Capítulo trece

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— Y allí comenzó todo.– Finalizó Frank.
— ¿Cómo te sentiste al respecto?– Indagó la psicóloga.— Es decir, ¿Qué se pasaba por tu mente en ese momento?
— No lo sé...– La sonrisa que poseían iba en aumento.— Gerard era maravilloso, me hacía sentir que de verdad alguien me quería.
— ¿Sentías que tus padres no te querían?
— Nunca lo hicieron, mas nunca tuve rencor. Siento que nací en un momento equivocado, pero, ¿Qué podía hacer yo?
— ¿Nunca intentaste hablar de tus preferencias sexuales con tus padres?
— Una vez intenté hablar con mi madre sobre cómo se ponía un condón.– Rió.— ¿Sabe lo que me contestó? "De esas cosas no se hablan, Frank. Ve a rezar para que Dios te perdone"
— ¿Eran religiosos?
— Si. Lo peor es que, obviamente, yo no nací de una semilla.
— A veces los padres recurren a contestaciones semejantes para evadir un tema de conversación que los incomoda.
— Pero era mi madre. Al final tuvimos que preguntarle a Donna, la madre de Gerard, cómo se hacía, ¡Tendría que haber visto su cara!
— ¿Ella era la única que los apoyaba en su relación?
— El padre de Gerard no estaba muy de acuerdo con que un hombre salga con otro hombre, pero, después de todo, era su hijo y terminó por aceptarlo.
— ¿Tus amigos qué opinaban al respecto?
— Yo no tenía amigos.– Su semblante se oscureció.— Todos decían que yo era raro.
— ¿Y sabes a qué atribuían eso?
— No lo sé... Tal vez porque no vestía igual al resto, o porque no pensaba igual que el resto.
— ¿Y cómo pensabas tú?
— ¿Se supone que esto es una sesión o una interrogación?
— Tienes razón, Frank. Hasta mañana.

— No me mires así.– Dijo cuando vio la mueca en el rostro de Gerard.

"No tendrías que tratarla así"

— No me cae bien.– Simplificó, juntando sus manos detrás de su cabeza.— Ya te lo había dicho.

"Pero no tienes derecho de hablarle de esa forma"

— No te hagas el santo, Gerard.– Rió.— Porque, cuando tú me decías que alguien no te agradaba, yo lo mataba.

"No es lo mismo; las personas que matabas eran hijos de puta, sin embargo, la psicóloga es inocente"

— Dicen que los inocentes son los peores.– Sonrió con coquetería.— Tú demostraste que es cierto...

"¿En qué sentido?"

Frank rodó los ojos. A veces Gerard llegaba a ser demasiado tonto.

— En la cama, Gerard, en la cama.

Gerard se sintió ofendido y se fue.

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora