Capítulo 4

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En el momento en que Zayn salió de mi habitación, Stephanie ya había salido a pasar el día con algunos amigos.

Traté de perder la mirada en algún lado pero verlo recién duchado, con el cabello mojado y aquella ropa que lo hacía tan, pero tan sexy reclamaba mi atención totalmente. Aquel chico era increíble, por el amor de Dios…

De repente, me percaté de que se frotaba la nuca, algo incomodo, y me obligué a ladear la cabeza tratando de no sonrojarme. No sabía que hacer con mis manos, quienes se morían por tocar aquel sensual cabello. Las escondí debajo de mis brazos, como si tuviera frío. Pero en realidad, tenía todo lo contrario, porque tener a Zayn allí delante, hacía que la temperatura corporal que había en mi elevara totalmente.

―¿Y el veredicto cual es?―Preguntó él.

―Oh. Stephanie está de acuerdo con que te quedes aquí. Así que el sofá es todo tuyo.

―¿Seguro que no hay ningún problema? No quiero meteros en ningún compromiso.

―No, tranquilo. Todo estará bien.

Y eso me llevó a pensar que ese receso de invierno que había planeado, empezaba a tener posibilidades de diversión, simplemente por el hecho de que Zayn era fascinante e iba a estar durmiendo durante cuatro semanas en mi apartamento.

Zayn me sonrió abiertamente.

―¿Qué vas a hacer hoy?―Le pregunté sin rodeos.

―Daré un paseo para conocer esto. ¿Quieres venir conmigo?

―Me gustaría pero tengo que ir a la biblioteca.

―Oh, bueno, en ese caso, puedo dar un paseo por la biblioteca.

Y la aburrida y pésima idea de estar sola entre libros se volvió alucinante y prometedora cuando escuché aquellas palabras salir por su boca.

Caminamos hasta un pequeño albergue donde servían el desayuno, la comida y la cena.  Era un día espléndido, brillante y claro. La nieve que había caído a lo largo de la noche anterior había dejado un manto fresco en el que cualquiera podría hundirse, pero las aceras y las carreteras ya estaban despejadas.

Nos sentamos los dos solos en una mesa y empezamos a desayunar.

―Oye―Dije de repente―Tienes que probar esto―Empujé mi plato cargado de panqueques hacía él―Sírvete tu mismo.

Zayn sonrió.

―Deberías terminártelas tú, estas muy pequeña.

Nunca había tenido a nadie refiriéndose a mí como pequeña. Yo no era la gran cosa, pero tampoco nada como para llamarme pequeña, aunque su tono de voz había sonado tierno y no me desagradó.

―No te estoy ofreciendo todo el plato. Solo unos bocados―Empujé más el plato―Venga, prueba.

Vi como cogía su tenedor y lo clavaba con cuidado sobre uno de los panqueques, cortó limpiamente por la mitad, dobló una de ellas y se la llevó a la boca. Sus ojos se abrieron enormemente mientras masticaba.

―Están buenísimos.

Sonreí, satisfecha.

―Debería haberme informado antes sobre la comida de este sitio, porque en serio, esta fenomenal. Es raro que no haya mirado nada en internet sobre la gastronomía de Inglaterra, porque me gusta tenerlo todo planeado cuando voy a viajar solo de un lado a otro.

―¿No es muy triste ir a la otra punta del mundo solo? ―Pregunté, algo preocupada.

―Mm… Bueno, quizás al principio. Pero ahora ya no. Te tengo a ti―Y clavó sus profundos ojos marrones sobre los míos.

Sentí un tonto apretón en mi pecho. Lo que dijo podría haber sido la cosa más dulce que jamás alguien me hubiera dicho a la cara.

―Además, si estuviera viajando con alguien―Continuó Zayn―probablemente pasaría todo el tiempo con él, en vez de pasarlo con extraños de mi alrededor. No aprendería un montón sobre la gente del país en el que estoy. ¿Cuál sería el punto de viajar y no conocer personas?

―Vaya, nunca había pensado de ese modo.

―Me gusta visitar lugares interesantes. Ver edificios, monumentos, museos… Pero lo que más me fascina son las personas. Y nunca sabes con quien te vas a encontrar.

Sentí algo extraño en mi interior cuando su mirada volvió a profundizarse sobre mí. Sus pupilas habían chocado contra las mías y algo nuevo estaba naciendo y subiendo desde mi estómago hacía arriba…

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora