Capítulo 26

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Entramos en la farmacia y sentí un nudo en la garganta. Tenía los dedos entrelazados con los de Zayn y le apreté la mano con fuerza.

―Zayn…―Murmuré―Me da vergüenza pedirla―Confesé después.

―La pediré yo, tranquila―Con media sonrisa se avanzó varios pasos por delante de mí sin soltarme la mano, como si pensara que iba a salir corriendo de allí por alguna razón. Se colocó tras el último cliente y esperó.

Mientras tanto, yo saqué varios billetes del monedero y se los di.

―No―Dijo―¿Qué haces? Voy a pagarla yo.

―Zayn, esto es cosa mía―Le recriminé―No eres tú el que podría haberse quedado embarazado―Le lancé una mirada a la que traté de ponerle algo de gracia, pero no debí haberlo hecho.

―Todo lo que sea cosa tuya ahora también es cosa mía―Respondió serio y mirándome a los ojos―Y más sabiendo que si estás embarazada es culpa mía.

Dejé escapar un bufido y lo miré con insistencia pero por más que siguiera sacando argumentos a favor para que aceptara mi dinero, Zayn era terco y no iba a coger los billetes por más que se los zarandease millones de veces frente a la cara.

―¿Siguiente? ―Ambos giramos la cabeza y miramos a la mujer que se encontraba tras el mostrador.

―Nosotros―Contestó Zayn, acercándose.

―¿Qué necesitan? ―Preguntó con formalidad, mirándonos a los dos.

―Una caja de preservativos―Respondió.

Alcé una ceja y lo miré.

Tenía claro que después de la noche que había pasado con él volvería a repetirla cuantas veces quisiera pero me sorprendió la soltura con la que actuó al pedir los condones y sin ni siquiera consultarlo conmigo. Aunque eso no fue lo que me molestó. En cuanto no se diera cuenta, le metería dos billetes en el bolsillo de la chaqueta. No iba a dejar que aparte de la pastilla pagase también los preservativos.

―Ahí tienen de todos los tipos―Nos informó la mujer, señalando una estantería detrás de nosotros.

Zayn se acercó a mi oído.

―Coge los que más te gusten―Me susurró.

Me ruboricé al instante y sonreí tímidamente. Le solté la mano a Zayn y sin mediar palabra me fui en busca de los preservativos.

―Y necesitamos la pastilla del día después―Escuché que le decía a la dependienta.

―Bien. Un momento.

En cuanto me giré con mi elección echa, la mujer había desaparecido tras una puerta yendo en busca de la pastilla. Zayn me cogió la muñeca en cuanto me tuvo frente a él y me alzó el brazo. Abrí la mano con una sonrisa.

―¿Chocolate? ―Preguntó él.

―Me encanta el chocolate―Contesté pícara.

Zayn me cogió de la barbilla y me besó en la mejilla. Luego sus ojos se posaron sobre los míos y la mujer volvió a aparecer con una cajita blanca en su mano.

―Imagino que es para ustedes, ¿no?

―Ajá―Contestamos ambos.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora