Capítulo 48

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Capítulos a continuación narrados por Zayn.

Bufé, pues estaba a punto de echarme a llorar como un niño pequeño. Todo lo que sentía en el interior no era más que una mezcla de sentimientos que me destrozaban poco a poco. Luchaba contra las ganas de querer girar la cabeza para mirarla una última vez, pero no podía hacerlo si no quería rendirme y dejarlo todo por ella.

Aún no podía entender, no lograba entrarme en la cabeza el hecho de que ___ me hubiese enamorado de aquella manera. Era una chica, una simple chica de Inglaterra que me había vuelto loco desde incluso antes de conocerla. Era una chica. Una simple chica que para mí se había convertido en la más especial del mundo, y después de pasar con ella el mejor mes de mi vida, me iba sin saber cuándo volvería a verla, a tenerla entre mis brazos.

El dolor se incrementaba con cada paso que daba, alejándome de ____. Probablemente ya la habría perdido de vista. Había pasado el control de seguridad y me había escabullido entre la gente por los anchos y enormes pasillos, repletos de tiendas a lado y lado, que llevaban hasta la terminal por donde embarcaría con mis maletas para tomar el vuelo hacia Paquistán, donde tenía a mi familia, a mis amigos… A donde no tenía a ____, la chica que me había echo ver el mundo de otra manera, que había convertido mi sencilla vida en algo más interesante y apasionante de lo que creí que sería jamás.

La estancia en Inglaterra no fue solo un simple intercambio. Conocí a personas nuevas, estreché amistades fantásticas, aprendí a esquiar, a hacer brownies, canté en un club, trabajé en un restaurante… Y me enamoré de ella, de su sonrisa, de su carácter, de sus defectos e imperfecciones, de su manera de besar, de los gemidos que emitía cuando se encontraba bajo mi cuerpo…

Una lágrima se deslizó por mi mejilla. Quise limpiármela con el torso de la mano, pero entonces comprendí que estaba cometiendo, probablemente, el error más grande de mi vida, que estaba abandonando a la razón por la que mi vida había pasado de ser monótona a convertirse en fantástica. Tenía a mi familia en la otra punta del mundo, y la familia se tiene para siempre. Tenía a ___ a tan solo un minuto, era echar a correr y tenerla de nuevo entre mis brazos. Si la dejaba allí… ¿Quién me decía que alguien no me la arrebataría? ¿Qué no le ocurriría nada durante mi ausencia? No podía permitirme encontrar respuesta a aquellas preguntas. En aquel momento solo tenía una cosa en mente, y era arreglar la desgracia que estaba a punto de llevar a cabo si tomaba aquel avión.

Dejé caer las maletas contra el suelo, giré sobre mis talones y eché a correr en dirección contraria. Varias lágrimas volvieron a derramarse por mi rostro. La gente comenzó a mirarme de manera extraña, como si fuera un loco o algo por el estilo. Alguien gritó desde la lejanía advirtiéndome de que había dejado mis maletas allí tirada, pero todo lo que había en el interior no me importaba. Solo quería llegar a tiempo hasta ___ y decirle que no iba a marcharme de allí si no era con ella.

Traspasé de nuevo el control de seguridad. Uno de los hombres trajeados en uniforme trató de agarrarme y preguntarme qué demonios estaba haciendo, pero simplemente dije:

―No puedo marcharme―Y seguí corriendo tan rápido como pude.

Me detuve en cuanto llegué a la zona donde había estado despidiéndome de ___. Aquel sitio era enorme y había una multitud de gente inimaginable. No veía a ___ por ninguna parte, así que solo pude gritar su nombre con la esperanza de que mi chica me escuchara.

Mi mirada voló sobre todas aquellas cabezas, y entonces algo llamó mi atención.

___ estaba de espaldas  no muy lejos de mí. No a más de quince metros. Se volteó lentamente, con las mejillas llenas de lágrimas y los ojos aún hinchados. Sus pupilas aumentaron de tamaño en cuanto su mirada se posó sobre mí. No pude evitar contener mi débil llanto. Volví a correr hasta ella viendo como con cada zancada que daba ella dejaba caer más lágrimas por su delicado rostro. Pude sentir como su propio corazón le daba un vuelco bajo el pecho. Podía sentirlo. Su corazón era mío, y el mío era suyo.

Me planté frente a ella e inmediatamente le cogí el rostro entre las manos.

―Te quiero―Le confesé con tanta vitalidad que varias personas se voltearon para observar la escena―Y no puedo irme de aquí sin ti. ―Sin más, la besé cuando noté sus manos sobre mi pecho. Bajé las manos por su espalda, por su trasero, la agarré de los muslos y la cargué sobre mi cuerpo mientras ella se aferraba a mi carne, a mi cintura, y me besaba con una pasión casi sobrenatural―Te amo, _____.

Ella estaba llorando, tanto que pronto podría crear un nuevo océano. Me miró a los ojos, le brillaban. Se aferró más a mí.

―Te amo―Continuó llorando como si acabaran de arrancarle el corazón del pecho, sin embargo, volvió a besarme. Me comió la boca, como si pensara que volvería a marcharme, pero no lo haría. Ahora estaba con ella, y allí me quedaría para el resto de mi vida.

Sentí sus ansias, su fiereza, su necesidad de sentirme.

Me aparté un  poco de su boca, solo lo suficiente para poder penetrarla con la mirada y decirle:

―Te dije que tenía toda mi vida allí… Te mentí―Le confesé―Lo siento. Mi vida está aquí, entre mis brazos.

Entre lágrimas, ____ rió. Su sonrisa se contagió sobre mí, y mientras nos sonreíamos, volvimos a besarnos entre llantos de amor, rodeados de miles de personas que nos miraban con asombro.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora