Capítulo sesenta y ocho

35 16 10
                                    

— ¿Qué te parece si hacemos algo para que descargues todo lo que llevas dentro, Frank?– Sugirió Jamia aquella mañana del viernes.
— ¿Algo como qué?
— Yo daré un cuaderno y un lápiz, y tú, cuando tengas ganas, escribes lo que sientes.
— ¿Es necesario?– Preguntó no muy convencido.
— No es necesario, pero quiero que lo hagas. Piénsalo así: va a ser como un diario íntimo, ya que yo no lo voy a leer.
— No lo sé...
— Vamos, Frank. No pierdes nada con intentarlo.

Lo pensó por unos minutos, sabiendo que era verdad, no tenía nada que perder.

— Está bien.– Cedió.— ¡Pero tú no leerás nada!
— ¡Bien!

Jamia parecía una niña pequeña aplaudiendo, riendo y dándole un cuaderno y un lápiz a Frank.

— ¿Tu tienes un diario íntimo, Jamia?– Preguntó en tono burlón.
— No... Pero tal vez pueda comenzar a escribir en uno. Hay cosas que no las 
hablo con nadie...

De atar; FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora