Capítulo 30

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―¡¿Has visto mi cartera?!―Preguntó Zayn desde la habitación.

Yo llevaba rato sentada en el sofá, viendo la televisión mientras esperaba a que Zayn terminara de hacer lo que fuera que estaba haciendo.

Eran las once de la mañana e íbamos a salir a hacer la compra. Había muchas cosas que comprar para la noche que se nos venía encima. Mañana era Nochebuena y quería disfrutar de una agradable velada con Zayn.

Lorena y Louis ya nos habían llamado. Primero habían preguntado por mi estado y Lorena estuvo replicándome por haber tenido relaciones sexuales con Zayn y haber sido tan inconsciente como para no utilizar preservativo y luego Louis se encargó de hablar con Zayn y supongo que no se guardó sus preguntas pícaras, porque vi que Zayn me miraba con rubor y le decía a Louis que esas no eran cosas de su incumbencia. Habíamos acordado en ir a su casa a las dos del mediodía del día siguiente para comer los cuatro juntos y después, al anochecer, Zayn y yo pasaríamos la velada juntos en el apartamento, comiendo algo típico de Paquistán que Zayn insistió en hacer.

―¡No! ―Contesté―¿Dónde la dejaste? ―Zayn apareció por el pasillo con una mano en la cabeza.

―No tengo ni idea. ¿Seguro que no me la has cogido tú? ―Me lanzó una mirada.

―¿Yo? ¿Para qué voy a cogerte yo la cartera?

―No sé, para robarme dinero o algo.

Solté una carcajada.

―Que tonto eres…

―¡Mírala! ―Corrió hasta un mueble donde había varios  marcos de foto en los que yo aparecía con mis padres y mis amigos. Justo detrás de ellos estaba su cartera―La debí dejar ahí hará un par de días, cuando volvimos del restaurante de Paul―La cogió y se la guardó en la chaqueta―Que memoria tengo…―Luego volvió a mirarme y me tendió la mano―¿Nos vamos?

―¡Sí! ―Me levanté del sofá de un saltito y agarré su mano.

Nada más salir del apartamento, mi móvil comenzó a sonar. Rebusqué en los bolsillos y lo saqué.

―¿Quién es? ―Preguntó Zayn.

―Oh, mis padres―Respondí―Hace tiempo que no hablo con ellos. Están dando la vuelta al mundo con una caravana―Lo miré y sonreí.

―¿Con una caravana? ―Preguntó Zayn, enarcando una ceja.

Yo me encogí de hombros.

―Mis padres siempre consiguen apañárselas para todo, así que no me preocupan.

Mis padres eran los típicos trotamundos enamorados que no se amargaban por nada. Mi padre tenía cincuenta y un años y mi madre cuarenta y nueve. Aún eran jóvenes, pero así y todo, vivían como si el mundo fuera a terminarse mañana. Les gustaba explorar cada rincón de la Tierra, eran divertidos y le encantaba conocer gente y cosas nuevas. Eran demasiado curiosos y muy animados.

Contesté.

―¿Mamá?

―¡Cariño! ―Su eufórica voz me hizo sonreír de oreja a oreja.

―Hola. ¿Cómo estás?

―Oh, ¡genial! Esto es increíble, cielo. Deberías haberte venido con tu padre y conmigo.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora