Parte 80

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Cuando me desperté a la mañana siguiente Rafa ya estaba desayunando. Me había preparado tostadas con mantequilla y mermelada. Dijo que tenía que pasar por la consulta de la psicóloga a recoger algo que se había olvidado el día anterior, y que ya nos veríamos en el instituto o por la noche.


La mañana pasó lentamente, una clase detrás de otra. Lo único llevadero fue la hora de Informática, en la que aproveché para marujear el Facebook. Por lo demás casi no presté atención ni tomé apuntes. Así me iba.


En el recreo mis amigas fueron monotemáticas de nuevo. No paraban de hablar de sus parejas. Raúl le había pedido salir oficialmente a Naiara, y Martina se moría de ganas de ir a Boltaña con Lucas. Diego no metía baza pero tenía esa mirada soñadora en los ojos que sólo tienen las personas enamoradas. ¿No se daban cuenta de que yo era la única soltera y de que me estaban marginando? Habíamos llegado a tal extremo que para salir la noche del sábado sólo estábamos Diego y yo.


En clase de Matemáticas la profesora nos informó de que ya tenía los resultados del examen. Según ella, muy bajos para estudiantes que tenían la Selectividad a la vuelta de la esquina. Mi estómago dio un vuelco esperando la confirmación de lo que ya imaginaba: había suspendido. Un cuatro con dos, escrito con rotulador rojo en el margen superior. Gemí al verlo y me escurrí en la silla. Diego había sacado un seis, y Naiara un tres con ocho.


—Qué desastre. —Me quejé.

—Era muy difícil. —Se lamentó Nai.

—No busquen factores externos, —dijo la docente para toda la clase, respondiendo a nuestros pensamientos—, la culpa de sus notas es únicamente de ustedes.


La silla de Pamela chirrió contra el suelo cuando se levantó airada para pedir explicaciones sobre su suspenso. Me alegró ver que de nada le sirvieron sus súplicas para que le revisase el examen.

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