"No hay un «Podemos»"

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Soundtrack ~ Save a little love ~ Don Diablo

"Amo la violencia con la que tu sonrisa destruye mi rutina."

Capítulo 76: "No hay un «Podemos»"

Se sentía raro caminar de nuevo por los pasillos del instituto, habían pasado tantas cosas en solo unos días que sonaba más grande de lo que en realidad era. Los murmullos acusadores, tanto acerca de Dylan como de mi hermana no dejaban de resonar por los pasillos llenos de estudiantes. Parecía que nadie se había percatado de la precipitosa ruptura entre Liz y yo.

No cabía persona en el universo que no supiera lo agradecido que me encontraba por ello. No permanecía la gente con sus conocidos índices apuntando en mi dirección. En estos mismos momentos alababa a Dylan por que él fuera el centro de atención, el número uno, en cuanto a situaciones horribles se tratara. No me sentiría para nada celoso de las cosas que se están dando ahora.

Camino con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha deseando que nadie descubra mi secreto y vea las enormes bolsas negras bajo mis ojos. Ese semicírculo grisáceo que comenzaba a tornarse lila con las venas resaltando a como lo haría el rostro de un viejo en su peor etapa. Es muy probable que esa sea la comparación más acertada desde que he puesto un pie fuera de mi dulce cama.

Mis hombros están encorvados y mi espalda va a sufrir una contractura como siga en esa posición. Mechones de cabello caen en cortina por encima de mis ojos para poder desviar las miradas de todos aquellos estudiantes cotillas que creen que la vida de los demás es mucho más importante que la tuya propia.

Suelto un suspiro recordando la razón por la que decidí venir aquí en lugar de quedarme en mi cómoda casita con una taza de chocolate caliente en las manos y la mirada perdida acordándome del momento exacto en el que perdí los estribos y volqué toda mi furia sobre ella. Pero no podía retractarme, tampoco deseaba hacerlo porque creía que tenía razón y, esta vez, no iba a ser yo la que cedería.

Busco a tientas mi taquilla. Tantos años en este instituto alivia mi inconveniente de tener que alzar la mirada para divisar el casillero y eso, en parte, es un milagro caído del cielo. Uno de los pocos que últimamente han venido ha visitarme como buenos samaritanos. Me tropiezo un par de veces con los pies que hay entre medio del pasillo y las risillas de algunos de ellos que me dan ganas de perder la cordura.

Es como si todo hubiera cambiado y yo estuviera incluido en el lote. No me acordaba del segundo en el que yo era una persona que recibía zancadillas y a la que, al mismo tiempo, señalaban en busca de algún chismorreo que llevar de boca en boca y modificar a su antojo para que la falsa historia quedara perfecta únicamente para ellos.

Coloco el número de bloqueo del casillero demorándome más tiempo del necesario en abrirla. Mis ojos se encuentran humedecidos de tantas lágrimas derramadas y entorpece a mi visión para poder ser rápido y coger todos los libros que necesito antes de enfrentarme a la chica que rompió mi corazón en trocitos y los tiró a una barbacoa para freírlos al punto.

No me importaba decir que había llorado, podría ser el chico más débil si así lo querían pero, el sentimiento de pérdida, era igual de fuerte que el que había sentido cuando vi a Dylan tendido sobre el suelo con un charco de sangre a su alrededor. Se siente tan real, tan doloroso, que deseas que alguien venga y te absorba el alma hasta no poder emocionarte ni llorar por nada.

Consigo abrirla al final sin un rastro de la rubia, inspiro ansiando que sea así hasta que el horario escolar termine. No sé si seré capaz de mostrarle mis ojos inyectados en sangre y mi cara pálida de no haber dormido ni comido desde que entré por la puerta del hospital, donde iban a salvar la vida a mi amigo y donde, al parecer, iba a dictar la sentencia de muerte a la relación entre Elizabeth y yo.

Ignórame (U.D.S.#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora