Capítulo 39

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―No me gustan las sorpresas―Me quejé con gracia mientras Zayn me conducía por el apartamento con los ojos cubiertos por una cinta negra y agarrándome por la cintura.

―Pues ésta te va a encantar―Murmuró contra mi oído, estremeciéndome.

Segundos después, noté sus manos abandonar mi cintura para deshacer el nudo que mantenía el trozo de tela negra pegado a mi piel. Nos detuvimos y cuando la cinta cayó al suelo reprimí un gemido y me llevé las manos a la boca.

Desde mi espalda, Zayn sonrió enormemente, satisfecho con el trabajo que había hecho.

En el salón había un oso enorme de peluche, de color blanco y con un corazón entre sus manos. Sobre la mesa habían velas, flores, rosas, dos platos con alguna comida que supuse que era típica de su país y cubiertos de plata.

Giré sobre mis talones y le planté un beso en la boca. Le agarré las mejillas, lo acaricié y me apreté contra él cuando me besó con más pasión.

―¿Te gusta? ―Susurró contra mis labios.

No pude evitarlo: le pasé el pulgar por el labio inferior. Me mantuve de puntillas para poder volver a besarlo después de responder.

―Sí… Gracias―Clavé mi mirada en la suya y vi a sus labios curvarse bajo su nariz.

―Te quiero―Me dijo suavemente.

―Gracias por eso también―Y volvimos a fundirnos en un apasionado beso.

Zayn me rodeó la cintura y me apretujó contra él. Pude sentir el bulto de su erección en su entrepierna, bajo el pantalón. ¿Es que aquel hombre estaba necesitado a todas horas? Aún ni siquiera habíamos cenado.

Reí.

―¿Ya ha despertado tu amiguito?

―Es culpa tuya―Contestó, mordisqueando mis labios con una sonrisa de oreja a oreja.

Lo empujé contra la pared y tras un jadeo, le devoré la boca con sensualidad y excitación. La lujuria volvía a hacer presencia entre nosotros. Zayn bajó sus manos por mi espalda, acariciándome, me masajeó las nalgas y tras colocar los brazos bajo mi trasero, me alzó en brazos y nos dio la vuelta, haciéndome quedar a mí contra la pared.

Envolví las piernas en su cintura y gemí cuando apretó su cuerpo, su erección, contra mi feminidad.

―No vamos a tener sexo antes de cenar―Murmuré besándole el cuello, lamiéndole las mejillas. Estaba tratando de controlarme. Que estupidez. No podía parar. Zayn era como una droga, cada parte de él, cada sonrisa que esbozaba, cada aliento que hacia chocar contra mí, cada roce, cada palabra que escapaba de aquella boca con aquel sexy acento…

Zayn jadeó con la respiración agitada.

―Ya lo sé… Pero si continúas besándome ahí no podré controlarme―Cerró los ojos y tembló. Por poco no caemos los dos al suelo.

Ya habíamos pasado por una situación semejante a aquella. Hacía dos días, habíamos decidido ir al cine por la tarde. Antes de salir, tuve el impulso de besar a Zayn en la boca. Las mariposas en mi estómago me corrompían. Me llevaron, o más bien dicho “nos llevaron”, al dormitorio en vez de al cine. Zayn empezó a lamer mi piel cuando me sentó sobre la mesa del salón. Se dejó llevar por la pasión y yo no pude evitar caer ante sus encantos cuando me mordisqueó el cuello y el lóbulo de la oreja izquierda. Finalmente acabamos desnudos entre las sabanas de la cama, el uno encima del otro, enredados entre piernas y brazos, besos y caricias.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora