Elizabeth Smith. Una chica huérfana con un carácter duro.
Su vida se ha basado en la calle y en el orfanato. A su corta edad conoce más sobre la vida que cualquier persona. Pero eso solo es por la cantidad de experiencias, tanto negativas como po...
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Mis padres ya habían llegado. Por suerte conseguimos quitar todas las cosas de la casa. Costó lo suficiente como para estar cuatro horas y media recogiendo y tirando basura. La media hora que nos sobró la utilizamos para pulir cualquier detalle, incluso el más imperceptible lo arreglamos. Ahora la casa parecía un increíble museo de lo limpio y bonito que se veía. Parecía un hogar totalmente diferente.
Al parecer venían a California por un viaje de negocios. Me estuvieron contando un poco por encima y no me sorprendió saber que era con el padre de Dylan con el que cenaban. No me gustó ni un pelo que hicieran tratos con él. Era una horrible persona que merecía estar en la calle, debajo de un puente. Todas las cosas que hace las destina al mal, a una causa asquerosa.
Mi hermana se tenía que ir con ellos. Según mi padre ambas familias iban a estar en la cena. Enserio me gustaría ver la cara emocionada de Nora al ver a mi famosa hermana. Y, por supuesto que me encantaría ver la cara de hastío de Dylan.
Lo único que odiaba de todo aquello era tener que ver a mi hermana con unos vestidos tan provocativos para los ojos masculinos. Mi hermana era hermosa, con eso no quería decir que me gustara ni nada por el estilo. Pero sabía reconocer entre la fealdad y la belleza, a mi manera lo hacía.
Y, al fin, la casa estaba para mi solo. Hacía tiempo que no tenía un momento así. Entre la llegada de mi hermana, las fiestas, los exámenes y la extraña chica peliazul no tenía tiempo ni de respirar. Y Elizabeth ocupaba mi mente cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día. A todo momento en mi mente, inclusive cuando no quería.
Simplemente su forma de ser, de no buscar compañía, de su indiferencia. Todo aquello la hacían ser única, y ni siquiera se daba cuenta de ello. No se percataba de las mirada que le dedicaban la mayoría de los hombres del instituto, ni de las mujeres que la miraban con fastidio por centrar la atención de "sus chicos" en ella.
Todos sus movimientos y acciones te hacían observarla. Desde su cabello azul hasta los movimientos que realiza. Con solo observarla podías saber que escondía millones de secretos en su interior. Puede que yo ya haya descubierto uno aunque no creo que sea muy importante para ella.
Y la apuesta. Reconozco que en mi vida he apostado con una mujer, mis apuestas han sido más brutas que otra cosa. También admito que me encanta la sensación de competir con ella. Y más sobre personalidad. Esperaba que ella me dijera cosas de mí que no conozca y viceversa. Quiero ser capaz de encontrar los detalles más pequeños que ni ella conozca y decírselos. Deseo sorprenderla.
