ojos. Me recogió el cabello tras las orejas. Era tan dulce…
―Te quiero, ____.
―Yo también, Zayn.
Busqué el botón de sus pantalones y él rió cuando se percató de que mis manos deambulaban por su entrepierna, perdidas. Me agarró una muñeca con cuidado y la guió hasta el cinturón.
Poco a poco fuimos desprendiéndonos de nuestras piezas de ropa hasta quedar completamente desnudos, tal y como habíamos venido al mundo. Zayn me acarició las mejillas, me besó los labios, pasó sus labios por todas partes, por cada rincón de mi cuerpo, haciéndome estremecer con cada roce bajo él. Acaricié sus bíceps bien formados, sus abdominales, besé su piel morena, su hombro, su cuello. Él gimió y segundos después, lo noté deslizándose en mi interior.
Me aferré a sus brazos y me mordí el labio para abstenerme de gritar. Zayn buscó mis manos, arrancó mis uñas de su carne y entrelazó sus dedos con los míos. Apoyó su vientre y su pecho contra mi cuerpo y empezó a moverse con lentitud.
Llevó sus labios a mis mejillas. Fuegos artificiales empezaron a explosionar fuera. Era media noche, nuevo año. Me aferré a Zayn. Me besó la comisura de los labios y sentí el corazón dándome vuelcos cuando pensé que aquella podría ser la última noche que pasaba con Zayn sumidos en la pasión.