―Lo siento…―Me puse en pie incapaz de mantenerme un minuto más sentada. Estaba incomoda. No porque el sofá no fuera lo suficiente cómodo para mí, sino porque la situación podía conmigo y detestaba estar sentada en un momento tan crítico como aquel.
―¿Qué es lo que sientes? ―Harry se levantó y dio varios pasos hacia mí, pero mantuvo la distancia.―¿Sientes haberte enamorado de Zayn? ¿Sientes que me hayan roto el corazón? ¿Lo sientes todo?
―No―Contesté en un susurro y mirándole a los ojos―No siento haberme enamorado. Harry, tú y yo terminamos. ―Le recordé―Y enamorarme de Zayn fue como…―Paseé la mirada por la habitación en busca de la palabra adecuada―No lo sé, pero él me ayudó a darme cuenta de que lo nuestro no iba a llegar a ninguna parte y que no podía estar negándome a salir con nadie porque pensara que tú podías regresar queriendo una segunda oportunidad. Entonces me llamaste y me dijiste que te habías enamorado de su hermana. Eso fue todo lo que necesité escuchar para decidir estar con Zayn, y día tras día, me iba enamorando más de él. No pude controlarlo, Harry. El amor es incontrolable, no manejo mis sentimientos, ¿vale? Pero a pesar de todo, no me arrepiento de estar enamorada de Zayn. De lo único que me arrepiento ahora es de haberlo besado en cuanto has llegado. No sabía que…
Antes de que pudiera continuar, Harry empezó a hablar y me di cuenta de que estaba totalmente dispuesto a contarme lo que pasó en Paquistán. Sin rodeos ni mentiras. Iba a ser sincero conmigo, confiaba en mí, y no tenía dudas de que yo iba a escucharlo y a darle mi brazo a torcer.
―Creí que no te quería cuando me marché de aquí. Llevábamos tres meses juntos y lo único que habíamos hecho era abrazarnos, besarnos. Íbamos juntos al cine y a esquiar. Eso era todo. No nos molestamos siquiera en hablar de dar un paso más en la relación, y como idiota que fui, en vez de hablar contigo, me dije que el problema era que no estábamos hechos el uno para el otro y decidí romper contigo sin darte explicaciones. Estoy seguro de que sí hubiésemos llegado a…―Se pasó una mano por el cabello, miró al techo y suspiró con pesadez. ―___, ¿has… has tenido sexo con Zayn?
Tragué saliva y me ruboricé. Me puse roja sin poder evitarlo. No quería contestar a aquella pregunta. Ni decirle que sí, ni mentirle, ni explicarle detalladamente que habíamos hecho el amor al menos cinco veces mientras él había estado aquí. Traté de mantener la compostura y desvié el tema con otra pregunta.
―Quiero saber que te ocurrió en Paquistán, Harry. Ya sabes que Zayn y yo estamos juntos, somos una pareja. Eso es lo único que necesitas saber―No quería ser brusca ni borde con él, solo quería hacerle entender que mi respuesta a su pregunta era un sí, pero que no importaba. Lo que realmente valía la pena escuchar allí era su historia, no la mía. No hacía falta explicar mis llantos y mis suplicas a Zayn cuando se disponía a marcharse, ni el miedo que pasé cuando nos perdimos en la nieve, ni el dolor que sentí cuando me robó la virginidad. Él no tenía que preocuparse por mí, yo ya tenía a Zayn. Él no tenía a nadie, y yo debía y quería preocuparme por él, quería ayudarlo.
―Me marché de aquí creyendo que no te quería. Emprendí un viaje esperando vivir nuevas aventuras y conocer gente nueva y maravillosa, y me topé con la atractiva hermana de Zayn. Supongo que me ocurrió lo mismo que a ti con él. Se convirtió en mi guía, me enseñó la ciudad, las costumbres típicas de allí, me llevó a varios restaurantes, pasamos cantidad de horas juntos y… Me enamoré. O al menos eso creí. Luego me di cuenta de que no era así, pero ya era demasiado tarde, porque a pesar de todo, estaba destrozado. Mi situación no ha sido tan perfecta como la tuya con Zayn. Me… Me acosté con ella. Me dijo que me quería y yo se lo dije a ella. Me confundió, me obsesioné con ella y llegué a pensar que era la mujer de mi vida. Cinco días después la encontré besándose con otro en un club y no pasó la noche en casa. Al día siguiente no se retrajo a decirme lo que había hecho con aquel tipo, y que volvería a hacerlo la noche siguiente con otro. Y yo había sido otro más cayendo en su juego. ―Noté el nerviosismo en su tono de voz y me acerqué a él lo suficiente como para agarrarle la mano y acariciarle la palma con mi pulgar. Él clavó sus ojos sobre los míos―A pesar de comprender que a ella no la quise realmente, me hirió. Pero no porque se acostara con otros, sino porque me hizo darme cuenta de algo. De que… De que a la única chica que he amado realmente eres tú.
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