Parte 83

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Nos fuimos turnando, y lo fumamos lentamente. Rafa hacía perfectos anillos de vez en cuando.


—No está mal. —Dije un rato después, sintiéndome aletargada. Estaba prácticamente apoyada en su hombro—. Una buena forma de terminar un día de mierda.

—Para mí también está siendo el mejor rato de hoy. —Susurró con voz ronca. Después se giró y su barbilla rozó la parte superior de mi cabeza—. ¿Qué te ha pasado a ti?

—He suspendido Matemáticas.

—¿Matemáticas fáciles? ¿En serio? Te creía más lista. —Bromeó.

—No te burles. A este paso me quedo sin ir a Selectividad.

—Lo dudo mucho. —Repuso.

—Me imaginaba esto diferente. —Dije, cambiando de tema—. Lo de fumar marihuana, quiero decir.

—¿Te falta ambiente? —Inquirió, y se incorporó con cuidado de no tirarme—. ¿Puedo coger tu portátil?

—Eh sí, siempre que quieras. —Lo observé salir dando zancadas del salón. Tropezó con el perro y a duras penas contuvo el equilibrio. Me eché a reír, y él también.


Regresó enseguida con mi Vaio bajo el brazo. Se sentó con él en las rodillas y se conectó al wifi. Buscó una lista de reproducción de Bob Marley y colocó el portátil sobre la mesita.


Los primeros acordes de "No woman, no cry" empezaron a sonar.


—Sí, definitivamente esto se asemeja más a la idea que tenía. —Reconocí, presa de un ataque de risa.

—Me lo imaginaba. —Me sonrió con calidez—. Sobra hierba. ¿Preparo otro? —Debió de ver la duda en mi cara, porque añadió—: No te preocupes, sólo vamos a hacer esto hoy.


Asentí y observé su ancha espalda mientras se inclinaba sobre la mesa para prepararlo.


Cuando estuvo listo lo encendió y se recostó a mi lado. Nunca lo había tenido tan cerca, ni siquiera el día que dormí en su cama, y su proximidad me gustaba.

—Me estás llevando por el mal camino. —Murmuré, cogiendo el cigarro cuando me lo pasó.

—No, nena, estoy intentando que tengas experiencias.

—Lo que tú digas. —Sacudí la cabeza, y se lo devolví—. Diego ha encontrado trabajo. De dependiente en Zara.

—A los gays les encanta vestir a los demás. —Dijo convencido, y reí.

—Menuda estupidez.

—Es verdad. —Se encogió de hombros, lo que provocó que mi cabeza subiese y bajase con el movimiento.


Escuchamos la lista de reproducción entera, y llegó un momento en el que estaba saturada de tanto reggae. Cerré Youtube y abrí una carpeta con música que me había grabado Diego hacía siglos. Seleccioné las canciones y las puse en repetición aleatoria.

—Has roto la magia. —Murmuró Rafa con voz adormecida.


Regresé junto a él, y me acurruqué en su hombro deliberadamente. Nada de eso tenía sentido, pero me sentía tan bien en ese momento que no me importaba lo más mínimo.

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