"Todos tenemos un límite."

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Soundtrack ~Unconditionally ~ Katy Perry

"Conozco el miedo, pero la pasión me hace valiente."

Capítulo 27: "Todos tenemos un límite."

Sentir que no te escuchan no es la mejor sensación que puedas albergar. Mi boca suelta una palabra detrás de otra, las frases cobrando sentido en mi interior mientras me dedico a escupirlas con todo el ímpetu que poseo.

Sus dedos tamborilean en la mesa creando una melodía algo irritante en estos momentos. Se lleva las manos a la boca repetidas veces. Temo porque sus uñas terminen por irse de su cuerpo como siga así.

Sin embargo, no me atrevo a decir una sola palabra más después de terminar de soltarlo todo. Ella no se fija en mí, su mirada va a todas parte menos donde debe estar. Mis manos se entrelazan y se separan mientras intento mantener la calma.

— Di algo — susurro con la voz empezando a temblar.

El miedo que me causa que no me responda es más grande que la curiosidad que poseo para que me cuente sus secretos. Sigue sin dirigir sus ojos hacia mí, repite su acción de morderse las uñas de nuevo. Tengo que resistir la tentación de retirar su mano de su boca.

Suelta un suspiro plagado de miedo, sus ojos chocan con los míos. Contemplo la tormenta que se forma en su mirada como si fuera una batalla por el poder. Su nariz se arruga mientras intenta que de sus ojos no salgan lágrimas. Está perdiendo la pelea.

A pesar de que éstas amenazan por salir, ella se niega a dejarlas caer. Su boca forma una fina línea, aprieta su mandíbula como si, con eso, consiguiera que sus miedos se esfumaran. No podría describir con exactitud el momento en el que mi corazón se encogió a tal punto de querer abrazarla hasta que su cuerpo estuviera libre de preocupaciones.

— ¿Desde cuándo? — Vuelve a fijar sus ojos en las manos que tiene posadas en la mesa.

Desplazo mi vista por el lugar. Más bien debería repetir esa frase y decir que recorría mi mirada por cada parte de su rostro. Su nariz arrugándose cada dos segundos intentando que las lágrimas no empiecen a deslizarse por sus mejillas. Sus párpados revoloteando logrando que ninguna gota salada salga de sus ojos.

Su boca manteniéndola en una línea demasiado fina. Podría hasta apostar por que sus dientes están mordiendo tanto su labio inferior como el superior. Cuando uno de éstos se le escapa de entre sus dientes, el tono rojizo, se hace presente. Recordándome que soy yo el que tiene razón en esta ocasión.

— Tres semanas, más o menos — no puedo evitar que una ola de culpabilidad se extienda por mi cuerpo sin poder evitarlo.

Tenía tanta curiosidad, tantas ganas de saber lo que le sucedía. Sus días siempre parecían grises a la vista de todos y nadie podía mentir al respecto. Yo solo deseaba saber por que simulaba eso. Solo faltó que ese tierno niño me abriera la puerta para que me percatara de la situación.

Los días de Elizabeth no eran oscuros, las situaciones los hacían así. Nadie puede ir por la calle con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que tus padres te dejaron tirada en un orfanato. Ninguna persona consigue formar más de tres sonrisas al día reconociendo que ni siquiera tus progenitores te amaban.

La silla emite un estruendoso sonido, mi vista se desplaza hasta ella. No cruza mirada conmigo en ningún momento. Ni siquiera me da tiempo a seguirla cuando sale de la cocina como si la silla tuviera chinchetas. Me levanto recorriendo los mismos pasos que ella hace en menos de un segundo.

Camino hasta el salón lo más rápido que puedo logrando que ella no se percate de mi presencia. Entra a su habitación dejando la puerta abierta, me debato entre entrar o no hacerlo. La luz que emite el cuarto solo me provoca un irritante cosquilleo en la parte alta de mi estómago.

Ignórame (U.D.S.#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora