Parte 50

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Cogí una manzana de la cocina para comérmela de camino al instituto. Ya se me había hecho tarde y no me quedaba tiempo ni de desayunar. Descubrí que las sábanas de Rafa aún estaban metidas en la lavadora, junto con la ropa que llevaba anoche, todo mezclado en un revoltijo infinito de arrugas.

Debido a la discusión llegué tarde, cuando el conserje ya había cerrado la puerta principal, lo que supuso tener que esperar en la sala de expulsados hasta que empezase la segunda hora.

Me senté entre Martina y Naiara en Psicología. Pablo se giró para mirarme desde una de las primeras filas, y cuando nuestros ojos se encontraron me sonrió.

—Vaya, sí que le ha dado fuerte. —Comentó Martina.

—¿Te dijo para qué me buscaba ayer?

Nai sacudió la cabeza.

—¿Estás ya mejor? —Preguntó.

—Completamente recuperada.

—¿Entonces por qué no has venido a primera?

Le expliqué mi retraso y cómo el conserje me había prohibido pasar a clase.

—Eso suena a parte. —Naiara puso una mueca preocupada.

—No importa. Si llega la carta a casa la cogeré yo, te recuerdo que mis padres no están.

La profesora de Psicología empezó a pasar lista. Los dos únicos alumnos ausentes eran Rafael y Diego, y en ese momento caí en la cuenta de que los había dejado a los dos en casa, solos. Una mala sensación se apoderó de mí. Estarían bien, ¿no? Claro que Rafa parecía haber bebido el suficiente whisky la noche anterior como para pegarse todo el día en estado comatoso, así que difícilmente molestaría a mi amigo.

—¿Qué le ocurre a Diego? —Preguntó Martina en voz baja.

Mi mente se puso a buscar rápidamente una excusa.

—Tiene gripe. —Comentó Naiara, y la miré sorprendida.

—Ah, ¿sí?

—Lo llamé ayer por la tarde, y tenía una voz horrible. —Debía de haber sido mientras yo paseaba a Bruno—. Así que mejor que no venga, no sea que nos pegue algo, que el sábado tenemos que estar perfectas para salir de marcha.

—¿Les gustaría compartir algo con el resto de la clase? —La pretenciosa voz de la profesora hizo que Nai cortara de golpe su discurso.

—N-No. Discúlpeme. —Tartamudeó, y no volvimos a hablar hasta el recreo.

A última hora tuvimos Historia, otra de las asignaturas que compartía con mi compañero de piso, pero tampoco asistió.

No me pasó desapercibido el nuevo acercamiento entre Pamela y Daniel. ¿Era la opción B debido al rechazo de Rafa? En cualquier caso el chico parecía estar encantado con su reconciliación. Habían estado viéndose y poniéndose los cuernos mutuamente durante meses.

A la salida Martina nos propuso quedar para estudiar en la biblioteca, y tuve que poner una excusa barata para no ir. En las últimas semanas mi vida se había convertido en un cúmulo de pequeñas mentiras.

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