Ignórame (U.D.S.#2)

"¿En qué se diferencia?"

Soundtrack ~ Tell me you love me ~ Demi Lovato

"¿Qué tiene de malo querer ser feliz?"

Capítulo 75: "¿En qué se diferencia?"

Miro a través de la ventana esperando que el aire que pasa por el espacio abierto de par en par me ayude a despejar la cabeza llena de pensamientos sin concluir. Agacho la mirada para volverla a levantar. Después de hacer casi cincuenta veces la misma acción creo que me voy a marear, pero no puedo hacer otra cosa.

La angustia se arremolina en mi garganta provocando que cualquier posición que quiera adoptar sea incómoda, voy a morir desnucada de tantos movimientos como siga así. Tampoco quiero hacer demasiado ruido moviéndome de un lado a otro teniendo a Nora a dos habitaciones de distancia. Suponía que le vendría bien estar en el lugar donde su hermano pasa las tardes conmigo, tanto su olor como el mío están plasmados en las paredes, es ese aroma lo único que se filtra en tus fosas nasales cuando entras.

Suelto un suspiro, ya no sé si pensar en cómo estará Dylan, con mi hermana de enfermera personal, o imaginar el estado en el que se encontrará mi ahora no-novia. Decirlo en alto, más bien en mi cabeza, suena mucho más real de lo que ya es. Niego sin querer indagar más en el asunto, bastante me estoy martirizando. Cinco horas sin dormir, adivinando sin comprobaciones dónde estará, y cómo, me está matando.

Solo espero, por lo que más quiero en este mundo, que no haga ninguna tontería. Que no coja su moto y se pierda en algún bar, que no vaya a casa de Mandy para ahogar sus penas de la única forma que ella sabe canalizar; a través de la ira que sufre en ese instante. He aprendido a controlar ese aspecto de ella pero, cuando ninguno de los dos quiere progresar, esa imperfección de su personalidad supone un problema.

No quiero que nadie malentienda, la amo con toda mi alma y mentiría si dijera que, de una hora a otra, he dejado de sentirlo. Pero cuando se comporta tan auto-destructiva consigo misma, tengo que sostenerme de cualquier lugar para que esa furia hacia sí misma no arrase también conmigo. Sé cómo manejarlo, pero no quiero hacerlo más, no después de que me mintiera acerca de lo que ha estado haciendo todo este tiempo.

Ni siquiera sé cuándo comenzó, cuándo empezó a creer que yo solo sería una piedra en el camino para poder salvar el maldito orfanato que siempre se interpone entre nosotros. Es como si no supiera dividir su pasado, aún presente en su mente, con su novio, con la pareja que está intentando, sin dar frutos, que ella pueda ser feliz.

Tan solo necesitaba que comprendiera que no estaba sola, que ahora ya no lo iba a estar si yo seguía a su lado. Pero ha preferido que me fuera, que me largara de su vida, a que sea capaz, aunque fuera un poco, de formar una sonrisa en su rostro cada vez que la veía saliendo de clase, con su pelo azul que poco a poco iba perdiendo su intenso color y con sus ojos azules como el mar en calma en un día soleado.

Se ha acabado, gracias a mí y gracias a ella. Por mí, por no ser lo bastante comprensivo como para no enojarme con lo que ha estado haciendo y porque ella nunca va a confiar lo suficiente en mí como para dejarme participar en este tipo de inconvenientes. Podría haberla ayudado, podría haber pagado la fianza sin necesidad de enfadarnos. Pero yo no lo propuse y ella no lo aceptó.

Todo está lleno de esos estúpidos «peros» o «Y si...» que nunca nos permitimos ver. Nos creemos y nos mentimos acerca de que todo va bien, que no estamos pasando ninguna crisis y que seguimos en ese mundo de caramelo en el que todo es color de rosa y la tormenta no está comenzando a realizar su mejor papel.

Pero, ¿y si lo hubiéramos aceptado todo desde un principio? Poner las cartas sobre la mesa, contar lo que nos aterroriza, lo que nos preocupa y lo que llegaría a suponer algo importante para nuestros futuro. Eso es todo lo que escondemos acerca de nosotros, pensamos que le sentará mal a la otra persona y, cuando de verdad sucede, desearíamos habernos sentado en esa maldita mesa y contar la verdad.