―Tranquilízate. Estás haciendo una bola enorme de una cosa tan simple como dejar a Hamlet con Lorena y Louis mientras nosotros vamos a esquiar―Me dijo Zayn mientras nos colocábamos las botas e íbamos en busca de los esquís.
―Pero nunca lo hemos dejado solo, Zayn. Pobrecito, debe estar echándonos mucho de menos. ¿Y si se pone a llorar? ¿Y si se escapa del apartamento de Lorena y Louis?
―Cariño, te estás estresando y me estás poniendo nervioso. Deja de pensar en Hamlet y ayúdame a ponerme los esquís sin que me caiga.
En aquel momento solté una carcajada. Zayn llevaba en Inglaterra más de un mes. Habíamos ido a esquiar las veces suficientes como para aprender por si solo a colocarse los esquís, y en realidad, tampoco era algo tan complicado como él decía que era. En conclusión, los hombres de hoy en día no tienen remedio. Luego dicen de las mujeres…
Zayn se irguió en cuanto me acerqué a él y me rodeó los hombros con un brazo mientras yo lo sujetaba por la cintura para que encajara una bota dentro de las fijaciones correspondientes. Me atrajo con fuerza hacia su lado y apretó el pie hasta que oímos un “clack”.
―Uno―Dije―Ahora el otro, cariño. Venga, se que tu puedes. Luego te daré una chocolatina como recompensa. Este es el esfuerzo más grande que has hecho en toda tu vida, lo sé―Me mofé de él fingiendo ser su mamá y tratando de no mirarle a los ojos para estallar en carcajadas.
Zayn me lanzó una mirada fulminante y mordaz. Llevaba las gafas sobre la cabeza, echándose el cabello hacia atrás y estaba demasiado sexy, para variar.
―Serás tonta…―Murmuró mientras se inclinaba para morderme la oreja. Me hice a un lado empezando a reír y dos segundos más tarde me arrepentí de haber molestado a Zayn con aquella tontería. Perdió el equilibrio, pues estaba con un pie sujeto al esquí y el otro suelto. Se balanceó sobre mí. Me caí sobre la nieve y el cayó sobre mí.
Todos los esquiadores que teníamos alrededor empezaron a reír y varios de ellos se acercaron a ayudarnos. Yo no podía dejar de reír. Zayn mostraba en sus facciones que poco a poco empezaba a perder el gusto de ir a esquiar. Siempre le ocurría lo mismo. Si no se caía, se tiraba más de una hora para colocarse las botas. Aquel hombre no tenía remedio.
¿Pero para que negarlo? Era buenísimo esquiando. En varios días había aprendido lo suficiente como para casi alcanzarme. Se moría de rabia cuando me reía en su cara de que nunca podría superar a las mujeres.
A la hora de comer, decidimos parar en un merendero bastante alejado de las pistas donde había varias parejas más. Nos quitamos los esquís y nos sentamos a la mesa para comernos los bocadillos que nos habíamos preparado antes de salir aquella mañana de casa.
Antes de volver a las pistas, decidimos tumbarnos en la nieve durante un rato. El cielo azul estaba cubierto de nubes blancas, pero apenas nevaba, y el sol, en una esquina de aquel océano casi transparente, brillaba con intensidad.
―Hay algo de lo que tenemos que hablar―Dije en cierto momento.
―¿De qué? ―Preguntó Zayn, ladeando la cabeza en la nieve para mirarme.
―De dónde vas a dormir cuando regresen Stephanie y Giselle.
―¿Quién es Giselle?
―La compañera que supuestamente duerme en la cama donde estas durmiendo tú.
―Oh, oh―Murmuró―Entonces tenemos un problema.
―Había pensado que podrías seguir durmiendo en el sofá, pero… Giselle es algo…―No encontraba la palabra adecuada, así que desvié la frase―Sigue las reglas de la residencia al pie de la letra, y como bien sabes, no pueden haber chicos en nuestra zona, por lo tanto, no se arriesgará ni dará su brazo a torcer a dejarte dormir allí.
―Pero habrá alguna solución, ¿no? ―Volvió a preguntar Zayn. Parecía que se hubiese puesto tenso solo por el hecho de que ya no podríamos dormir juntos. A mí tampoco me gustaba la idea, pero antes de adelantar acontecimientos había que hablar de todas las opciones y soluciones posibles.
―Supongo, pero…
―Ese “pero” no me gusta―Refunfuñó entre dientes.
―Pronto empezaré las clases de nuevo, Zayn, y necesitaré concentrarme en mis estudios. Si paso el día contigo será imposible que saque buenas notas. Me despistas demasiado.
Cuando lo miré, estaba poniendo morritos y no pude evitar reír.
―Pero si tampoco puedo dormir contigo significa que apenas podré verte, y estoy aquí por ti. ¿Cuál es el punto de todo lo que he hecho si me echas de tu dormitorio?
―Puedes dormir debajo de mi cama si te comportas como un ninja y Giselle no te descubre.
―Me parece una buena idea―Contestó seriamente.
―Era broma, tonto―Le di un golpe en el hombro y solté una carcajada.
―Pues yo creo que podría hacerlo. Mira, sería genial. Cuando Giselle no estuviese en el depa, yo entro, me escondo, y cuando ella ya esté dormida a media noche, salgo de mi escondite y me meto entre las sabanas contigo, ¿qué te parece?
―Estás loco―Le dije mientras metía la mano en el bolsillo de la chaqueta, pues hacía unos segundos mi móvil había empezado a sonar.
Zayn me miró con ojitos de cachorro, pero yo lo ignoré. Sabía que en el fondo no quería separarse de mí ni un segundo, y mucho menos abandonar el apartamento, pero tendríamos que buscar una solución sería y lógica. Esconderse bajo la cama era una tontería tan grande como una casa.
―¿Sí?―Contesté a la llamada antes de que Zayn siguiera hablando de seguir adelante con la locura de convertirse en ninja.
―¡Galletita! ¡Adivina quien acaba de llegar a Londres!
Obviamente, mis padres.