Capítulo 23

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Estaba encogida en el sofá, con algo de ropa cómoda, comiendo patatas fritas y con los ojos empapados en lágrimas. Ni siquiera había cenado, había pasado directamente a hincharme de comida basura. También estaba viendo una serie en la televisión de parejas adolescentes lo que cada vez que veía escenas de besos recordaba todas las razones por las que yo me había enamorado de él.

Estaba acurrucada en el edredón que había utilizado Zayn para dormir tantas noches, aún podía oler su aroma varonil…

Cuando había vuelto al apartamento había estado pensando que lo que creí que podría haber entre Zayn y yo era una locura porque él solo estaría en Inglaterra un par de semanas más. Luego volvería a Paquistán y probablemente no lo volvería a ver jamás.

Oí las ramas de los árboles fuera de mi salón, crujiendo, de repente arañando contra la ventana. Había estado tan despejado cuando corrí a casa que me sorprendía que una tormenta de invierno estuviera llegando. Pero igualmente eran tan impredecibles… Esa era la razón por la que Zayn y yo terminamos pasando una noche en aquel granero. No quería pensar en ello, en los magníficos besos que compartimos durante horas, sus caricias y sus palabras. Aunque contra todo pronóstico, aquella había resultado ser la mejor noche de mi vida.

Luego escuché algo golpeando contra el cristal de la salita. Me asusté. Lo encontré extraño. El gemir del viento me llamó la atención. Sonaba aislado, como si estuviera viniendo de muy lejos.

Apagué la televisión. Escuché mi nombre. Me levanté, descorrí las cortinas y casi me da un ataque al corazón en el acto. Me apresuré y abrí la ventana de golpe.

―¿Estás loco?―Le grité a Zayn―¿Qué demonios estás haciendo?

―Muévete. Voy a entrar.

Saltó y estuvo a punto de perder el equilibrio. Lo agarré.

―¿Estás bien?-Él asintió con la cabeza.―¿En que estabas pensando?―Le reprimí.

―En que necesitaba hablar contigo y tu no contestabas a mis llamadas―Me dio una mirada mordaz―¿Has acabado tu trabajo de investigación?

―Sí. Gracias a ti. Extraer toda esa información me ayudó muchísimo. Gracias.

―Es lo menos que podía hacer.

Dios varios pasos adelante y quedamos de pie frente a la hoguera, que desprendía llamas de fuego. Sus ojos sobre los míos. Hacía unos minutos creía que no volvería a verlo nunca más en mi habitación.

―Te vi en el restaurante―Dijo―¿Por qué te fuiste tan deprisa?

Me encogí de hombros, sintiéndome estúpida.

―No sé. Solo iba a darte las gracias pero vi que estabas ocupado, atendías a una chica, creo. Había mucha gente. El restaurante estaba a petar. Lorena y Ally también estaban sirviendo mesas. Paul estaba en su despacho y no quería molestar y…

―¿______?-Detuve mi balbuceo incesante.―¿Te vestiste con esa ropa solo para darme las gracias?

Me sentí incomoda y avergonzada.

―Creí… Creí que después del trabajo quizás podríamos ir a tomar algo y… Bueno, quería arreglarme un poco para no parecer la chica anti femenina de siempre.

―No eres anti femenina. Eres simplemente tú. Y me gustas así. También me gustabas arreglada, pero seas como seas me gustas.

Me hizo querer sonreír pero mantuve las distancias.

Intercambio de SofásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora