—Vaya, si pareces una chica. —Inclinó la cabeza, mientras me estudiaba de arriba abajo en profundidad.
Lo miré con odio. —Vaya, si todavía puedes ser más imbécil. —Después aparté la vista de él y llamé al camarero con la mano.
—Ese soy yo, el mayor imbécil con el que te has cruzado. —Dijo, riendo.
—No hace falta que lo jures. —Repuse, sin mirarlo. El camarero me había ignorado y estaba atendiendo a un grupo de universitarias—. Tienes a estos en la mesa del fondo. —Le señalé a mis espaldas, deseando que se fuera de una vez. Había crispado mis nervios con el primer comentario que había hecho, y eso que acababa de enterrar el hacha de guerra. Me pregunté cuánto tiempo aguantaría sin tomarla de nuevo. Apoyó la mano sobre la barra, y se inclinó ligeramente sobre ella.
—¡Ey, tú! —Llamó al camarero, que se volvió sorprendido ante el vozarrón autoritario—. No hagas esperar más a la chica. —Hizo un gesto en referencia a mí y acto seguido se adentró en el bar.
Noté cómo se me encendían las mejillas de pura vergüenza, pero contra todo pronóstico el camarero me atendió en menos de un minuto. Dijo que él nos llevaría la ponchera y me dio un cuenco con maíz.
Volví a la mesa, donde Rafa acababa de quitarme el único sitio libre. El amable chico rubio se levantó para acercarme otro taburete y me hizo un hueco a su lado.
Rafa se integró increíblemente bien (mejor que yo, para ser honesta), y se enfrascó en lo que parecía ser una apasionante discusión sobre motos con un chico pelirrojo. Exudaba una confianza en sí mismo aplastante.
Un camarero diferente al que me había atendido trajo la ponchera, y me rellené el vaso.
—Mejor me pongo a tu lado. —Dijo Diego, acercando un taburete—. Estoy un poco harto allí. —Señaló con la cabeza a Naiara y a Raúl, que hablaban desde escasa distancia—. Como sigan con este despliegue de sonrisas y miraditas voy a vomitar.
—Cállate que te van a oír. —Cuchicheé.
—Nah, nadie nos presta atención. —Comentó, y qué razón tenía. Cada uno iba a su bola. Martina estaba pegada a su novio, y a la conversación de Rafa con el pelirrojo se había unido otro chico.
Para poner la guinda a la noche aparecieron Pamela y Lala. Exuberantes, como eran ellas. El escotazo de Pamela era tan exagerado que hasta yo me lo quedé mirando.
—Madre, cómo está el patio. —Murmuró mi amigo.
—¡Hola, chicos! —Hizo gala de su mega autoconfianza y sonrió a todo el mundo—. Soy Pam. —Se presentó, llevándose la mano al pecho.
Algún que otro chico se levantó para darle un par de besos. Me sorprendió que Rafa no se pusiese a la cola. Al contrario, se limitó a hacerles un gesto con la cabeza y siguió hablando de motos.
Lala no se presentó. Supuse que con ser el perrito faldero era suficiente.
—Hola, morenazo. —Le dijo Pamela a Rafa, con una voz tan melosa que Diego se atragantó con la bebida y se tiró la mitad del vaso por el pantalón.
Se agachó y le dio dos besos en las mejillas tan sonoros que se escucharon desde donde estábamos nosotros.
—Ey, Pam, ¿cómo va eso? —Rafa le sonrió, y Pamela lo miró con adoración. Qué patético.
No sé cómo lo hizo, pero consiguió desplazar a alguien y se sentó junto a él, dejando a su amiga un poco de lado. A ella no pareció importarle y se sentó un par de sitios más allá.
—Triste papel. —Murmuró Diego.
—¿El qué?
—El de la mejor amiga de la chica popular. Mírala, pobre. —Señaló a Lala, que acababa de tomar un vaso que le había ofrecido uno de los amigos de Raúl, más que contento de tenerla a su lado.
—A mí no me da ninguna pena. —Repuse.
—Me voy a secar esto. —Me dijo, señalándo la enorme mancha de bebida que llevaba en el pantalón, y se fue al servicio.
Volví a quedarme sola y aburrida, y decidí que la mejor opción para esa noche parecía ser beber, simplemente.
A ello ayudó el hecho de que Naiara propuso jugar a un juego llamado Siu, Jondo y Shangai, en el que todos los que fallasen el gesto que tocaba en una ronda tenían que beberse el contenido del vaso de trago. Al menos dicho juego involucraba en la misma actividad a todos los que estábamos en la mesa.
Después de un par de rondas, la escasa memoria de Pamela y Lucía uno había quedado demostrada, pues ambas habían fallado varias veces las tres únicas palabras que había que decir. Naiara parecía estar también bastante espesa, y tuvo que beber en dos ocasiones.
Al cabo de un rato dijo que necesitaba tomar el aire, y salió con Raúl.
La mitad de los amigos de Raúl se despidieron porque tenían partido de fútbol a la mañana siguiente y no querían acostarse tarde.
Total, que nos quedamos sólo Pamela, Lala, Martina y Lucas, Rafa, el chico rubio, Lucía uno y yo. Diego debía de haberse perdido en el cuarto de baño, porque todavía no había regresado. Qué planazo.
Aproveché para ir al servicio de mujeres.
Cuando estaba lavándome las manos entró Pamela.
—Hola, guapa. —Se colocó a mi lado y miró mi reflejo en el espejo.
Hice un mínimo gesto con la cabeza, y fui a coger pañuelos de papel de la máquina expendedora.
Me sujetó del brazo antes de que alcanzase la puerta.
—Espera, cielo. —Mi boca prácticamente cayó abierta al escuchar esas palabras—. Quería preguntarte algo.
—Dime. —Atiné a contestar. El fuerte olor dulzón de su colonia de mora me perforó las fosas nasales desde tan corta distancia.
—¿Sabes si Moreno tiene novia? —Hizo gala de todo su autocontrol para mantener la compostura, pero en realidad estaba esperando expectante por la respuesta.
—Hasta donde yo sé, os liasteis anoche. —Espeté, secamente—. No creo que me tengas que preguntar eso a mí, y en todo caso tendrías que haberte informado antes de haber estado con él, y no después.
Intenté irme, pero no se dio por vencida.
—Entonces la chica morena, Lucía, ¿no tiene nada con él? —Abrió los ojos, emocionada—. Me parecía que lo estaba mirando mucho, pero no puedo culparla. —Dijo más para sí misma que para mí, y acto seguido soltó una risita.
Aproveché su ensimismamiento para volver al bar.
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FRÁGIL
Romans-Dime una cosa... -Sus ojos estaban más oscuros que nunca, casi crueles-. ¿Te lo hizo mejor que yo? -Demandó con urgencia-. ¿Te tocó como te toco yo? -Insistió. Estaba completamente alterado mientras se acercaba todavía más. Di un paso atrás y mi es...