Parte 58

139 14 0
                                    

—Por qué —Su voz era tan grave que ni siquiera pareció una pregunta.

—Déjame salir. —Exigí.

—Respóndeme. —Su mandíbula estaba tensa y su voz sonó extraña al colarse entre los dientes.

Me daba la impresión de que estaba intentando llevarme al borde, ni siquiera sabía de con qué intención. ¿Quería fastidiarme? ¿Molestarme? ¿Quería que lo odiase? Sin embargo era él mismo quien parecía estar al límite de algo.

Lo miré y decidí hablarle con total franqueza.

—Me asquea la forma en la que trataste a la chica de la otra noche. —Dije—. Me repugna que no te importen los sentimientos de la persona con la que estás haciendo algo tan íntimo. —Al decirlo en voz alta me di cuenta de que me había molestado incluso más de lo que pensaba. Reprimí unas incoherentes ganas de llorar.

Rafa abrió la palma de la mano y la estampó en la madera. Di un respingo, sobresaltada por el ruido.

—¿Y crees que los míos le importaban a ella o le han importado nunca a alguien? —Alzó la voz—. No seas ilusa. —Puso una mueca de desagrado—. Los dos sabíamos a lo que íbamos y lo que podíamos esperar del otro. He aprendido que cuanto menos esperes de los demás mejor te irá.

Negó con la cabeza como si no encontrara las palabras. Respiró profundamente y recuperó la compostura y también su máscara, esa que tapaba cualquier tipo de sentimientos que hubiese en el fondo.

Se retiró lentamente de la puerta, y soltó un largo suspiro.

—No podemos seguir así. —Parecía derrotado, y sus hombros estaban repentinamente encorvados.

—¿Así como?

—Sin hablarnos.

—El que ha estado desaparecido un montón de días has sido tú. —Dije, retrasando mi marcha y entrando al trapo, justo lo que pretendía evitar.

—Desde que tú decidiste no hablarme el miércoles. —Me increpó—. ¿Es que no te importa lo que pase entre nosotros?

—No hay un nosotros, Rafael. —Espeté.

FRÁGILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora