Capítulo 3

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Por la mañana, salí de la cama y me metí en el baño. Después de una ducha rápida me vestí.

Ahora que Harry se había ido, planeaba bajar increíblemente mi rutina, pero el caliente paquistaní que estaba en la sala, me estaba haciendo reconsiderar mi decisión. No era que estuviera planeando hacer una jugada con un chico que iba a estar por tres o cuatro semanas. No. Después de pensarlo bien cuando no podía dormir, estaba encantada de jugar un rol solucionando problemas y como guía turística personal de Zayn.

Abrí la puerta de la habitación y me asomé a la sala. La única luz venía del televisor. Me acerqué al sofá y comprobé que Zayn se había puesto la camiseta. Maldije por dentro. La sabana que lo cubría estaba mitad sobre él y mitad sobre el piso. Pude contemplar sus brazos, aquellos brazos bronceados y morenos, perfectos, que hacían de él un hombre más caliente que Chris Evans.

Los ojos de Zayn se abrieron y lo primero que hizo fue sonreírme de manera familiar.

―Buenos días―Murmuró, frotándose los ojos. Solté una pequeña risa y me tapé la boca con una mano para esconder el sonido embarazoso. ¿Quién era tan tonta como para reírse solo porque la saludaran? Pero es que su voz había sonado tan varonil… Su sonrisa se ensanchó mientras estiraba sus piernas y se sentaba―¿Qué?―Preguntó viendo lo atontada que estaba.

―Tus saludos parecen muy, no sé… Tuyos.

―¿Y dices eso cuando apenas me conoces de hace unas horas? Vaya―Se estiró, levantando sus brazos sobre su cabeza y gruñendo, como si le doliera cada hueso y cada músculo. Se hizo a un lado para dejar un espacio para mí. Me fui hasta la esquina y dejé un poco de distancia entre los dos. Estaba completamente intrigada por su posición tan relajada, por su manera de ser tan simple y ligera.

―Entonces, ¿haces esto de viajar de sofá en sofá muy seguido? ―Pregunté.

―Lo hice el verano pasado. Fui por toda Francia, así que pensé en darle una oportunidad a Inglaterra después de que Harry me convenciera.

Y ahí traté de imaginarme todas las palabras que debió de haber usado Harry para convencerlo de semejante barbaridad. El chico que yo creía que no era capaz de comunicarse, si podía hacerlo cuando se lo proponía. Estaba aprendiendo más sobre Zayn en el poco tiempo que hacía que nos conocíamos que en los cuatro meses que compartí con el rulitos.

―¿Llamaste a Harry anoche?―Preguntó de repente.

―Oh, no. Bueno, sí. Lo llamé, pero no pudimos hablar. Le dejé un mensaje pero no estoy segura de que pueda solucionarnos el problema del sofá. Por eso he pensado que quizás pueda hablar con Stephanie, y como te dije anoche, ella quizás no tendrá ningún problema con que te quedes. Sin embargo, hay un pequeño inconveniente: No se permiten chicos en este piso después de la media noche, así que tendrás que esconderte.

―Soy bueno ocultándome.

Reí ante su comentario.

La puerta de la habitación se abrió y Steph se abrió paso vistiendo un pijama de Piolín. Tenía el cabello rizado y marrón y a primera hora de la mañana, se veía como su hubiese metido el dedo en un enchufe. Sus ojos marrones estaban completamente abiertos.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora