Capítulo 9

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Eran las dos de la madrugada cuando salimos del club, hablando, riendo y abrazándonos.

Ah, ____Habló Lorena―Ally me dijo que te recordara que mañana tenemos una cita en el spa. Yo me he auto invitado―Soltó una risita, cosa que yo no hice porque me había olvidado completamente―Y Zayn puede venirse también, ya que ahora sois inseparables…―A medida que hablaba su tono de voz fue disminuyendo y apenas entendimos algo de la última frase.

―¿Perdón?―Intervino él―¿Quieres llevarme a que me haga la manicura? No, gracias.

Yo solté una carcajada.

―Te harán un masaje facial―Le sugirió Lorena.

―Eso suena aún peor.

―Oye, y―Louis le colocó una mano en el hombro―¿Esquías?―Le preguntó.

―No, pero me gustaría intentarlo―Se interesó.

―Pues puedes venirte conmigo mientras ellas se van a ponerse todos esos potingues por encima del cuerpo.

―Suena bien―Miré a Zayn y enarqué una ceja―Lo de ir a esquiar, digo. Lo de llenarse el cuerpo de cremas no me llama mucho la atención…

―Ya…―Lo fulminé con la mirada. Él rió y me atrajo hacía él. Le rodeé la cintura con un brazo y dejé que el comenzara a tocarme varios mechones de pelo con su guante de lana cubriendo una de sus manos.

―Entonces os pasaremos a buscar mañana sobre las ocho, ¿sí? ―Dijo Lorena―¿Queréis que os acerquemos ahora a casa?

Zayn bajó su mirada hasta mí, yo alcé la cabeza y me encontré con sus ojos marrones. Sentí como los capullos que había en mi estomago dejaban escapar a millones de mariposas y unas terribles ganas de ponerme de puntillas y unir sus labios con los míos me arrebozaron de pies a cabeza.

―Yo prefiero ir andando―Habló él sin dejar de mirarme a los ojos.

―Yo también…―Y en el fondo no era ni consciente de lo que acababa de decir. Zayn me había hechizado. Ni un mago podría igualarlo.

Al final nos quedamos Zayn y yo solos en la calle. Había empezado a nevar de nuevo. Los gruesos copos de nieve caían lentamente y cubrían el suelo.

―Hace demasiado frío―Se quejó.

―Demasiado―Repetí.

Y sentí un apretón en la cintura. Zayn me había aferrado más a él y no me atreví a mirarle a los ojos. Seguí con mi mirada en el frente, nerviosa, avergonzada pero segura, protegida y cómoda. Todo gracias a Zayn.

―Por cierto―Dijo―¿Sabes? Paul me ha contratado.

―¿Qué?

―Sí. Habló conmigo después de recoger las mesas y como no estaría de más conseguir algo de dinero para sobrevivir aquí, pues acepté.

―Vaya, eso era lo último que me esperaba.

Pero no. No era lo último.

En cuanto llegamos a la residencia vimos a la monitora en la entrada, por lo que Zayn tenía que volverse invisible o quedarse fuera.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora