"¡Déjate de cursilerías!"

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Soundtrack ~ Kygo ~ Stargazing

"Nos conocimos por una razón, o eres una bendición o una lección"

Capítulo 82: "¡Déjate de cursilerías!"

Pasé la tarde encogida en mi cama, con las piernas pegadas a mi pecho y el lateral de mi cuerpo pegado a las sábanas. Incluso las mantas parecían pesar toneladas comparando la ligereza de mi organismo, creía que era tan liviana que una ráfaga de aire podría conmigo. No había comido nada, sentía el corazón en la garganta y, por más que intentara ingerir un bocado de algo, lo que fuera, mi estómago lo rechazaba.

No paraba de preguntarme cuándo fue la última vez que me mostré tan débil ante alguien. Ahora no me importaba mostrar mis lágrimas e, incluso, me sentía con una carga menos cuando se acercaba y envolvían sus brazos a mi alrededor para brindarme el consuelo que ansiaba con tanta urgencia.

Los abrazos se volvieron usuales y las palabras que lo seguían eran una rutina a la que se acostumbraban pues nunca me había mostrado de una forma tan significativa para mí. Nunca he sido la chica que se acurrucaba y miraba a un punto fijo mientras pensaba, era de las que actuaba y no dejaba que los pensamientos nublaran mi juicio.

Eso ahora había perdido todo su significado, las gotas saladas que caían a cierto tiempo por mis mejillas eran una prueba de ello. Tenían la atención puesta en mí a cada segundo, temían, o eso era lo que pensaba, que me derrumbara de nuevo. Lo había hecho bastantes veces a lo largo de la semana y, de momento, no era algo de lo que me arrepintiera.

Hoy en especial fue un día difícil, me había encaminado feliz al instituto, creyendo que, al fin, podría conseguir el perdón del chico que amo. Pensé hasta la última palabra de lo que le iba a decir, necesitaba desarmarlo, cogerle con la guardia baja para que, cuando el discurso saliera al exterior, comprendiera que realmente quería estar con él.

Mi sorpresa se mostró de lo más amarga conforme pasaban las horas y no puso un pie en el edificio. Sus ojos azules eléctricos no chocaron con los míos y me enviaron escalofríos a mi cuerpo, sus labios no formaron ni siquiera una mueca al verme porque tampoco se presentó. Pasé las horas solas, observando el pupitre a mi lado y compartiendo una mirada de vez en cuando a la puerta con la esperanza de que viniera y me salvara de mi hoyo sin final.

— ¡Ya me he cansado, Isabella! — su voz se escucha de repente y, junto con el susto que me provoca, salto de la cama. Mi cabeza comienza a dar vueltas y pruebo a calmarme y salivar a causa del grito que me ha desgarrado la garganta.

— ¿Que narices te pasa? — Pregunto molesta, a parte de que escuchar mi segundo nombre no es algo de mi agrado, no me acordaba de haberle dado la llave de mi casa en ningún momento. Debía estar imaginándolo todo porque no podía ser real.

— Nada — habla sarcástica, coge las sábanas entre impulsos de furia contenida y me dirige una mirada que me habría dado escalofríos, y no en el buen sentido, de no ser porque mi depresión iba más allá de eso —. Más te vale que, cuando venga, estés metida en la ducha y tarareando una canción alegre, Isabella. Se te ha acabado ser miserable — protesta, aplano mis labios retirando mi mirada de ella.

— No me llames así, Rose — devuelvo, me levanto de la cama ignorando su bufido que me causa una sonrisa. Camino con mi vista pegada a la puerta del baño, que la abro escuchando una maldición de su parte por mencionar el nombre que tanto odia antes de encerrarme en el interior.

Verme al espejo no es lo que desearía ahora, mis ojos están inyectados en sangre y mis piernas tiemblan buscando una superficie blanda donde la que poder sentarme y descansar, como si no hubiera tocado un colchón hace menos de unos segundos. Abro el grifo colocando mis manos debajo de esta, el líquido frío palpando mi cara y devolviéndome a la realidad. Me enjuago la cara queriendo que las ojeras se disipen aunque sea un poco y que mi cara de muerta no vuelva a salir a la luz hasta que pase un largo tiempo.

Ignórame (U.D.S.#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora